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COVID-19 y Personas Mayores: Informe de Políticas de la ONU, Tesinas de Salud Pública

Sobre el covid 19 en salud mental

Tipo: Tesinas

2020/2021

Subido el 16/09/2021

ana-ruiz-carvajal
ana-ruiz-carvajal 🇨🇴

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INFORME DE POLÍTICAS: LOS EFECTOS DE LA COVID-19 EN LAS PERSONAS DE EDAD
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Informe de
políticas:
Los efectos de la
COVID-19 en las
personas de edad
MAYO DE 2020
Naciones
Unidas
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¡Descarga COVID-19 y Personas Mayores: Informe de Políticas de la ONU y más Tesinas en PDF de Salud Pública solo en Docsity!

Informe de

políticas:

Los efectos de la

COVID-19 en las

personas de edad

MAYO DE 2020

Naciones

Unidas

Resumen ejecutivo

La pandemia de enfermedad por coronavirus (COVID-19) está causando un miedo y un sufrimiento indecibles a las personas de edad en todo el mundo. El 26 de abril, el virus ya había arrebatado la vida de cerca de 193.710 personas^1 y la tasa de letalidad de la enfermedad entre las personas de más de 80 años quintuplicaba el promedio mundial^2. Con la rápida propagación del virus a los países en desarrollo, que probablemente sobrecargará los sistemas de salud y protección social, la tasa de mortalidad de las personas de edad podría aumentar aún más. La pandemia también trae consigo otros efectos más amplios, menos visibles, pero igual de preocupantes: la denegación de la atención sanitaria para trastornos no relacionados con la COVID-19; el descuido y el maltrato en instituciones y centros residenciales; el aumento de la pobreza y el desempleo; los efectos devastadores de la pandemia en el bienestar y la salud mental; y el trauma que supone el estigma y la discriminación. Los esfuerzos para proteger a las personas de edad no deben pasar por alto las numerosas variaciones que pueden darse dentro de esa categoría, ni la increíble resiliencia y positividad de ese colectivo, y los múltiples papeles que desempeñan en la sociedad, pues ejercen, entre otras cosas, de cuidadores, voluntarios y líderes comunitarios. Hemos de apreciar toda la diversidad que engloba la categoría formada por las personas de edad^3. Las mujeres, por ejemplo, están sobrerrepresentadas tanto entre las personas de edad como entre los cuidadores remunerados y no remunerados que las atienden. Asimismo, debemos reconocer la importante contribución de las personas de edad para hacer frente a la crisis, por ejemplo, como trabajadores sanitarios y cuidadores. Todos nosotros —Estados, empresas, organizaciones internacionales, sociedades, comunidades, amigos y familias— hemos de intensificar nuestros esfuerzos para apoyar a las personas de edad. Debemos hacer todo lo posible para preservar sus derechos y su dignidad en todo momento. En la sociedad, la COVID-19 presenta una serie de riesgos específicos para las personas de edad: > Vida y muerte: Si bien todos los grupos de edad corren el riesgo de contraer la COVID-19, en el caso de las personas de

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1 https://www.who.int/docs/default-source/coronaviruse/situation-reports/20200426-sitrep- 97 - covid-19.pdf?sfvrsn=d1c3e800_6. 2 Actualización de la estrategia frente a la COVID- 19 , 14 de abril de 2020. Organización Mundial de la Salud. https://www.who.int/docs/default-source/coronaviruse/covid-strategy-update-14april2020_es.pdf?sfvrsn=86c0929d_10. 3 No existe una definición internacionalmente consensuada para el concepto de “personas de edad”. Según varias entidades de las Naciones Unidas, esta categoría engloba a las personas de 60 años en adelante. La cuestión se está debatiendo actualmente en el Grupo de Titchfield sobre las Estadísticas Relacionadas con el Envejecimiento y los Datos Desglosados por Edad.

