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perspectivas dkjfakjkladjfajkjdkkfkadk bjnjdsnjfna dfkdfjaidjije mkadmfkasdmkfmakl
Tipo: Apuntes
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Generalmente, la palabra «diseño» nos remite a una operación tecnológica: el diseño dentro de una técnica que se ha elegido (por ejemplo, una encuesta estadística o un grupo de discusión). Pero ¿por qué se ha elegido esa técnica y no otra? El investigador social suele elegir, sin pensar demasiado en la elección, la técnica que tiene más a mano: bien por razones personales (uno es experto en esa técnica), bien por razones organizativas (uno trabaja en una organización constituida para trabajar con esa técnica), bien por razones institucionales (uno pertenece a una institución interesada en vender esa técnica). La tecnología nos da razón de cómo se hace. Pero antes de plantear el problema de cómo se hace, hay que haber planteado los problemas de por qué se hace así (nivel metodológico) y para qué o para quién se hace (nivel epistemológico). Bourdieu (1976) señala tres operaciones necesarias para el domine científico de los hechos sociales: una «conquista contra la ilusión del saber inmediato» (epistemológica), una «construcción teórica» (metodológica) y «una «comprobación empírica» (tecnológica). Las tres operaciones están jerarquizadas. Cada una da razón de las siguientes, construye un metalenguaje sobre ellas 1. Bourdieu se inspira en Bachelard (1949) para quien el hecho científico se conquista, se construye, y se comprueba. Las tres perspectivas de la investigación social —que más adelante analizaremos —, la distributiva, la estructural y la dialéctica, puntúan de modo diferente estos niveles: la perspectiva distributiva puntúa sobre todo el nivel tecnológico (es empirista), la perspectiva estructural puntúa sobre todo el nivel metodológico (articula empirismo y formalismo), la perspectiva dialéctica puntúa sobre todo el nivel epistemológico (articula empirismo, formalismo e intuicionismo). Para que la discusión sea completa, nos situaremos en la perspectiva dialéctica. Vamos a hablar del diseño, integrando los tres niveles (epistemológico, metodológico, tecnológico), las tres operaciones (conquista, construcción, comprobación) y las tres modalidades (cómo, por qué, para qué o para quién). En primer lugar, discutiremos la transformación del requerimiento explícito en
(^1) Hay una inversión al llegar al tercer nivel: la tecnología y la metodología se atienen a lo dicho y lo
sabido —son positivas—, la epistemología persigue lo no dicho y no sabido —es negativa— (como la perspectiva dialéctica de la investigación social es negativa, frente a la positividad de las perspectivas distributiva y estructural).
demanda implícita. Es una operación epistemológica: el requerimiento es formulado en términos ideológicos y hay que traducirlo a términos científicos (es una operación de «conquista contra la ilusión del saber inmediato»). En segundo lugar, discutiremos la elección de la perspectiva metodológica adecuada para responder a la demanda implícita, y de las técnicas concretas dentro de esa perspectiva. Es una operación metodológica: una «construcción teórica». En tercer lugar, discutiremos el diseño propiamente dicho dentro de la técnica seleccionada —teniendo en cuenta los presupuestos epistemológicos y metodológicos—. Es una operación tecnológica: una «comprobación empírica».
Las expresiones requerimiento («commande») explícito y demanda («demande») implícita proceden de Herbert (1966). La práctica técnica —como la que realizamos los investigadores sociales— está referida afines que se realizan fuera de la propia técnica: «llena una necesidad, una carencia, una demanda, que se definen fuera de la práctica misma». Este «fuera» puede pertenecer al espacio de una teoría (así ocurre en las ciencias naturales: se puede utilizar la técnica para verificar o falsear una teoría —como dicen que hizo Galileo cuando arrojaba distintos objetos desde la torre de Pisa—) o al espacio de una ideología (como hacemos los sociólogos cuando realizamos investigaciones mediante encuesta estadística o grupo de discusión —dispositivos de investigación que son metáforas de dispositivos de dominación—). Aunque la teoría está articulada con la ideología; se desgaja de ella, pero se alimenta de ella. Aunque la ideología está articulada con la totalidad social organizada (con lo que los marxistas llaman modo de producción).
Como dice Serres (1977), el desarrollo de la física ha producido teorías y técnicas muy potentes en el dominio del estado sólido, pero apenas ha producido un saber científico sobre los estados fluidos (sobre meteoros y turbulencias). Podemos calcular con siglos de antelación el momento preciso en que se producirá un eclipse, pero no podemos calcular con un día de antelación si lo podremos ver o se interpondrá una nube. Ello es así porque el poder se ejerce mediante una red sólida de circulación por la que circulan como flui dos las personas y las cosas. Hasta ahora, toda la atención se ha centrado en la construcción de esa red sólida, que pretendía ser perfectamente continente. Ahora, surge la necesidad de atrapar los fluidos que no han sido capturados (la «guerra de las galaxias», por ejemplo, exige el control de los meteoros) o que se han escapado (la publicidad, por ejemplo, exige el control de las pulsiones). Empieza a desarrollarse una física —y otras ciencias— de los estados fluidos.
La demanda implícita expresa siempre el desajuste entre las relaciones sociales y el estado de la producción: la demanda es de transformación permanente de las relaciones sociales. La demanda es formulada por alguien en forma de requerimiento, por un cliente o jefe (o por instancias superiores en el propio investigador): quedan determinados, a la vez, la producción y el consumo del objeto. Hay una relación de complementariedad entre el requerimiento (particular) y la demanda («ondulatoria»: el requerimiento discreto es un punto en una onda continua). En las ciencias naturales, entre el requerimiento y la demanda se interpone una teoría: en el continuo de la teoría tienen su lugar los requerimientos particulares. El requerimiento articula inmediatamente con la teoría, y sólo mediatamente con la ideología que la funda. La articulación entre la teoría y las técnicas es interior a la formación científica. En las ciencias sociales, el requerimiento articula inmediatamente con la ideología: las llamadas teorías sociológicas —subtendidas por el enfrentamiento dual sociología/socialismo— son metáforas de la ideología dominante (los dispositivos tecnológicos son metáforas de metáforas).
