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Apuntes de cátedra, son del año 2023 actualizados
Tipo: Apuntes
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Documento de cátedra
Desnaturalización del cuerpo y la atención de la salud
Prof. Carla Castellazzo
Resumen
Trataremos en este trabajo de sistematizar algunas reflexiones que venimos llevando adelante en el espacio curricular de Antropología de la carrera de Enfermería de la UNSJ y que buscan desnaturalizar la o las idea/s de cuerpo y por lo tanto de salud y enfermedad implicadas en los modos en que se desarrolla la atención de la salud en nuestra^1 sociedad. Para ello nos proponemos problematizar las nociones biologistas del cuerpo que hoy son hegemónicas, repasando algunas respuestas de las ciencias sociales, lo que nos brindará un marco teórico para la construcción de una mirada crítica sobre el tratamiento del cuerpo en las prácticas de atención de la salud en particular, pero también, en general, en la constitución de las relaciones sociales capitalistas de las que son parte. Tomando estos debates teóricos como herramientas de análisis de la praxis social, el objetivo de la desnaturalización no es sólo dar cuenta , sino la interrogación de las prácticas y la apertura a su transformación.
En tanto intervinientes en la formación de las/os enfermeras/os que asumirán la responsabilidad de la atención de la salud en nuestro entorno, consideramos que este ejercicio de desnaturalización que involucra la problematización del modelo (bio)médico hegemónico ampliando la mirada hacia lo socio-político-económico-cultural, es un aporte a la construcción de sujetos activos, críticos y reflexivos. A su vez, la construcción de esta mirada crítica inhibe la alienación deshumanizante de la rutina e impulsa la acción, la búsqueda de resolución de problemas, la innovación. En esta línea de intervención es que enmarcamos nuestro humilde aporte.
Desnaturalización
Si algo caracteriza a la Antropología es la búsqueda de conocer realidades culturales diversas, no sólo por ser distintas en sí, por ser la diferencia una característica universal de la especie humana, también porque actuamos socialmente marcando identidades y diferencias entre nosotros y los otros. Cuando nos abrimos a conocer otras realidades culturales y volcamos a su vez esos conocimientos para reflexionar sobre nuestra propia realidad, una de las consecuencias es la desnaturalización de aquello que se nos aparece como “natural” o “normal”.
La desnaturalización o extrañamiento es el ejercicio inverso a la extrañeza que nos produce aquello que no nos es familiar. Esta extrañeza se da de forma natural cuando costumbres muy distintas a las
(^1) Por “nuestra” entendemos la cultura particular que se constituyó como producto de la dominación de Occidente sobre las culturas originas que, con sus especificidades de país dependiente, no dista mucho de las nociones hegemónicas del capitalismo mundializado.
propias nos impactan en su diferencia. Pero cuando observamos nuestra propia sociedad trataremos de hacer de forma artificial que aquello que nos es familiar se nos aparezca como extraño, y así poder hacernos todas las preguntas que nos hacemos sobre lo diferente, hasta llegar al sentido profundo de las ideas y prácticas culturales. A esto llamamos desnaturalización. (Lins Ribeiro 1998:195)
La pregunta que nos hacemos es: ¿por qué lo cotidiano se volvió natural?, ¿qué quiere decir que “algo” (ciertas prácticas sociales y culturales como puede ser una concepción determinada sobre la infancia o la adolescencia; un modo particular de organizar nuestros hábitos higiénicos y hasta de comportarnos en la intimidad) se ha “naturalizado”? Centralmente, significa que se nos ha vuelto del orden de lo familiar, hasta el punto que nos ha dejado de sorprender o de extrañar, que ya no nos formulamos más preguntas sobre por qué ese “algo” se sigue sosteniendo en la cotidianidad de nuestras vidas (García 2008:8)
La desnaturalización, entonces, no implica un conocimiento neutro u objetivo sobre la realidad cultural sino un análisis crítico sobre las formas de nuestra existencia, elucidando las relaciones de poder que atraviesan los espacios sociales, y cómo estos poderes ser refuerzan o se enfrentan entre sí. Si algo se ha vuelto “natural” es porque existen mecanismos de invisibilización u ocultamiento de su origen social e histórico, porque se ha instalado como lo que es, porque ha sido finalmente asumido como universal, eterno e inmutable, como sustrato común incuestionable, mediante el ejercicio del poder, una voluntad del saber y cierta construcción de verdad.