En este informe se explican con más detalle esos efectos y se identifican las respuestas en políticas y programas, tanto inmediatas como a más largo plazo, que son necesarias en las cuatro prioridades de acción fundamentales:

1. Velar por que las difíciles decisiones de atención sanitaria que afectan a las personas de edad se guíen por el compromiso con la dignidad y el derecho a la salud. La atención de la salud es un derecho humano, y todas las vidas tienen el mismo valor. Hay que controlar debidamente los riesgos específicos que enfrentan las personas de edad para acceder a la atención sanitaria, como la discriminación por motivos de edad, el descuido, los malos tratos y la violencia en instituciones residenciales, y hacerles frente de manera integral. 2. Reforzar la inclusión social y la solidaridad durante el distanciamiento físico. Las restricciones a la libertad de circulación y el distanciamiento físico pueden conllevar la disrupción del apoyo y los cuidados esenciales para las personas mayores. El “distanciamiento físico” es crucial, pero ha de ir acompañado de medidas de apoyo social y de atención específica para las personas de edad como, por ejemplo, el incremento de su acceso a las tecnologías digitales. 3. Integrar plenamente las cuestiones relacionadas con las personas de edad en la respuesta socioeconómica y humanitaria a la COVID-19. Es preciso abordar las devastadoras repercusiones sociales y económicas de la COVID-19 en las personas de edad tanto en la crisis como en la fase de recuperación. Es necesaria una respuesta más urgente y ambiciosa para atender los llamamientos de las Naciones Unidas relativos a la prestación de apoyo financiero a los países en desarrollo y a los que atraviesan crisis humanitarias, donde las repercusiones humanas y económicas de la pandemia podrían ser devastadoras. Además, hay que abordar las causas estructurales que han hecho que las personas de edad se queden atrás y sean vulnerables en esta crisis, si queremos recuperarnos mejor y garantizar la atención, el apoyo y las oportunidades a lo largo del ciclo de vida, entre otras cosas invirtiendo en la cobertura sanitaria universal y la protección social y reforzando los marcos jurídicos nacionales e internacionales para proteger los derechos humanos de las personas de edad. 4. Ampliar la participación de las personas de edad, compartir buenas prácticas y aprovechar conocimientos y datos. Hemos de ampliar nuestra alianza con la sociedad civil y otros agentes, además de consultar a las personas de edad para aprovechar sus conocimientos y velar por que estén plenamente incluidas en la formulación de las políticas que afecten a sus vidas. También es necesario hacer frente al edadismo y la estigmatización de las personas de edad. La naturaleza sin precedentes de esta crisis ha puesto de relieve la invisibilidad de las personas mayores en el análisis de datos públicos. Para elaborar políticas públicas eficaces que incluyan a las personas de edad, es esencial adoptar enfoques innovadores, respaldados por información objetiva y datos desglosados por edad, sexo y características socioeconómicas pertinentes. La COVID-19 está conmocionando al mundo entero. El valor del respeto a las personas de edad está profundamente arraigado en las sociedades de todo el mundo, debido a la profunda gratitud que todos sentimos hacia nuestros padres y mentores, al valor y la sabiduría de la experiencia, y a las valiosas contribuciones que los mayores han

hecho a nuestras comunidades. Es importante que las sociedades y los entornos de atención estén debidamente planificados y cuenten con inversiones suficientes a fin de fomentar el envejecimiento saludable, así como los derechos humanos y la dignidad de las personas de edad. Pandemia de COVID- 19 LA COVID-19 Y LAS PERSONAS DE EDAD

vida o las posibilidades de supervivencia. Es importante que los protocolos de triaje garanticen que las decisiones médicas se basen en necesidades médicas, criterios éticos y los mejores conocimientos científicos disponibles. Toda persona tiene derecho a prestar su consentimiento para recibir un tratamiento médico, así como a negarse a recibirlo o retirar su consentimiento, y a manifestar sus deseos por adelantado. Sin embargo, durante esta pandemia, se han comunicado casos en que las personas de edad no han tenido la oportunidad de dar su consentimiento a un tratamiento médico o han sido sometidas a una presión indebida para rechazarlo por adelantado: por ejemplo, se les ha pedido que firmen órdenes de no reanimación antes de recibir el tratamiento. Además, en este momento los servicios de salud no relacionados con la COVID-19 pueden ser reducidos, si bien el derecho a la salud requiere que las personas de edad continúen recibiendo una atención sanitaria y social integrada, que incluya cuidados paliativos, rehabilitación y otros tipos de atención. Habida cuenta del mayor riesgo que corren las personas de edad y de la escasez de recursos sanitarios, es necesario tener en cuenta la prestación de servicios de cuidados paliativos. Las personas de edad tienen derecho a morir con dignidad y sin dolor. Acceso a la atención y el apoyo: Las personas de edad tienen más probabilidades de tener necesidades de salud crónicas que requieran medicamentos y asistencia, así como de precisar visitas domiciliarias de rutina y asistencia comunitaria^11. Antes incluso de la