Las dos técnicas de investigación que hemos mencionado, la encuesta estadística y el grupo de discusión, tienen como referente inmediato la ideología. El capitalismo de producción era individualista
(generalmente procedentes de los departamentos de dirección comercial, marketing o publicidad: eran entonces las funciones con mayor valor para la supervivencia de la empresa, como lo habían sido antes las de producción —dominio de los ingenieros—, como lo serían después las de contabilidad y finanzas —con la expansión del capitalismo transnacional—). Dicen que cuando el ministro Ullastres empezó a manejar datos e informes técnicos en el Consejo de Ministros, todos sus compañeros enmudecieron: no porque los convenciera sino porque los deslumbraba. Similarmente, para imponerse a su suegro y a los demás familiares que soportaban la propiedad de la empresa, el nuevo director general, y antiguo director comercial o jefe de publicidad o de marketing, que soportaba la gestión, encargaba estudios de mercado, no sólo ni principalmente para informarse (pues estaba intuitivamente informado), sino también y sobre todo para imponerles las decisiones que ya había tomado (deslumbrándolos más que convenciéndolos). La función de esos estudios era fundamentalmente retórica: no es lo mismo decir «se debe hacer así porque yo creo que es lo mejor» que «se debe hacer así porque así lo demuestra científicamente este informe que ocupa tres tomos y ha costado diez millones de pesetas». La transformación (neguentropía) demandada por el cliente era la transformación dentro de la dirección de la empresa —o del Gobierno en el caso de Ullastres—. Requerían información técnica expresando una demanda de información mítica. Muchos investigadores extrapolan a todas las situaciones. Recubren el vacío informativo, en el plano técnico, de sus informes con una cobertura retórica impresionante: encuadernación en piel con letras de oro grabadas a fuego, complicadas e incomprensibles formulas matemáticas, apelaciones al carácter profundamente científico de la investigación (si fuera realmente científica no sería necesario llamarla científica como no es necesario llamar natural a un zumo hecho de naranja exprimida). b) El segundo caso se refiere al por qué la investigación se hace como se hace. Supongamos que un investigador recibe este requerimiento del cliente —empresa comercializadora o publicitaria—: «Quiero que me haga usted una encuesta para ver cuál de estos dos anuncios gusta más a mis clientes potenciales». La transformación del requerimiento en demanda exige poner en cuestión las tres expresiones en cursiva: clientes potenciales, gusta más, encuesta. El requerimiento se funda en discursos ideológicos: el consumidor es el rey del mercado (su gusto es ley), la encuesta es por antonomasia la técnica de investigación (los consumidores son autónomos), el que compra un producto está en condiciones de calcular la máxima satisfacción por el mínimo coste. Pero las cosas no son como se dice. ¿Quién es el cliente potencial, el comprador o el consumidor —cuando no son el mismo, como cuando el ama de casa compra para la familia, como cuando uno compra para regalar?—. El regalo, por ejemplo, implica una relación sádico-masoquista entre dador y tomador: se regala para trans formar al tomador, para imponerle una forma (como cuando la esposa regala a su esposo una corbata «para que no vaya tan desaseado»). Cliente potencial no es un término sino una relación o sistema de relaciones, en este caso un sistema de relaciones entre dador y tomador. Sólo en casos de consumo en solitario (masturbatorio) el cliente potencial está individualmente acotado. El que un anuncio guste no es ni suficiente ni necesario para que sea eficaz. La eficacia de un anuncio exige una comunicación que articule componentes manifiestos y conscientes con componentes latentes 2 e inconscientes (la publicidad es siempre subliminal). La madre no compra braguitas de plástico para que su hijito esté sano y disfrute de la vida: las compra para disfrutar ella de una vida más cómoda (ésa es la motivación), pero debe justificarse —la sociedad la ha diseñado de acuerdo con un modelo de madre que incluye el sacrificio por su hijo— diciendo que lo que es cómodo para ella es sano para el
(^2) Alfonso Ortí llama «profundo» al nivel inconsciente. Reserva el término «latente» para lo que Chomsky
(Chomsky, 1970) llama «estructura profunda», alcanzable mediante una transformación racional.
niño (ésa es la racionalización). A esta demanda contradictoria respondería un anuncio que dijera la racionalización (lo sano y feliz que va a estar el niño) y mostrara la motivación (lo descansada que va estar la madre): por ejemplo, una voz en off dice el mensaje consciente, e imágenes de una señora rozagante muestran el mensaje inconsciente (subliminal). La publicidad está hecha para manipular al consumidor: si a éste le dan a elegir entre dos anuncios, elegirá —y en la elección se conjugarán mecanismos conscientes e inconscientes— el que menos le manipule. Tiene que elegir el manipulador, no el manipulado (cuando a Bertoldo le dieron a elegir un árbol para ahorcarle no encontró árbol a gusto). La encuesta no parece una técnica adecuada para investigar la (posible) eficacia de un anuncio. Salvo casos como el de un condenado a muerte aislado en capilla, los consumidores suelen conversar con otros consumidores, la respuesta al anuncio es grupal. La eficacia de un anuncio está mediada por interacciones de grupos de consumidores. Hace algunos años, a propuesta del difunto señor Pemán, la Academia Española de la Lengua sugirió como denominación del «brandy» jerezano, cuando la denominación «cognac» quedó monopolizada por los productores de Cognac (Francia), la palabra «jerignac». A primera vista parece un compromiso satisfactorio. Hasta que surgió un chiste: un señor entra en una cafetería: «Jerignac, por favor. —Sí, la primera puerta a la derecha». De la palabra «jerignac» nunca más se supo. Es posible que, tomados uno a uno, los consumidores de «brandy» reaccionen favorablemente a la palabra «jerignac» pero, tomados en grupo, alguno contará el chiste o a alguno se le ocurrirá otro chiste. Este requerimiento expresa una demanda fácil de delimitar: la empresa que encarga el estudio busca un anuncio que transforme a los consumidores, que produzca un hacer de los consumidores por el decir del anuncio (que les incite a comprar). La respuesta a esta demanda sería: a un conjunto de uno o varios grupos de discusión entre consumidores potenciales se les mostraría un anuncio, y a otro conjunto equivalente de grupos de discusión se les mostraría el otro anuncio; en cada conjunto, analizaríamos (inductivamente) lo que dicen del producto después de haber visto el anuncio, e inferiríamos (deductivamente) cómo transforma su hacer ese decir; compararíamos el efecto sobre ambos conjuntos, el efecto semántico (lo que ellos dicen) y el efecto pragmático (lo que hace con ellos). El conjunto pertinente de grupos podría ser, para los casos mencionados: en el caso de un producto para regalar, quizá un grupo de dadores, un grupo de tomadores, y un grupo mixto de dadores y tomadores; en el caso de una braguita, quizá un grupo de madres «naturalizadas» y un grupo de madres «desnaturalizadas» (o un grupo mixto con ambos tipos de madres); en el caso del «brandy», la solución sería más compleja (pues se compra para regalar, y se consume en grupos homosexuales —maridos en el bar, o amas de casa en el hogar— y heterosexuales —conjuntos de parejas—, y en situaciones masturbatorias—machos o hembras solitarios—: habría que diseñar grupos que recubrieran las distintas situaciones). c) El tercer caso se refiere a cómo se hace. Un investigador recibe el siguiente requerimiento del Ministerio de Sanidad: «Hágame una encuesta para saber cuántos ciudadanos españoles tienen agua corriente y agua caliente». El para qué y para quién es fácil de inferir: la transformación que puede facilitar esta información puede ser un plan del ministerio para fomentar la instalación de agua corriente y agua caliente en las viviendas españolas. El por qué no plantea problemas: la encuesta estadística es la técnica más adecuada para obtener esta información. Pero el cómo ha de ser puesto en cuestión. Tener o no tener agua corriente o agua caliente no es un atributo del individuo sino de la familia o del hogar (hay una correspondencia casi biunívoca entre el conjunto de familias y el conjunto de hogares). Será necesaria una muestra de hogares, no de individuos: y cualquier individuo entre los que habitan el hogar podrá responder al cuestionario.