Cuando decimos poder no nos referimos a su acepción vulgar como acumulación mediante la cual se logra dominar a otros (otros seres vivos, otros humanos pero también a lo inanimado), sino a micropoderes que se establecen mediante relaciones de poder en todos los ámbitos de interacciones humanas, que crean jerarquías pero sobre todo “estados de las cosas” que parecen inamovibles, justamente porque operan ocultándose, naturalizándose^2.
El cuerpo más allá de lo biológico
Si hay algo que tenemos naturalizado, eso es el cuerpo. De tanto llevarlo con nosotrxs, estamos tan acostumbradxs que casi no nos preguntamos sobre su existencia. Si bien siempre está presente por ser el medio que nos habilita la comunicación con el mundo, solemos interpelarlo sólo
(^2) O en palabras de Foucault: “Por poder no quiero decir “el Poder” como conjunto de instituciones y aparatos que garantizan la sujeción de los ciudadanos a un estado determinado. Tampoco indico un modo de sujeción que, por oposición a la violencia, tendría la forma de la regla. Finalmente, no entiendo por poder un sistema general de dominación ejercida por un elemento o un grupo sobre otro, y cuyos efectos, merced a sucesivas derivaciones, atravesarían el cuerpo social entero. El análisis en términos de poder no debe postular, como datos iniciales, la soberanía del Estado, la forma de la ley o la unidad global de una dominación; éstas son más bien formas terminales. Me parece que por poder hay que comprender, primero, la multiplicidad de las relaciones de fuerza inmanentes y propias del dominio en que se ejercen, y que son constitutivas de su organización; el juego que por medio de luchas y enfrentamientos incesantes las transforma, las refuerza, las invierte; los apoyos que dichas relaciones de fuerza encuentran las unas en las otras, de modo que formen cadena o sistema, o, al contrario, los corrimientos, las contradicciones que aíslan a unas de otras; las estrategias, por último, que las tornan efectivas, y cuyo dibujo general o cristalización institucional toma forma en los aparatos estatales, en la formulación de la ley, en las hegemonías sociales.” (Foucault 1990:112-3)
por unas estructuras de dominación” (Bourdieu 2000:56-57). Las representaciones sociales sobre el cuerpo que lo nombran como organismo biológico, como máquina que puede funcionar bien o mal, como ser completo o incompleto, saludable o enfermo, bello o monstruoso, imponente o insignificante, etc., al nombrarlo lo transforman en tal, estableciendo el límite entre lo “normal” y lo “anormal”, jerarquizando y produciendo desigualdades.
Pero no se trata sólo de representaciones, ideas que se fueron arraigando en las conciencias de las gentes. En palabras de Foucault, “las relaciones de poder pueden penetrar materialmente en el espesor mismo de los cuerpos sin tener incluso que ser sustituidos por la representación de los sujetos” (Foucault 1979:106) “Existe una red de bio-poder, de somato-poder [que es fuerte porque] produce efectos positivos a nivel del deseo y también a nivel del saber. El poder, lejos de estorbar al saber, lo produce. Si se ha podido constituir un saber sobre el cuerpo, es gracias al conjunto de una serie de disciplinas escolares y militares. Es a partir de un poder sobre el cuerpo como un saber fisiológico, orgánico ha sido posible.” (Foucault 1979:106)
Es decir, el cuerpo en tanto atravesado por determinadas relaciones de fuerza, se constituye como condición necesaria para el ejercicio del poder. Este poder se produce en el instante en que el cuerpo es controlado, sus movimientos determinados, su funcionamiento estudiado meticulosamente. El conocimiento del cuerpo implica el ejercicio del poder. Y no se lo conoce de cualquier manera o de una manera estándar. En la historia de la sociedad occidental el cuerpo se asumió progresivamente como una sumatoria de partes que funcionan autorreguladamente, armónicamente. Se desarrolló primero desde el canon estético de la simetría y el equilibrio, el cuerpo ideal griego. Se constituyó también en el ejercicio de su dominio con el conocimiento de sus deseos y sus pasiones, mediante la confesión religiosa, y fue a través del castigo ejemplar sobre el cuerpo que se comenzó a hacer la Justicia. Es el cuerpo el que se educa cuando el desarrollo de la razón es acompañado por la disciplina escolar y es la disciplina militar la que lo constituye como máquina de guerra estudiando sus movimientos y ajustándolos milimétricamente. Es asimismo la cadena de montaje la que moldea el cuerpo del obrero para hacerlo productivo.