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11 https://cmmid.github.io/topics/covid19/Global_risk_factors.html; https://www.who.int/news-room/fact-sheets/detail/ageing-and-health.

pandemia, esas modalidades de cuidado para las personas de edad eran fragmentarias y frágiles y estaban repletas de desigualdades. No obstante, ahora se corre el riesgo de que las medidas para limitar la propagación de la COVID-19 supongan una disrupción aún mayor, lo que implicaría que muchas personas mayores dejarían de tener acceso a una atención y un apoyo esenciales. Se trata de un problema que afecta en particular a las mujeres mayores, puesto que están sobrerrepresentadas entre las personas de edad y es más probable que precisen atención prolongada. La COVID-19 ha dibujado un panorama particularmente estremecedor en la situación de las personas de edad que se encontraban en centros residenciales de larga estancia. Las autoridades de Madrid, por ejemplo, informan de que, en la región de Madrid y solo durante el mes de marzo, ascendieron a 4.260 los fallecidos en residencias para mayores a los que se les había diagnosticado la infección por coronavirus o que habían presentado síntomas asociados^12. La situación en otras partes del mundo, particularmente en aquellas donde el virus está más extendido, es igualmente funesta. Cerca de 7.500 residentes en instituciones para mayores han muerto a causa de la COVID-19 en Francia, lo que equivale a casi un tercio de todas las muertes por coronavirus^13 , y la situación es similar en los Estados Unidos, donde 1 de cada 5 muertes atribuidas a la COVID- 19 —esto es, más de 7.000— se produjo en residencias para personas de edad, según apuntan los medios de información^14. Si bien la situación de las personas mayores que viven en entornos con menos recursos puede ser diferente, cabe esperar tasas de mortalidad similares o incluso peores cuando la concentración de personas mayores que viven cerca unas de otras es elevada. Cuidadores, trabajadores sanitarios y voluntarios mayores: Las personas de edad desempeñan múltiples funciones en la sociedad, como las de cuidadores, voluntarios y líderes comunitarios. Como se detalla en el informe de políticas sobre las repercusiones de la COVID-19 en las mujeres^15 , las mujeres de edad a menudo se encargan de cuidar a familiares mayores y de la crianza y el cuidado de los niños. En medio de la crisis de la COVID-19, los Estados han hecho llamamientos para que los profesionales sanitarios jubilados se reincorporasen para prestar apoyo a los centros sanitarios, que estaban sobrecargados^16. La continuidad de su contribución dependerá de su salud y bienestar, así como de su capacidad para reducir el riesgo de contagio para las personas que tienen a su cuidado. Las personas de edad que trabajan como cuidadoras en instituciones residenciales de larga estancia, la abrumadora mayoría de las cuales son mujeres mal remuneradas, a menudo migrantes, también son vulnerables si no se les proporcionan equipos de protección personal para protegerse a sí mismas y a aquellos a los que cuidan^17. Violencia, descuido y malos tratos: Los malos tratos a las personas de edad han ido en aumento y las estimaciones anteriores a la pandemia de COVID-19 indicaban que una de

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12 https://english.elpais.com/spanish_news/2020- 04 - 08/coronavirus-deaths-in-madrid-could-be- 3000 - above-official-figures.html. 13 https://dashboard.covid19.data.gouv.fr/. 14 https://www.nytimes.com/2020/04/17/us/coronavirus-nursing-homes.html. 15 https://www.un.org/sites/un2.un.org/files/policy_brief_on_covid_impact_on_women_9_april_2020.pdf ; https://www.helpage.org/resources/ageing-in-the-21st-century-a-celebration-and-a-challenge/. 16 España, https://www.nytimes.com/2020/03/24/world/europe/coronavirus-europe-covid-19.html; Reino Unido, https://www.bma.org.uk/advice-and-support/covid-19/practical-guidance/covid- 19 - retired-doctors-returning-to-work. 17 El progreso de las mujeres del mundo: familias en un mundo cambiante. https://www.unwomen.org/es/digital-library/progress-of-the-worlds-women.

atención geriátrica, entre otras cosas prestando apoyo a los cuidadores no remunerados en los hogares y las comunidades, así como a los trabajadores asalariados que prestan atención en entornos domiciliarios o institucionales.