un entrevistado: relación no simétrica) en la encuesta estadística; discusión (interacción sólo verbal entre unos pocos: relación simétrica) en el grupo de discusión; asamblea (interacción no sólo verbal entre muchos) en el socioanálisis. En el grupo de discusión —y, por supuesto, en la encuesta— se intercambian significados o informaciones, en el socioanálisis se intercambian también fuerzas o energías: la asamblea modifica la realidad —la correlación de fuerzas— más que el grupo de discusión (juega directamente con la energía, en vez de jugar sólo con la información —que también pone en juego alguna energía—). Toda situación de interacción verbal conjuga un contexto situacional o existencial (plano de la enunciación) y un contexto convencional o lingüístico (plano del enunciado). El plano de la enunciación pone en juego una compleja red de relaciones sociales (efecto de sociedad) y el plano del enunciado pone en juego una compleja red de relaciones lingüísticas (efecto de lenguaje). En el socioanálisis (asamblea) se despliegan en todas sus dimensiones ambos contextos (se ponen en juego todas las dimensiones y componentes de ambas redes): el proceso de producción, generado por la red de relaciones sociales, y el producto, generado por la red de relaciones lingüísticas. Las demás técnicas son generadas por degeneración —pérdida de algún componente o dimensión— de esta técnica. El grupo de discusión despliega en todas las dimensiones ambos contextos, pero el contexto existencial (enunciación) está amputado de su componente semiótico (la fuerza se disipa en significado). La entrevista llamada en profundidad despliega todo el plano del enunciado, pero el plano de la enunciación (red de relaciones sociales) degenera a una simple relación entrevistador/entrevistado. El análisis estructural de textos despliega todo el plano del enunciado, pero el plano de la enunciación es totalmente censurado. La entrevista con cuestionario degenera el plano de la enunciación (la red de relaciones sociales es reducida a una relación entrevistador/entrevistado) y el plano del enunciado (el juego de lenguaje pregunta/respuesta sólo permite respuestas fragmentadas, rompiendo la cadena sintáctica). El análisis estadístico de datos degenera de la misma forma el plano del enunciado (datos fragmentarios) y censura totalmente el plano de la enunciación. El investigador debe reconstruir—lo que exige imaginación sociológica— los componentes y dimensiones degenerados o censurados (en esa intención se inscribe la creación de un «defensor de los lectores» en el diario El País). Podemos considerar tres niveles en un sistema (Wilden, 1977): el nivel de los elementos, el nivel de las relaciones entre elementos (estructura), y el nivel de las relaciones entre estructuras —relaciones entre las relaciones— (sistema). Para los sistemas sociales, la perspectiva distributiva alcanza el nivel de los elementos, la perspectiva estructural alcanza el nivel de la estructura (la estática, pero no la dinámica), la perspectiva dialéctica alcanza el nivel del sistema (la dinámica). Por ejemplo, podríamos preguntar si un ejército es democrático: la respuesta exige articular los tres niveles (si los militares tienen un talante democrático, si las relaciones entre militares son democráticas —objeción de conciencia, derecho de huelga, etc.—, si la institución trabaja para la democracia). Hay sistemas totalmente distributivos: el todo se distribuye en sus partes, como el sistema gas perfecto, o el sistema social si fuera como dice la ideología dominante. Hay sistemas totalmente estructurales: cada elemento o parte está sujetado por la red de relaciones, como una teoría científica. Hay sistemas totalmente sistémicos: no hay elementos autónomos ni estructuras estables, todo bulle, como el caos original del que surgieron las distribuciones y las estructuras. Las distribuciones constituyen una segunda articulación, las estructuras una primera. Los sistemas sociales conjugan las tres dimensiones: hay elementos (individuos), hay estructuras (relaciones bastante invariantes) y hay sistema (el sistema social reproduce su estructura cambiando, es abierto). Una investigación del sistema social exige la conjugación de las tres perspectivas: todas son necesarias, pero ninguna es suficiente (son complementarias). El empiricismo es el desbordamiento de la perspectiva distributiva. El estructuralismo es el desbordamiento de la perspectiva estructural. El marxismo es el desbordamiento de la perspectiva dialéctica.
A medida en que el nivel de organización de los sistemas se desarrolla, se reduce la redundancia en el sistema. Un vegetal, por ejemplo, tiene muchas hojas, flores, etc., idénticas estructural y funcionalmente: esta redundancia le permite defenderse contra el azar, puede perder hojas o flores sin morir. Un animal superior, por ejemplo, tiene, a lo más, dos manos o pies u ojos o riñones o testículos o hemisferios cerebrales, etc. (no completamente redundantes, pues dos pies o manos permiten la acción en el espacio tridimensional, dos ojos u orejas permiten la observación en el espacio tridimensional): su cerebro —y en los seres humanos su lenguaje— les proporciona otros medios para defenderse contra el azar —adelantándose a él—. Los sistemas sociales combinan la redundancia con la información: la perspectiva distributiva (estadística) controla la redundancia, la perspectiva estructural (lingüística) controla la información, la perspectiva dialéctica controla la resolución de las contradicciones entre redundancia e información (entre el polo individual y el polo social). Un investigador extrae información mediante la observación y devuelve neguentropía mediante la acción. Participa visiblemente en la observación, pero no participa visiblemente en la acción (la acción pertenece a los clientes o jefes). Pero los dispositivos de investigación social implican una acción sobre la sociedad que transforma la sociedad. Tienen una cara visible semántica (observación) y una cara invisible pragmática (acción): respectivamente, lo que dice y lo que hace la investigación. Vamos a ver primero lo que dice y luego lo que hace.
