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información sobre el proceso del kéfir
Tipo: Resúmenes
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El kéfir es una bebida fermentada originaria del Cáucaso, elaborada tradicionalmente con leche (vaca, cabra u oveja), aunque también puede producirse a partir de agua azucarada o jugos. Su nombre deriva del término turco kef , que transmite la idea de “bienestar” o “sentimiento de bienestar”. Se caracteriza por un sabor ligeramente ácido y textura espesa y cremosa. Históricamente ha formado parte de la alimentación diaria de diversas comunidades, y en las últimas décadas ha ganado protagonismo en el mundo occidental gracias a sus aparentes propiedades beneficiosas para la salud.
El uso del kéfir se remonta, según la tradición oral, a hace miles de años, transmitido por pastores del Cáucaso. Las colonias de “granos” de kéfir habrían sido consideradas un regalo sagrado y cuidadosamente preservadas. Durante el siglo XX, el kéfir saltó a Europa occidental, en especial a Rusia y luego a Francia, gracias a médicos y etnógrafos que impulsaron su consumo por sus propiedades probióticas (Fontana et al., 2006).
Los "granos" de kéfir son combinaciones simbióticas de bacterias ácido-lácticas, levaduras y polisacáridos extracelulares como la kefiran. Las especies dominantes incluyen Lactobacillus kefiri , Leuconostoc mesenteroides , Saccharomyces cerevisiae , entre otras. Este consorcio microbiano convierte la lactosa en ácido láctico, CO₂, etanol y compuestos bioactivos como péptidos, vitaminas (B12, K2) y exopolisacáridos con propiedades antimicrobianas y antiinflamatorias (Bottazzi et al., 2013).
El kéfir aporta proteínas de alto valor biológico, grasas saturadas e insaturadas, vitaminas (B2, B12, D y K), minerales (calcio, fósforo, magnesio), y una pequeña cantidad de lactosa residual. La fermentación reduce el contenido de lactosa, lo que facilita su tolerancia en personas con intolerancia leve o moderada (Beshkova et al., 2002).
Aunque el kéfir es generalmente seguro, podrían darse casos de malestar digestivo o alergias en personas muy sensibles o inmunodeprimidas, debido a la levadura presente. Se recomienda iniciar con pequeñas cantidades (50 ml/día) e incrementar gradualmente. También existe variabilidad individual en la tolerancia, especialmente por sensibilidades a proteínas lácteas.
Gran número de estudios avalan beneficios del kéfir, principalmente en modelos animales y ensayos de pequeña escala. Sin embargo, son necesarios ensayos clínicos más amplios, bien diseñados y de mayor duración para confirmar efectos en humanos: dosis exacta, duración mínima, variedad de poblaciones beneficiadas, interacción con enfermedades crónicas o medicación, entre otros aspectos.
El kéfir puede consumirse solo, con miel, frutas o granola. También se emplea en batidos, aderezos (sustituto del yogur en salsas), masas para panqueques, waffles y productos de panadería, aportando humedad y sabor ácido. Además, es útil en la elaboración de quesos blancos o fermentados artesanales.
En los últimos años, el mercado global del kéfir ha mostrado crecimiento, especialmente en segmentos de alimentos funcionales, pro-bióticos y naturales. Se observa diversificación con productos saborizados, opciones bajas en lactosa, con alta