  • Garantizar que se notifiquen los casos de COVID-19 o las muertes que se produzcan en los centros residenciales y mejorar la vigilancia de la situación en las instituciones residenciales.
  • Reforzar los servicios para prevenir y proteger a las personas de edad, en particular a las mujeres de edad, de cualquier forma de violencia y maltrato, como la violencia doméstica y el descuido.
  • Asegurar que las políticas de visitas en las instituciones residenciales, los hospitales y los hospicios compaginen la protección de los demás con las necesidades familiares y de conexión de los residentes.
  • Velar por que los planes y estrategias de contingencia aborden los altos riesgos a los que se enfrentan los refugiados, migrantes y desplazados mayores y les proporcionen acceso a la atención y los tratamientos de salud.

2. Los efectos del

distanciamiento físico

y el estigma

Efectos del distanciamiento físico: Corremos el riesgo de que la COVID- 19 agrave la exclusión social de las personas de edad con medidas para restringir la circulación y los contactos, como las restricciones que imponen la permanencia en el domicilio, las cuarentenas y los confinamientos. Si bien se trata de medidas cruciales para garantizar la seguridad de todos, es necesario que en la medida de lo posible tengan en cuenta las realidades a las que se enfrentan las personas de edad, a fin de no aumentar su nivel de aislamiento social y empeorar su estado de salud. Los riesgos se amplifican si esas medidas permanecen en vigor durante períodos prolongados y no permiten las interacciones sociales en persona u otras medidas de mitigación. Muchas personas de edad dependen de servicios y apoyo domiciliarios y comunitarios, en particular las que viven solas^21. Deberían intensificarse los esfuerzos que las autoridades y los voluntarios de las comunidades están llevando a cabo en varios países para llegar a las personas de edad y prestar los servicios de apoyo necesarios. Edadismo, discriminación y estigma: En un momento en que se necesita más solidaridad, la COVID-19 está intensificando un arraigado edadismo, que implica la discriminación y la estigmatización de las personas de edad por motivos de edad. Es preocupante que hayan surgido comentarios y discursos de odio contra las personas mayores en el discurso público y en los medios de comunicación social como expresiones de resentimiento intergeneracional. La población de edad constituye un grupo increíblemente diverso, en el que la edad cronológica de sus miembros solo está vagamente correlacionada con la edad biológica. Es fundamental que las políticas, los programas y las comunicaciones muestren una visión diferenciada y no distorsionada de los efectos de la pandemia en las personas de edad y la contribución de estas para combatirla, a fin de velar por que no se las estigmatice. Una implicación más amplia de la comunidad puede contribuir a fomentar la solidaridad intergeneracional, combatir el edadismo y controlar y erradicar la violencia, los malos tratos y el descuido contra las personas de edad. Efectos en la salud mental y el bienestar: Como en muchos países cada vez son más las personas de edad que viven solas^22 , la pérdida y la desarticulación de las redes sociales a causa de la COVID-19 pueden crear una situación en la que dejen de atenderse las importantes necesidades de apoyo psicosocial

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21 Departamento de Asuntos Económicos y Sociales de las Naciones Unidas. Population Division Living Arrangements of Older Persons: A Report on an Expanded International Dataset (2017). 22 Departamento de Asuntos Económicos y Sociales de las Naciones Unidas. Population Division Living Arrangements of Older Persons: A Report on an Expanded International Dataset (2017).