a) Modos de observación
Los dispositivos de investigación social permiten observar dispositivos de acción social que tengan la misma forma. Veamos un ejemplo. Hay distintos modos de participación política. Hay dispositivos de participación política que tienen la misma forma que la encuesta (las elecciones), hay dispositivos que tienen la misma forma que el grupo de discusión (las conversaciones entre ciudadanos), y hay dispositivos que tienen la misma forma que el socioanálisis (las acciones de masas: asambleas, manifestaciones, etc.). Si observamos un dispositivo de acción con un dispositivo de investigación de nivel inferior, lo destruimos al observarlo. Rompemos los enlaces o conexiones —estructurales— entre los elementos: así, si —por ejemplo— observamos un dispositivo conversacional o de acción de masas con un dispositivo distributivo, rompemos las conexiones, informáticas en el primer caso, también energéticas en el segundo. Un grupo o una masa no son una suma, sino un producto: por eso se dice que la unión hace la fuerza. Si queremos medir la «fuerza» de una fuerza política, los dispositivos de medida — perspectivas metodológicas— medirán sólo los dispositivos de acción que tengan su misma forma. Así, por ejemplo, en España, el PSOE o Coalición Popular parecerán tener mucha fuerza medida con dispositivos distributivos (unas elecciones o una encuesta); los artistas e intelectuales parecerán tener mucha fuerza medida con dispositivos estructurales (una ter- tulia o un grupo de discusión); MC o Comisiones Obreras parecerán tener mucha fuerza medida con dispositivos dialécticos (una manifestación o un socioanálisis). El PCE se suicidó políticamente el día que aceptó medir sus fuerzas con dispositivos distributivos (la fuerza de las urnas). La democracia totalitaria intenta reducir la participación de los ciudadanos a los votos: votar es necesario (hay que votar) y suficiente (no hay que hacer otra cosa que votar). Una investigación sobre la participación de los españoles en la vida política exigiría poner en juego los tres tipos de dispositivos de observación (la lucha armada sólo es medida por la lucha armada, no admite modelos de simulación). Dispositivos distributivos, como la encuesta, investigarían el comportamiento electoral (único en dirección al pasado y múltiple —hay muchos futuros posibles— en dirección al futuro). Dispositivos estructurales, como el grupo de discusión, investigarían el comportamiento conversacional —fundamental en la
recorta el ámbito de lo decible, reduce el conjunto de elementos y reglas, dispone de una gramática particular. Por eso valen poco las técnicas de análisis de contenido, que se atienen a lo fenomenal, a lo dicho, a los enunciados —a la estructura superficial—: la ideología no es del orden de lo dicho, sino del orden de lo decible (Ibáñez, 1985a). Dentro de la perspectiva dialéctica, hay una técnica que funciona a nivel micro (el socioanálisis) y una «técnica» que funciona a nivel macro (la revolución). El socioanálisis es análisis institucional en situación (in vivo). Hay dos instituciones que nunca funcionan: la psiquiátrica (mientras el médico se empeñe en curar al loco) y la pedagógica (mientras el profesor se empeñe en enseñar al alumno). El orden social necesita su reforma, para evitar la revolución. Hay que dar la palabra al loco y al estudiante, pero hasta un cierto límite: de modo que no contagien a toda la sociedad. Así surgió el socioanálisis. Pero cuando una sesión socioanalítica contagió por resonancia a toda la sociedad (mayo 68), el socioanálisis fue puesto en cuarentena. No son perfectamente continentes las fronteras que separan el socioanálisis de la revolución.
b) Modos de acción
Los dispositivos de investigación son dispositivos de acción: dicen algo sobre la sociedad, pero también hacen algo en la sociedad. La investigación es una operación de la caza. Investigar viene de «üestigo» (seguir las huellas que deja una presa en el camino). Los dispositivos de investigación son dispositivos de predación: son capturados los cuerpos (en la selección de la muestra, o en la reunión del grupo, o en la elección de una institución) y son capturadas las almas —las hablas— (en la entrevista, en la discusión, en la asamblea). La investigación social es un modo de tomar medidas de la sociedad, en el doble sentido de tomar medidas a (observación) y tomar medidas sobre (acción). Las medidas que se toman son —según niveles de cuantificación— del tipo clasificación (nominal), del tipo ordenación (ordinal) o del tipo medición (interval, de razón o absoluta). Sólo es posible y necesario clasificar, ordenar y medir cuando hay más de una alternativa. En sistemas dinámicos (físicos) sólo hay una alternativa, en sistemas «lingüísticos» (regulados por códigos genéticos a nivel biológico, por códigos lingüísticos a nivel social) hay varias alternativas. Hay una correlación uno-a-varios entre dos estados del sistema. Los sistemas «lingüísticos» están regulados por un dispositivo de doble articulación: un nivel dinámico o hard-ware (que funciona como segunda articulación) es controlado por un nivel lingüístico o software (que funciona como primera articulación). El soft-ware (o logical) es una clasificación simplificada del hard-ware (o material). Para clasificar, ordenar y medir, la evolución produce diversos dispositivos de soft-ware: los sociólogos formamos parte de uno de esos dispositivos (Ibáñez, 1985b). Veamos cómo capturan los cuerpos y las almas las diferentes perspectivas de la investigación social. Las tres perspectivas de la investigación social están doblemente articuladas: disponen de dos pinzas, una que captura los cuerpos (selección de las personas que van a interactuar lingüísticamente) y una que captura las almas (sometimiento de esas personas a peculiares juegos de lenguaje). En la perspectiva distributiva, cuyo modelo general es la encuesta estadística, la red utilizada como dispositivo de captura de datos tiene forma de matriz: esa matriz —cada columna corresponde a un respondente, cada fila a una pregunta— es una figuración de las dos dimensiones de estriaje del espacio social. La dimensión vertical apunta a los individuos supuestos pilares fijos del orden social (y al organigrama), según la ideología del capitalismo de producción, la dimensión horizontal apunta al juego de lenguaje (pregunta/respuesta) a que son sometidos. En la perspectiva estructural, cuyo modelo gene- ral es el grupo de discusión, la red utilizada como dispositivo de captura experimenta una expansión —en sentido topológico, una exfoliación— en las dos dimensiones: de individuo
a grupo (y al sociograma), de pregunta/respuesta a conversación según la ideología del capitalismo de consumo. Esta expansión es la figura de un espacio de mayor libertad (aunque sea una libertad sólo táctica, una retirada estratégica de los dispositivos de constricción, una libertad de primera especie o restringida). La unidad no se constituye en el presente, sino en el pasado o en el porvenir (en el pasado mediante la persecución de un eje genético, en el porvenir mediante la persecución de una estructura profunda). En ambos casos —como eje genético o estructura profunda— la unidad funciona como límite, abortada en el presente, vale precisamente por su ausencia (como todos los equivalentes generales de valor—padre, en el intercambio de sujetos; moneda, en el intercambio de objetos; lengua, en el intercambio de mensajes—: el presente no vale nada, sólo vale lo ausente —sólo necesitamos un vale para lograr lo ausente—). La unidad se constituye, como exterioridad y trascendencia, fuera del sistema al que unifica y conjunta: Deleuze y Guattari llaman a esta operación sobrecodificación (Deleuze y Guattari, 1980^3 ). En la perspectiva dialéctica, cuyo modelo general es el socioanáli-sis, la red utilizada como dispositivo de captura experimenta una expansión estratégica. No pone (pues, trabaja in vivo) más restricciones ni constricciones que las que ya había. Permite una libertad de segunda especie o generalizada. Son tres modos de comunicación, respectivamente