Si la ciencia comienza con la clasificación, el orden y la búsqueda de regularidades en la naturaleza para poder dominarla (“el conocimiento es poder” decía Francis Bacon en el siglo XVII), la bio- medicina lo hace sobre su objeto, el cuerpo. Y así como el conocimiento científico de la naturaleza la constituye, en el sentido de que a partir de ese momento ya no se explican sus fenómenos desde lo sobrenatural sino que se asumen como mecanismos perfectos y leyes universales y así se cree que es la naturaleza, el cuerpo es construido de igual forma por la bio-medicina, estableciendo el equilibrio o la falta de éste como medida de su salud, de su normalidad o anormalidad. Y así se cree que es el cuerpo.
El conocimiento de nuestros cuerpos – o de nuestras cuerpas^4 - nos ha sido de esta forma expropiado. La ciencia ha construido un discurso en sí mismo verdadero, para todo tiempo y lugar, que explica y provoca la existencia del cuerpo como si fuera independiente del sujeto, un cuerpo separado de las condiciones que lo producen. Y el discurso científico se nos ha vuelto tan natural como los objetos que produce.
Esta expropiación del conocimiento del propio cuerpo es a su vez el control de su potencia, reconduciéndola, encauzándola, maximizándola y apropiándosela como capacidad en el trabajo capitalista. La humanidad con su trabajo se genera a sí misma y esta capacidad le es expropiada en beneficio del capital. El cuerpo ya no nos pertenece, sino a la producción. Y si el trabajo transforma a la naturaleza, también transforma nuestros cuerpos. El cuerpo es el lugar donde se puede ver la explotación y sus consecuencias en los/as trabajadores/as y en este sentido no es un mero hecho orgánico sino un constructo moldeado por relaciones y condiciones sociales. La producción capitalista no crea sólo objetos sino sujetos y subjetividad. (Sossa Rojas, 2010:47-48)
Atención de la salud
La salud suele ser entendida como el estado “normal” del cuerpo que permite la vida, o como ausencia de enfermedad, que nos podría enviar a la muerte. En tanto la vida y la muerte han sido para la humanidad grandes preocupaciones, la salud y la enfermedad cobran un papel fundamental. Los procesos de atención de la salud y la enfermedad son diversos en las diferentes culturas y en nuestra misma sociedad, pero existe un modelo médico que es hoy hegemónico.
“En casi toda sociedad, la enfermedad y los padecimientos son tratados por toda una variedad de formas de atención, aunque desde la perspectiva biomédica el tratamiento de la enfermedad ha sido considerado como patrimonio exclusivo del saber médico. Dicho rol fue organizado e impulsado a través de instituciones médicas específicas, pero fue fundamentado no sólo por criterios profesionales sino por instancias jurídicas aplicadas por el Estado. Este proceso no implica que la biomedicina realmente atienda y se apropie de todo el proceso de salud/enfermedad, y menos aún que elimine las otras formas de atención, sino que indica que el saber y las instituciones médicas instituyen su hegemonía respecto de los otros saberes que operan simultáneamente respecto de los padecimientos. Este proceso de apropiación y hegemonía no sólo es impulsado por las instituciones médicas, sino también por las acciones de la sociedad dominante e incluso por una parte de los sectores subalternos, debido a la significación social, económico/política e ideológica que tiene el proceso salud/enfermedad para la producción y reproducción biosocial de los conjuntos sociales.” (Menendez 2005:10)
(^4) Si bien no es la intención de este texto introducir la perspectiva de género, feminizo aquí el término “cuerpo” de tal manera de no olvidar que sobre el cuerpo femenino se ha ejercido y se ejerce un poder ciertamente particular y específico, que lo cosifica y mercantiliza, que implica dominio y sumisión, y que, doblemente, es la mujer separada de su potestad de decidir sobre su propio cuerpo.
anteponerse otros valores. Desde nuestra “civilizada” sociedad nos pueden parecer aberrantes. Pero ¿cuál es el límite de lo que es o no una aberración? ¿No es aberrante utilizar productos anti-age que dicen contrarrestar los efectos supuestamente negativos del paso del tiempo en el cuerpo? ¿No es esto anti-natural? ¿No lo son las intervenciones quirúrgicas estéticas? ¿Y las fertilizaciones artificiales? ¿Y la clonación?... U otras cosas más simples aún: ¿no es aberrante que las mujeres se deformen los pies y la columna usando tacones – ahora ya desde niñas? ¿Y que se arranquen el bello corporal provocándose irritaciones, encarnaduras y problemas en la eliminación de toxinas? Y así podríamos seguir con tantas otras cosas tan “normales” en nuestra cultura….