conocimientos necesarios para explotarlas plenamente. Si bien alrededor de la mitad de la población mundial tiene acceso a Internet, el número de personas de edad que no accede a la red sigue siendo desproporcionadamente elevado^24. En el Reino Unido, por ejemplo, 4,2 millones de personas de 65 años o más nunca han utilizado Internet^25. Las personas de edad de los países menos adelantados son las que menos probabilidades tienen de tener acceso a las tecnologías digitales^26. Las que viven en instituciones también tienen dificultades para conseguir el apoyo necesario para poder seguir en contacto con sus seres queridos. Las barreras que enfrentan las personas de edad en relación con la alfabetización y el lenguaje, como, por ejemplo, las deficiencias visuales y auditivas, pueden verse amplificadas durante la crisis. Esta brecha digital puede también impedir el acceso de las personas de edad a información esencial sobre la pandemia y las medidas sanitarias y socioeconómicas conexas. Además, es probable que estas personas no tengan tampoco acceso a servicios como la telemedicina o las compras y operaciones bancarias en línea en períodos de confinamiento y distanciamiento físico. Colaborando con las comunidades y empleando diversos formatos, como las emisiones de radio, las notificaciones impresas y los mensajes de texto, puede garantizarse que la información fundamental sobre las medidas para protegerse de la COVID-19 y la manera de acceder a los servicios llegue a las personas de edad. Garantizar que los servicios comunitarios y el apoyo a las personas de edad, incluidos los servicios sociales y jurídicos, se mantengan a pesar de las medidas de distanciamiento físico. SOLUCIONES/ RECOMENDACIONES

  • Reforzar los servicios de atención a las personas de edad de manera que se respeten sus derechos y su autonomía.
  • Evaluar las necesidades de las personas mayores, especialmente las que están más aisladas o las personas con movilidad limitada y deterioro cognitivo o demencia, a fin de prestarles apoyo específico, que incluya atención de la salud mental y apoyo psicosocial.
  • Apoyar a las personas de edad y a las que se encargan de su cuidado para que puedan acceder a la comunicación digital o a formas alternativas para mantener el contacto con sus familias y las redes sociales cuando los movimientos físicos están restringidos.
  • Asegurarse de que la información sobre las medidas para protegerse frente a la COVID-19 y sobre la manera de acceder a los servicios llegue a las personas de edad trabajando con voluntarios y organizaciones de las comunidades y empleando formatos diversos que puedan ser accesibles para un gran número de personas de edad.
  • Aumentar los servicios móviles para garantizar el acceso a las personas mayores más aisladas o con movilidad limitada para evaluar sus necesidades y prestarles apoyo.
  • Trabajar con las comunidades y utilizar distintos formatos, como emisiones de

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24 https://news.un.org/en/story/2018/12/1027991; https://news.itu.int/itu-statistics-leaving-no-one-offline/; en la OCDE, solo la mitad (el 49,8 %) de las personas de 65 a 74 años utilizaban Internet, mientras que casi la totalidad de los jóvenes de entre 16 y 24 años (95,9%) lo hacía; http://dx.doi.org/10.1787/888 933274795. 25 https://www.ageuk.org.uk/globalassets/age-uk/documents/reports-and-publications/reports-and-briefings/active-communities/ rb_july16_older_people_and_internet_use_stats.pdf. 26 https://www.pewresearch.org/global/2016/02/22/internet-access-growing-worldwide-but-remains-higher-in-advanced- economies/.

radio, notificaciones impresas y mensajes de texto, para velar por que la información crítica llegue a las personas de edad.

  • Utilizar términos para describir a las personas de edad que no las estigmaticen y evitar los estereotipos. No etiquetar a las personas de edad como si todas ellas fueran frágiles y vulnerables. Abstenerse de utilizar palabras para referirse a las personas mayores que tengan connotaciones o sesgos negativos.