mediante raíz (la encuesta) —unidad visible—, mediante radícula (el grupo de discusión) — unidad invisible—, mediante rizoma (el socioanálisis) —multiplicidad—. En la perspectiva distributiva —en su técnica más general, la encuesta estadística—, la primera pinza es la selección de la muestra y la segunda pinza es la entrevista con cuestionario. Veamos qué acción ejecutan, qué transformación producen en las formas sociales, la forma-muestra y la forma-cuestionario. La muestra es una caza de cuerpos. El predador es el entrevistador (en realidad, es un auxiliar de cetrería del verdadero predador), la presa es el entrevistado. La entrevista es una intersección entre las líneas de universo de entrevistador y entrevistado. La probabilidad de intersección es función de las respectivas posiciones de clase. Entre la muestra teórica —en la que todos tienen la misma probabilidad— y la muestra empírica hay grandes diferencias. No todos los presuntos entrevistados tienen la misma probabilidad de ser entrevistados. El poder se reserva el azar (es impredecible) y atribuye la norma (predice). El verdadero cazador, decía don Juan Matas, no sólo conoce las rutinas de la presa sino que él mismo no tiene rutinas. La entrevista implica dos operaciones, la localización del presunto entrevistado, y la entrevista propiamente dicha. Tienen mayor probabilidad de ser localizados, los que están asentados mucho tiempo en un espacio (porteros o comerciantes), y los que recorren rutas regulares en el espacio-tiempo (probos funcionarios o amas de casa): los que se mueven mucho e irregularmente —sus trayectorias son brownianas— son difíciles de localizar. Una vez localizados, tienen mayor probabilidad de ser entrevistados (en general, asaltados por policías o vendedores o pedigüeños) los que están en posición de objeto, los que no tienen derecho a la palabra: los poderosos que tienen ese derecho, y los rebeldes que luchan por ese derecho, son difíciles de entrevistar. Los poderosos disponen de barreras defensivas (guardias, perros, porteros, mayordomos). Los rebeldes son capaces de decir «No». En la muestra aparecen sobrerrepresentados los objetos, subrepresentados los sujetos. No importa: sólo los que son objeto son objetivo para el cazador; las encuestas se inscriben en estrategias de manipulación y sólo los objetos son manipulables. No todos los entrevistadores tienen la misma probabilidad de entrevistar. Según su posición de clase (en clases socioeconómicas, de edad, de sexo, etc.), unos pueden llegar más fácilmente a unos sectores y otros a otros (un chico con pantalón vaquero y melenas a un barrio estudiantil, un caballero con corbata y raya al medio a un barrio
(^3) La sobrecodificación se produce cuando un sistema es observado y controlado por otro sistema. La
investigación supone siempre una sobrecodificación, en la perspectiva de un observador humano, individual en dirección al habla o colectivo en dirección a la lengua, que introduce una dimensión vacía suplementaria a las dimensiones que observa.
homogeneización. En las encuestas se suelen incluir preguntas del tipo: «¿Prefiere usted la música clásica o la música moderna?» Esta clasificación simplificada no es inocente: hay, según Xenakis, música catalítica (movilizadora) y música catártica (paralizadora); la clasificación en clásica y moderna purga a la música de sus componentes catalíticos, música clásica es la encerrada en museos (por desaparición del autor y/o usura de su contenido informativo ya no moviliza a nadie, por eso todos convienen en su valor), música moderna es la otra —la sombra— de la música clásica (en el mismo pot-pourri se mezclan las formas musicales anodinas —las canciones televisivas, el folklore de la sección femenina, los cánticos de Plácido Domingo— con las más vivas, por su contenido — Q\folk —, o por su forma— elfreejazz o la New Thing, el rock light o heavy —: de modo que unas formas anulen a las otras). Así se genera una «cultura de masas». Decía Luhman que un sistema tan complejo como el capitalismo de consumo o sociedad postmoderna necesita para funcionar dos condiciones: no todos los mensajes pueden circular libremente entre todos los ciudadanos, lo que implica que, por una parte (y semánticamente) se reduzca el número de ciudadanos a los que llegan, como emisores y/o receptores, los mensajes y se simplifiquen, en extensión y en comprensión, esos mensajes, y que, por otra parte (y pragmáticamente) se orienten las aspiraciones de los ciudadanos en dirección a los fines del sistema (Luhman, 1969). La encuesta estadística, por su forma- muestra y su forma-cuestionario, así como otros dispositivos (las elecciones) isomorfos a ella, contribuye a que prevalezcan estas condiciones. Es el hilo rojo de lo que llaman modernización. En la perspectiva estructural —en su técnica más general, el grupo de discusión—, la primera pinza es la convocatoria del grupo (selección de participantes y encarrilamiento hacia el local de reunión), la segunda pinza es la discusión en el grupo. Veamos qué acción ejercen la forma-grupo y la forma-discusión. La forma-grupo implica: los individuos son conjuntados (puestos juntos), y el microconjunto representa al macroconjunto. La muestra en una encuesta es un conjunto algebraico (sin fronteras que mantenga juntos a los elementos del conjunto), el conjunto de los participantes en una discusión en grupo es un conjunto topológico (cercado por una frontera). Lo que hace posible que el grupo pueda devenir grupo-sujeto (tomar la palabra). En cierta ocasión realicé una investigación con madres de minusválidos: el grupo de discusión fue el germen de una asociación de familiares de minusválidos. Pero la frontera que separa el interior del exterior del grupo (el microconjunto del macrocon junto) es artificial: ha sido trazada arbitrariamente por el investigador, y sólo va a permanecer — aunque puede quedar alguna huella— durante el tiempo de la discusión (al contrario de lo que sucede con los grupos espontáneos). Es una frontera casi perfectamente continente: impide que la acción del grupo se propague a la sociedad global. Es una acción limitada y controlable (la frontera espacial del grupo está doblada por una frontera temporal, que se ciñe al tiempo de la discusión). Aunque no es imposible que el grupo permanezca, es poco probable. Por otra parte, el grupo —al contrario que la entrevista— es confortable: se pasa bien en el grupo. Es una técnica tácticamente expansiva y liberadora, aunque estratégicamente constrictiva y represora (la información que produzca se le va a devolver enajenada, en forma de manipulación publicitaria o propagandística). Este microconjunto tan artificial y tan precario va a representar al macroconjunto: los participantes se sienten el ombligo del mundo, el grupo es un supuesto centro de reflexiones (y, en cierto modo, de decisiones). Lo que no deja de tener consecuencias: semánticamente que la macroestructura social es dejada de lado (psicosociologismo), pragmáticamente que es un dispositivo de privatización de lo público (ya no hay mítines ni asambleas, las disposiciones se toman en pequeño comité —incluso el Parlamento está siendo punteado—). El grupo representa semánticamente, no pragmáticamente. Laforma-discusión implica: se conversa, pero no se hace otra cosa que conversar. Para que el diálogo sea posible, deben reunir ciertas condiciones los sujetos (que dialogan)