Funciona , decíamos entonces, si concebimos el cuerpo como instrumento de trabajo, si concebimos nuestra Vida como lo más preciado ante el temor por la intrascendencia. Funciona si creemos que mejorar la “calidad de vida” es no sentir los dolores del cuerpo que demanda descanso, utilizando analgésicos, o que para “dormir bien” tenemos los tranquilizantes, o que la hipertensión o la diabetes -enfermedades tan extendidas hoy en día- se atiendan con medicamentos y otras cosas una vez descubiertas y no replantéandonos un modo de vida - no individual sino colectivo^5 - que produce enfermedades y dolencias.
Así, a la pregunta de si funciona podríamos contestar que si consideramos a las relaciones sociales capitalistas como algo dado, no transformable, entonces sí, claro que funciona para mantener este estado de cosas. Ahora, si pensamos que la humanidad puede (y, a nuestro entender, necesita de forma urgente) generar otras condiciones de existencia, entonces no. No, porque al separar al cuerpo de sus condiciones de producción, las legitima. Porque al buscar el dominio de la naturaleza a través de conocimientos científicos y “expertos” también nos separa del conocimiento de nuestro propio cuerpo y por lo tanto de la posibilidad de saber sus límites, sus debilidades y potencialidades, y entonces saber cuándo parar y cómo hacer para no dañarse.
Pero estamos hablando aquí de la atención de la salud en la actualidad. Esto es lo que tenemos. ¿Qué podemos hacer con esto aquí y ahora?
Conclusiones
Si aceptamos las afirmaciones aquí plasmadas habría que transformar la sociedad para transformar el sistema de salud. Y sí, pero una cosa no viene antes que la otra, sino que transformar la atención de la salud es también transformar la sociedad. En esta tarea creemos que lo mejor es empezar por los ámbitos que habitamos.
Desnaturalizar, ser críticxs con las concepciones – que constituyen prácticas- sobre el cuerpo y la atención de la salud que esbozamos más arriba, está generando en la actualidad una transformación de estas prácticas. Compartimos espacios académicos con enfermeras que se posicionan en su trabajo desde estas perspectivas, involucrando los contextos sociales y culturales de lxs pacientes, entendiéndolos de forma integral, combatiendo la discriminación, las estigmatizaciones, los maltratos; cuestionando las jerarquías (medidas en cúmulos de conocimientos académicos) que se establecen entre médicos y otrxs profesionales, incorporando a la comunidad y sus saberes, e incentivando una medicina preventiva y no sólo de la urgencia. Si bien seguramente las condiciones
(^5) Hacemos esta distinción porque en la (bio) medicina se suelen atribuir estos padecimientos a la alimentación o a la falta de actividad física de las personas que los padecen, pero consideramos que eso no es un problema individual sino del modo en que se desarrollan las tareas, las desigualdades y la industria alimentaria en nuestra sociedad.
estructurales (políticas públicas, organización institucional, presupuestos, etc.) no ayudan, hay quienes trabajan en esta dirección, y este intenta ser un aporte en ese sentido.
Bibliografía
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Bourdieu, Pierre. La dominación masculina, Ed. Anagrama, Bs. As., 2000.
Foucault, Michel. Microfísica del poder, La Piqueta, Madrid, 1979
Foucault, Michel. La historia de la sexualidad, Vol. 1 La voluntad de saber, “Dominio”, Siglo XXI, Bs. As, 1990.
García, Ana Laura. La dimensión cultural de los fenómenos sociales , en: Jóvenes y sexualidad. Una mirada sociocultural, Programa Nacional de Salud Sexual y procreación responsable, Ministerio de Salud de la Nación,
Martínez Hernáez, Ángel. Antropología Médica. Teorías sobre la cultura, el poder y la enfermedad. Anthropos, Barcelona, 2008.
Menéndez, Eduardo. El modelo médico y la salud de los trabajadores. Rev. Salud Colectiva, La Plata, 1(1): 9-32, enero – abril, 2005.
Merleau Ponty, Maurice. Fenomenología de la percepción, ed. Planeta, Bs. As., 1993.
Sossa Rojas, Alexis. La alienación en Marx: el cuerpo como dimensión de utilidad , en: Revista Ciencias Sociales Nº 25, Departamento de Ciencias Sociales, Universidad Arturo Prat. Iquique, Segundo Semestre 2010 pp. 37-55.
Ribeiro, G.L. Descotidianizar. Extrañamiento y conciencia práctica, un ensayo sobre la perspectiva antropológica , en: Boivin, M., Rosato, A., Arribas, V. Constructores de otredad, Una introducción a la Antropología Social y Cultural, EA, Bs. As., 1998.