Es necesario apoyar a las personas mayores para que puedan acceder a la seguridad social y demás medidas de protección, especialmente si no pueden percibirlas debido a las restricciones de circulación o la ruptura de sus redes sociales durante la pandemia. La caída de la economía y otras consecuencias más amplias de la COVID-19 pueden dejar a muchas personas de edad, y en particular a las mujeres y a las personas con discapacidad, en situación de desventaja, con escasas oportunidades de empleo y unas pensiones y una protección social insuficientes. Las lecciones extraídas de la epidemia causada por el síndrome respiratorio de Oriente Medio muestran que las tasas de desempleo y de subempleo pueden ser más altas entre los trabajadores de edad que entre los más jóvenes, y que es más probable que los primeros vean reducida su jornada laboral^31. Esos riesgos son particularmente elevados entre las personas que viven en la extrema pobreza y las personas de edad que pertenecen a poblaciones socialmente marginadas. Cobertura sanitaria universal: Se estima que en los próximos tres decenios el número mundial de personas de edad se duplique con creces, hasta situarse por encima de los 1.500 millones de personas. La cobertura sanitaria universal no puede lograrse si no se atienden sus necesidades^32. El fortalecimiento de los sistemas de salud pública como parte de la construcción de una seguridad sanitaria mundial y una cobertura sanitaria universal es fundamental para garantizar la mejora de la salud y el bienestar de todas las personas en todas partes. Servicios de cuidados y apoyo: La pandemia de COVID-19 ha puesto de manifiesto la insuficiencia y la infrafinanciación de los servicios de atención y apoyo para las personas de edad. Muchas personas de edad no tienen acceso a los servicios de cuidados y apoyo que es probable que precisen para llevar una vida independiente y autónoma en el entorno que elijan, ni tampoco pueden elegirlos o tener control alguno sobre ellos. Los tipos de servicios de cuidados y apoyo disponibles para las personas de edad varían, pero en muchos lugares esos servicios son limitados y no están al alcance de todos, excepto de las personas que tienen ingresos elevados. En la mayoría de casos, la única fuente de cuidados y apoyo de que disponen es la familia. Es importante invertir en sus servicios de cuidados y apoyo para velar por que estos se adapten a las necesidades particulares de las personas de edad, fomenten su bienestar y mantengan su autonomía e independencia. Protección jurídica: Muchos países carecen de legislación nacional adecuada para proteger los derechos de las personas de edad y prevenir la discriminación, la exclusión, la marginación, la violencia y el maltrato^33. Sumado a la falta de un marco jurídico específico acordado internacionalmente^34 , esto contribuye a la vulnerabilidad de las personas de edad y puede haber favorecido que a veces se hayan dado respuestas inadecuadas a la crisis de la COVID-19. Es necesario resolver esas carencias para garantizar los derechos de la creciente población de personas de edad en todas las sociedades.

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31 https://www.ilo.org/global/about-the-ilo/WCMS_738753/lang--en/index.htm. 32 https://www.who.int/ageing/health-systems/uhc-ageing/en/; https://www.who.int/en/news-room/fact-sheets/detail/universal-health-coverage-(uhc). 33 Long-term care protection for older persons: A review of coverage deficits in 46 countries. 34 Por ejemplo, de las más de 13.000 recomendaciones relativas a la discriminación clasificadas en el Índice Universal de Derechos Humanos en 2019, menos del 1 % se refieren a la discriminación por motivos de edad hacia las personas mayores (A/HRC/41/32, párr. 42); https://www.unocha.org/covid19. En el plan se pide un aumento masivo del apoyo destinado a atender las necesidades sanitarias inmediatas derivadas de la pandemia, garantizar la continuidad del servicio para las necesidades anteriores a esta y abordar las consecuencias humanitarias y socioeconómicas conexas de las poblaciones vulnerables, entre ellas las personas de edad.