y los objetos (sobre los que dialogan): los sujetos deben estar en relación simétrica (deben poder intercambiar su papel de sujeto de la enunciación: no es posible, por ejemplo, el diálogo entre padres e hijos o entre propietarios y proletarios), y los objetos no deben afectar profundamente ni al interés ni al deseo de los sujetos (no es fácil el diálogo entre Reagan y Gorbachov sobre desarme: pues la carrera armamentística afecta profundamente a los intereses de los sistemas que representan, es vital para Estados Unidos y es mortal para la URSS; no es posible el diálogo entre dos niños que se disputan una pelota, pues el objeto disputado afecta profundamente al deseo de los contendientes; en los dos casos, ha de aparecer un tercero —la presión de las luchas pacifistas, el maestro que resuelva el problema a bofetones^4 —). Todas las relaciones, por excluyentes que sean, dejan abierto un portillo al diálogo (padres e hijos o propietarios y proletarios pueden hablar de fútbol), todos los conflictos, por irreconciliables que sean los deseos y/o intereses de los contendientes, dejan abierto un portillo a la transacción (se pueden negociar ciertos rincones, ciertos ritmos, de la carrera de armamentos). Lo que introduce la limitación no es el hecho de conversar, sino el hecho de no hacer otra cosa que conversar (lo que implica la pérdida del derecho a hacer otras cosas). Lo que no deja de tener consecuencias: semánticamente se retiene el decir pero se deja de lado el hacer, pragmáticamente es un dispositivo de inhibición del paso a la acción (hay que analizar las cosas más que actuar sobre ellas, la acción es un acting-out, todo se puede negociar y consensuar). Dicen que cuando los bárbaros irrumpieron en el Imperio Romano de Oriente, los sabios estaban discutiendo sobre los ángeles (si los ángeles tienen sexo, cuántos ángeles caben en la punta de un alfiler). El capitalismo de producción era individualista: sólo eran individuos —como en Roma— los padres —los Padres de la Patria o, para llamarlos por su nombre, los patrones—. El capitalismo de consumo es grupalista: todos los hermanos (los ciudadanos) son individuos si y sólo si quedan encerrados en el grupo (fuera del grupo, bárbaros exteriores o intrusos y bárbaros interiores o desviantes, todo es oscuridad y rechinar de dientes —es la democracia totalitaria—). Cuando Dios vivía, la verdad, el bien y la belleza dependían de Su acuerdo. Dios ha muerto, y no nos queda más remedio que ponernos de acuerdo entre nosotros sobre lo que es verdadero, bueno o bello: es el consenso. El grupo de discusión es fábrica (un dispositivo para fabricar consensos) y escena (una fabulación de que el consenso es posible). Lo mismo que otros dispositivos isomorfos a él, contribuye a producir y a reproducir las ficciones ideológicas sobre las que reposa el capitalismo de consumo. En la perspectiva dialéctica —en su técnica más general, el socioanálisis—, la primera pinza es la selección de la institución, la segunda pinza es el enfrentamiento en asamblea de los estamentos. Veamos qué acción ejercen la forma-institución y la forma- asamblea. La institución es recolectada, no producida: es una investigación in vivo. Pero la selección de la institución responde a un requerimiento puntual (de la dirección, o respaldado por la dirección) que, a su vez, responde a una demanda (de transformación o reforma de la institución). La producción y el consumo de la investigación quedan así determinadas. La estrategia en la que se inscribe la investigación es la reforma de una institución particular. La acción que ejerce la investigación es ilimitada dentro de la institución (en el sentido de que no le pone límites, sino que más bien tiende a desplazar los que tiene), pero limitada — a una institución— en el sistema institucional. Pero las fronteras que separan a una institución del resto del sistema institucional no son apenas continentes, pues el proceso de investigación no refuerza, ni dobla con otras fronteras, las fronteras existentes. Un
(^4) La gran mistificación del programa «La Clave» dependía de una doble ficción, la ficción de la simetría
donde no hay simetría (un diálogo entre torturador y torturado engulle al torturado en el discurso del torturador) y la ficción de que hablando siempre se entiende la gente (cuando hay conflicto de deseos o intereses, el diálogo continúa la lucha con otras armas).
advertir al cliente o jefe: lo que le va a ayudar a solucionar su problema es esto, pero si usted quiere gastar tiempo y dinero podemos hacer también esto —daño no le va a hacer—. A veces hay que renunciar al dispositivo más adecuado de observación por las acciones que le son inherentes. Por ejemplo: para investigar ciertos problemas de una empresa o institución puede ser más eficaz como dispositivo de observación un grupo de discusión, e incluso un socioanálisis, pero los peligros que supone su uso para el statu quo lo hacen desaconsejable. Entonces se sustituye, como en el caso de las huelgas antes mencionadas, por una encuesta. Las resistencias al uso del dispositivo de observación más adecuado pueden provenir de: simples prejuicios ideológicos de los responsables, o peligros objetivos para la supervivencia, bien de la élite dominante (a los caciques rurales o académicos no les interesa la «modernización»), bien de la empresa o institución. No es indiferente el hecho de que la investigación sea requerida por instancias de la cúspide (dirección) o por instancias de la base (sindicatos u otras instancias reivindicativas o revolucionarias). Siempre habrá resistencias por parte de las instancias cuyos intereses son contradictorios con la instancia requirente: pero siempre habrá un resquicio para el acuerdo, ya que la demanda lo exige (pues la situación problemática —esa es la demanda— puede ser tal que la falta de acuerdo ponga en peligro la supervivencia de la empresa o institución). La selección de la perspectiva metodológica, y de las técnicas, puede exigir una complicada negociación. La selección de perspectivas puede ser excluyente —una sola— o inclusiva —una combinación de varias—. La combinación puede estar articulada exteriormente o interiormente, enparalelo o en serie. La investigación puede ser expresión de un contexto teoremático o de un contexto problemático. El orden teoremático es el de las constantes o esencias fijas —discontinuas— , el orden problemático es el del flujo de sus variaciones continuas (Déleuze y Guattari, 1980, 455). Los lenguajes científicos tienen estructura teoremática, pero sus contextos de aplicación tienen estructura problemática (no me importa lo que dice Katona, yo lo que quiero es vender sopas). Lo que nos conduce de una dimensión anaférica (lo que dicen Fu- lano y Fulano) a una dimensión deíctica (lo que tenemos que hacer aquí y ahora para resolver el problema al que nos enfrentamos). Cuando investigamos desde un contexto teoremático, solemos seleccionar una sola perspectiva y una sola técnica (estamos encerrados en el formulismo metodológico). Cuando investigamos desde un contexto problemático, debemos hacer una articulación más o menos compleja de perspectivas y técnicas. Por ejemplo: cuando investigamos sobre la «actitud de los españoles ante la OTAN», debimos integrar todas las perspectivas y técnicas. La distributiva, pues tenía pen- diente un referéndum que tenía forma distributiva: la estructural, pues el eventual votante en el referéndum era bombardeado por la propaganda que intenta «persuadirle» de lo buena o lo mala que es la OTAN (los diferentes discursos pro o anti-OTAN van a presionar sobre él: con retazos de esos discursos construirá un discurso «personal»); la dialéctica, porque dispositivos de fuerza (el chantaje golpista, o las luchas pacifistas) van a ser factores de la opinión o de la decisión. El Gobierno podría estar interesado en una investigación que combine grupos de discusión (para analizar la estructura de los discursos anti y pro y estar en condiciones de producir un discurso propagandístico —uno de cuyos eslabones sería la formulación de la pregunta para el referéndum—) y encuestas (para medir la distribución de las respuestas a las diferentes preguntas —hasta dar, si es posible, con la pregunta que asegure la victoria—). La Comisión Anti-OTAN podría estar interesada en una batería de socioanálisis que le permitiera explorar los límites de la movilización posible. La articulación de las perspectivas puede ser exterior o interior. Lo más frecuente es la articulación exterior: por ejemplo, en el último caso citado —en la perspectiva del Gobierno— los grupos de discusión y las encuestas eran independientes articulados en serie. Pero la articulación puede ser interior, no inter-técnicas sino intra-técnicas: en la misma técnica pueden estar incluidas varias perspectivas.
Un caso de articulación mínima: cuando, por razones técnicas o míticas, hay que realizar una encuesta de opinión, es necesaria una investigación estructural como fase previa (generalmente, algún grupo de discusión). De lo contrario, la investigación reflejará la opinión del que redactó el cuestionario, no la de aquellos a los que se aplica. Supongamos que pedimos la redacción de una pregunta clave para juzgar al Presidente del Gobierno a sociólogos de diferente ideología: un sociólogo en la órbita de AP haría preguntas del tipo «¿Cree usted que es una persona con autoridad?»; un sociólogo en la órbita de CiU formularía preguntas del tipo «¿Cree usted que es una persona eficaz?»; un sociólogo en la órbita de CDS formularía preguntas del tipo «¿Cree usted que es una persona honesta»?; un sociólogo en la órbita de PSOE formularía preguntas del tipo «¿Cree usted que es una persona moderna?»; un sociólogo en la órbita de PCE —o similares— formularía preguntas del tipo «¿Crees que defiende los intereses de tu clase?», etcétera. Si antes de realizar las preguntas un sociólogo, en cualquiera de estas órbitas, realiza uno o varios grupos de discusión, no impondrá su perspectiva ideológica, sino que tendrá en cuenta todas las perspectivas ideológicas vigentes. Cabe también una articulación máxima. Una encuesta opera con unidades en distintas dimensiones (gente, productos de la actividad de la gente, espacio, tiempo...) y a diferentes niveles en cada dimensión [en la dimensión «gente»: individuos, conjuntos de individuos (familias), conjuntos de conjuntos de individuos —conjuntos de familias— (entidades de población), etc.]. Se puede diseñar una encuesta, que analice estructuralmente cada unidad, y distributivamente la distribución de los conjuntos de unidades. Por ejemplo: si tomamos como unidades «conjuntos profesor/alumnos», podemos realizar un análisis de cada unidad, estructural de la relación alumno/alumno (por ejemplo, mediante un test sociométrico), dialéctico de la relación profesor/alumnos (un pequeño socioanálisis) —así detectaremos, respectivamente, la estructura y el sistema—; y un análisis del conjunto de unidades (ver cómo se distribuyen los tipos de estructura y/o sistema). Las limitaciones de las diferentes perspectivas, aunque hay límites objetivos, suelen ser subjetivas (falta de imaginación sociológica de los investigadores —que es, por supuesto, inducida socialmente—). La selección de técnicas dentro de una perspectiva es un problema relativamente trivial. En la perspectiva distributiva podemos producir primariamente datos (encuesta) o recogerlos secundariamente. En general, recurrimos a la producción primaria cuando no hay datos disponibles para la recolección secundaria. La expresión «no hay datos» articula varios sentidos: no los hay, los hay pero no son fiables (bien en un contexto técnico, bien en un contexto ideológico). Los errores técnicos suelen ser actos fallidos ideológicos. El mismo requerimiento puede expresar diferentes demandas: no es el mismo el requerimiento de «datos estadísticos sobre el paro» —medir el paro— desde la cúspide que desde la base. Las medidas sobre el paro que se vayan a emprender desde la cúspide constituirán un simple maquillaje del paro (suavizar las cifras, disimular el paro). Las medidas sobre el paro que se vayan a emprender desde la base tenderán a solucionar el problema del paro, bien a nivel individual (subvenciones a parados), bien a nivel colectivo (generar inversión que genere puestos de trabajo). Los índices que miden las fluctuaciones del coste de la vida suelen ser más altos cuando proceden de los sindicatos que cuando proceden de las patronales o de los gobiernos. El requerimiento responde a diferentes demandas: demandas de manipulación técnica de las patronales (subir menos los salarios), demanda de manipulación ideológica de los gobiernos (demostrar el éxito de su política económica) — ambas son demandas de manipulación dentro de la estructura y el sistema—, demandas de transformación de la estructura (si son reformistas) o del sistema (si son revolucionarios), de los sindicatos. No hay índice objetivo: sólo es objetivo dentro de unos objetivos (si es adecuado para esos objetivos).