SOLUCIONES/ RECOMENDACIONES

  • Aprovechar el apoyo del sistema de las Naciones Unidas, en consonancia con el marco “Responsabilidad Compartida, Solidaridad Mundial”, elaborado por las Naciones Unidas para responder a las repercusiones socioeconómicas de la COVID- 19^35.
  • Desplegar una respuesta en entornos humanitarios que tenga en cuenta los múltiples riesgos a los que se enfrentan las personas de edad y contribuir al Plan Mundial de Respuesta Humanitaria de las Naciones Unidas^36.
  • Velar por la seguridad de los ingresos de los mayores, y en particular de las mujeres de edad, mediante una cobertura universal de las pensiones y unos niveles adecuados de derechos a recibir prestaciones.
  • Adoptar medidas inmediatas de alivio socioeconómico y redes de seguridad social, como el acceso garantizado a los alimentos, el agua, los bienes y servicios esenciales y la atención sanitaria básica durante la crisis de la COVID-19 para las personas de edad con dificultades económicas.
  • Idear formas alternativas para hacer llegar las pensiones, las prestaciones sociales y las redes de seguridad a las personas de edad durante la crisis, como el envío de los cheques de las pensiones al domicilio de los beneficiarios en lugar de a las oficinas de correos.
  • Incluir a las personas de edad en las iniciativas de recuperación económica, eliminando los límites de edad para participar en programas de rehabilitación de medios de vida y empleo, así como otras actividades de generación de ingresos o iniciativas de alimentos a cambio de trabajo y para la obtención de microcréditos.
  • Incluir a las personas de edad en los programas de aprendizaje permanente y mejorar su acceso a las tecnologías de la información y las comunicaciones (TIC).
  • Abordar de manera explícita y directa los elevados riesgos y vulnerabilidades a los que se enfrentan las personas de edad en situaciones de emergencia, en particular los más vulnerables, como los refugiados, los migrantes y las personas desplazadas, en los planes y estrategias de respuesta nacional.
  • Consultar con las personas de edad sobre sus riesgos específicos en relación con la COVID-19, velando por que tengan una participación significativa y se adopten medidas específicas en la respuesta.
  • Para la recuperación a largo plazo, garantizar el acceso universal a la asistencia sanitaria y a prestaciones adecuadas para la vejez.
  • Construir marcos jurídicos más sólidos, tanto a nivel nacional como internacional, para proteger los derechos humanos de las personas de edad, entre otras cosas, acelerando los esfuerzos del grupo de trabajo de la Asamblea General para elaborar propuestas relativas a un instrumento jurídico internacional para promover y proteger los derechos y la dignidad de las personas de edad^37.

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35 https://unsdg.un.org/resources/secretary-generals-un-covid- 19 - response-and-recovery-fund. 36 https://www.unocha.org/sites/unocha/files/Global-Humanitarian-Response-Plan-COVID-19.pdf. 37 Resolución A/RES/67/139 de la Asamblea General.

SOLUCIONES/ RECOMENDACIONES

  • Revisar los protocolos de desglose de datos sobre bienestar social, violencia (incluida la violencia doméstica y de género), participación pública y otros indicadores esenciales para eliminar los límites máximos de edad y garantizar el desglose completo de los datos cruciales relativos a las personas de edad. Promover la generación y la tabulación de los datos disponibles sobre las personas de edad clasificándolos por grupos de edad de cinco años^38.
  • Además de por la edad, promover la reunión, el desglose y la amplia difusión de datos según otras dimensiones esenciales, como el sexo, la discapacidad, el estado civil, la composición del hogar o la familia y el tipo de vivienda, a fin de lograr un análisis de datos más granular y representativo para orientar las políticas que afectan a las personas de edad. - Examinar y revisar la notificación de defunciones en los centros residenciales para proteger mejor a los residentes y al personal y concentrar los recursos donde más se necesitan. - Facilitar normas claras de vigilancia para la notificación de casos de COVID-19 a fin de captar los cofactores de riesgo en las personas de edad, como la edad, el sexo y las enfermedades preexistentes. - Examinar y revisar las modalidades de participación en los planos nacional y mundial para fortalecer la participación de las personas de edad y las organizaciones que las representan en la adopción de decisiones y la formulación de políticas. - Integrar mejor las experiencias de los países en la promoción de los derechos humanos de las personas de edad en los foros mundiales pertinentes.

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38 Principios y recomendaciones para los censos de población y habitación , revisión 3 (Nueva York, 2015).

Perspectivas para el futuro

Esta pandemia ha planteado desafíos sin precedentes a la humanidad y representa una amenaza desproporcionada para la salud, la vida, los derechos y el bienestar de las personas de edad. Es fundamental reducir al mínimo esos riesgos atendiendo las necesidades y los derechos humanos de las personas de edad en nuestros esfuerzos para luchar contra la pandemia. Al mismo tiempo, muchos de esos riesgos no son nuevos. Durante mucho tiempo, los derechos humanos de las personas de edad no han estado debidamente protegidos y no se las ha tenido en cuenta en las políticas y programas nacionales. La recuperación tras la COVID-19 constituye una oportunidad para sentar las bases de una sociedad más inclusiva, equitativa y respetuosa con la edad, anclada en los derechos humanos y guiada por la promesa compartida de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible de no dejar a nadie atrás.