resultados y el tratamiento a que han de ser sometidos (test de significación, análisis dimensional o causal), en dirección a las unidades el conjunto de individuos que van a ser entrevistados —la muestra— (y su relación con el universo, para que sea posible la extrapolación), en dirección a las variables el conjunto de preguntas que se les van a hacer—el cuestionario— (la redacción de cada pregunta y la secuencia de las preguntas). La suerte está echada antes de empezar la investigación propiamente dicha (los llamados trabajos de campo). En las perspectivas estructural o dialéctica, por ejemplo en el grupo de discusión o en el socioanálisis, el diseño es coextensivo al proceso de investigación: los participantes (en la discusión, en la asamblea) pueden plantear sus propias preguntas. Si queremos investigar la «imagen» del Presidente del Gobierno: en una encuesta estadística tendríamos que formular preguntas precisas (si tiene autoridad, si es eficaz, si es honrado, si es moderno, si representa a la clase social del entrevistado, etc.) —y, por el hecho de formularlas, las transformaríamos en pertinentes—; en un grupo de discusión son los participantes los que formulan las preguntas —los que establecen las dimensiones desde las que va a ser «juzgado»—, y pueden establecer algunas menos o algunas más (si es guapo, buen cristiano o jugador de golf). El socioanálisis es más abierto que el grupo de discusión: en el grupo de discusión hay puntuaciones arbitrarias del investigador (selección de participantes, propuesta de tema a discutir) y el proceso queda cerrado en esas dimensiones; en el socioanálisis no hay puntuaciones arbitrarías (no hay selección pues son incluidos todos los que forman parte de la institución, no hay propuesta de tema a discutir). Un proceso abierto de discusión es posible si el investigador es integrado, como sujeto en proceso, en el proceso de investigación. A medida en que pasamos de la perspectiva distributiva a la estructural, y a la dialéctica, hay una integración mayor del investigador. Podemos distinguir, con Bateson, dos niveles en un proceso de comunicación: un nivel de contenido (referencial), en cuanto transmite informaciones o computa, y un nivel relacional, en cuanto impone relaciones u ordena. El primer nivel, que implica comunicaciones digitales, es de tipo lógico más bajo que el segundo nivel, que implica comunicaciones análogas. El nivel relacional es una interacción entre sujetos. El nivel de contenido es objetivo^6. En la perspectiva distributiva, el sujeto es limpiamente evacuado. La objetividad es la intersección de intrasubjetividad (el mismo sujeto observa lo mismo en distintas ocasiones) e intersubjetividad (distintos sujetos observan lo mismo): se trata de un sujeto idéntico, idéntico cada uno a cada otro, idéntico cada uno a sí mismo (no cambia). Es un punto fijo sin extensión ni duración, un sujeto trascendental. El proceso está regido por un algoritmo o programa inyectado desde fuera. La singularidad subjetiva del investigador es reducida como «ecuación personal». En la perspectiva estructural, el sujeto es integrado parcial y transitoriamente. Parcialmente, en cuanto es incorporado, aunque sólo a nivel de contenido de las comunicaciones, tiene que decidir lo que sin su decisión sería indecidible, la pertinencia de los datos que capta o de las interpretaciones que les impone. Transitoriamente, en cuanto es incorporado sólo tácticamente a nivel relacional de las comunicaciones: por táctica admite como interlocutores válidos a los sujetos que están en su campo de observación, pero dentro de una estrategia que tiende a remachar su objetivación. En la perspectiva dialéctica, se pretende integrar al sujeto total y definitivamente, pues integra los niveles de contenido y relacional. Las otras dos perspectivas operan in vitro, produciendo cortes topocronológicos arbitrarios: esta perspectiva opera in vivo, alcanzando el techo de la objetividad y el techo de la relacionalidad^7. Traspasa los límites
(^6) Los términos originales son report (= descripción) y command (= prescripción). (^7) Costa Pinto (1963,15) afirma que «la objetividad de la ciencia de la sociedad (en una época como ésta
en que vivimos un proceso de transformaciones aceleradas) consiste, sobre todo, en no tener compromisos con el orden social que se transforma».
internos, comunicando la actividad intelectual, puesta en juego al nivel de contenido, y la afectividad, puesta en juego al nivel relacional, y los límites con el exterior, aboliendo la separación sujeto (investigador) / objeto (investigados). Históricamente, hay tres momentos en el proceso de la integración sujeto (investigador)/objeto (investigado). El primer momento corresponde al desarrollo de las ciencias naturales (físicas y biológicas): se enfrentan a una realidad no hablante, tratan a los objetos como a objetos. En este momento hay una neta separación entre el sujeto y los objetos. El segundo momento corresponde al desarrollo de las ciencias humanas: se enfrentan a una realidad hablante silenciándola, tratan a los sujetos como objetos. En este momento permanece la separación estratégica entre el sujeto y los objetos, pero el sujeto se aproxima tácticamente a los objetos para hacerlos hablar (aunque objetive su habla, reduciéndola a mero comportamiento). El tercer momento corresponde al desarrollo de las ciencias sociales: se enfrentan a una realidad hablante potenciando su habla, tratan a los sujetos como sujetos. En este momento queda abolida la separación entre sujeto y objeto. Este desarrollo es resumido —al modo en que la ontogénesis resume la filogénesis— en el desarrollo de las técnicas de investigación social: los tres momentos corresponden, respectivamente, al desarrollo de las perspectivas distributiva, estructural y dialéctica. El investigador social forma parte de la sociedad que investiga, es un dispositivo autorreflexivo (un espejo) que la sociedad se pone —hay que tener en cuenta que el reflejo articula un componente semántico o copia y un componente pragmático o mapa, una observación o información y una acción o neguentropía—. ¿Cómo es posible que, si es interior, se ponga en el exterior de la sociedad para observarla y actuar sobre ella? ¿Cómo, si es una parte, puede comprender al todo —la sociedad—? Hay todos que son igual a la suma de sus partes (todos mecánicos: un puzzle es igual a la suma de sus piezas). Hay todos que son igual al producto de sus partes (todos estadísticos: la probabilidad de un atropello es igual al producto de las probabilidades de que el automóvil y el peatón pasen por el mismo punto en el mismo momento). Esos todos no se pueden reconstruir a partir de ninguna de sus partes (ni el puzzle a partir de una pieza, ni el atropello a partir de la trayectoria del coche). La sociedad no es ni una suma (como pretende la ideología del capitalismo de producción) ni un producto (como pretende la ideología del capitalismo de consumo) de individuos. Cantor ha investigado todos autorreflexivos, que pueden ponerse en correspondencia biunívoca con sus partes. Esos todos son los conjuntos transfinitos: por ejemplo, el conjunto transfinito de los números enteros puede ponerse en correspondencia biunívoca con el conjunto transfinito de los enteros pares (1 : 2,2 : 4,3 : 6,..., n: 2n), hay el mismo número de pares que de enteros, aunque los pares sean una parte de los enteros. La sociedad es un sistema hipercomplejo, porque es un sistema complejo (autorreflexivo) que tiene como partes sistemas complejos —los individuos— (autorreflexivos). La evolución ha puesto espejos en el corazón del universo: como el cerebro en los animales o el lenguaje en los humanos. En esos espejos se reflejan copias y se refractan mapas del universo. El sujeto humano es la única entidad que tiene a su disposición ambos tipos de reflejos. Es, portante, el único operador epistémico posible. La verdad científica ha intentado articular dos pruebas: la prueba empírica (adecuación a la realidad) y la prueba teórica (coherencia del discurso). Heisenberg nos demuestra que la prueba empírica es imposible: no se puede determinar a la vez la posición y el estado de movimiento de una partícula (de ahí la complementariedad partícula/onda, si determinamos la posición tendremos una partícula, si determinamos el estado de movimiento tendremos una onda, pero nunca tendremos a la vez la partícula y la onda). Godel nos demuestra que la prueba teórica es imposible: no puede haber una teoría que sea a la vez consistente (que todos sus enunciados sean demostrables) y completa (que contenga todos los enunciados verdaderos —siempre habrá un enunciado al menos que sea verdadero pero que no se pueda probar—). La prueba empírica y la prueba teórica son paradójicas. Es