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Este documento explora la importancia de la disciplina eclesiástica en la Iglesia Adventista del Séptimo Día, mostrando cómo Dios ha disciplinado a su pueblo a lo largo de la historia bíblica. El autor plantea la pregunta de qué aspectos se pueden modificar de la disciplina eclesiástica en la iglesia adventista de Medellín en 2022. Se abordan temas como la disciplina en tiempos bíblicos, la disciplina en el desierto, el pacto mosaico y la disciplina adventista.
Qué aprenderás
Tipo: Esquemas y mapas conceptuales
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¡No te pierdas las partes importantes!
Modificar la disciplina Autor: Sebastián Antonio Gutiérrez Zambrano Corporación universitaria Adventista Unac Historia denominacional Ismael Serrano Medellín, Colombia 2022
Es necesario en nuestros tiempos endurecidos y apóstatas que la Iglesia sea llamada a un retorno a la doctrina neotestamentaria de la disciplina eclesiástica. En nuestros días, la Iglesia ha llegado a ser tolerante en cuanto al pecado aun cuando se encuentre en medio de ella. Esto acarrea la ira de Dios sobre la indiferencia de la Iglesia en cuanto a su santidad. La Iglesia moderna parece más dispuesta pasar por alto el pecado que a denunciarlo, y más dispuesta a comprometer la Ley de Dios que a proclamarla. Por tal motivo me he planteado la siguiente pregunta, ¿Cuáles serán los aspectos que se pueden modificar de la disciplina eclesiástica en la iglesia adventista del séptimo día de la ciudad de Medellín en el año 2022?, tal y como lo indica la pregunta planteada, he considerado establecer una propuesta para modificar la disciplina eclesiástica de la iglesia adventista del séptimo día solo por ahora en la ciudad de Medellín. Dado que se busca examinar diversas realidades subjetivas, el presente trabajo será elaborado bajo el planteamiento metodológico del enfoque cualitativo. LA DISCIPLINA EN TIEMPOS BIBLICOS En esta parte quiero desarraigar ese concepto lo más gentil y completo que yo pueda, mostrando cómo la disciplina de Dios hacia su pueblo es una parte integral de toda la historia de la Biblia, comenzando en Edén hasta la nueva creación. Disciplina en Edén En el principio, el pueblo de Dios estaba justo donde Dios los quería, y eran lo que Dios quería que fueran. Dios creó a Adán y Eva. Él le otorgó a Eva y los unió. Él los colocó en el
envió a Egipto, llevándolos finalmente a la esclavitud. En este punto, ellos habían sido tan fructíferos y se multiplicaron tanto que llenaron la tierra (Éxodo 1:7). Cuando Dios libertó la descendencia de Abraham de la esclavitud, él juzgó a sus captores con un rigor implacable. Él envió plagas a su tierra, mató a sus primogénitos, y ahogó su ejército (Éxodo 3-14). Pero cuando el pueblo de Dios necesitó disciplina. A pesar de las obras asombrosas que Dios hizo antes sus ojos, ellos no creyeron y se quejaron. Ellos rehusaron confiar en que el Dios que rompió sus cadenas podía llenar sus estómagos (Éxodo 16-17; Números 11). Ellos rehusaron confiar en que el Dios que venció al faraón podría librarlos de los enemigos que estaban ante ellos (Números 14). (Jamieson, 2019) Por tanto, Dios los enseñó y reprendió. Él proveyó para ellos y los castigó. Él les dio un pan que se dañaba si era guardado, para que aprendieran a confiar en él por el pan diario (Éxodo 16:13-30). Él condenó esa generación a la muerte en el desierto, permitiendo que sólo los niños entraran en la tierra prometida, los niños que los israelitas pensaron que no podría proteger de sus enemigos (Números 14:13-38). (Disciplina, 2019) En la cúspide de la tierra prometida, Moisés resumió las lecciones que ellos debían extraer de esta disciplina divina del Éxodo y el desierto: Amarás, pues, a Jehová tu Dios, y guardarás sus ordenanzas, sus estatutos, sus decretos y sus mandamientos, todos los días. Y comprended hoy, porque no hablo con vuestros hijos que no han sabido ni visto el castigo de Jehová vuestro Dios, su grandeza, su mano poderosa, y su brazo extendido, y sus señales, y sus obras que hizo en medio de Egipto a Faraón rey de Egipto, y a toda su tierra; y lo que hizo al ejército de Egipto, a sus caballos y a sus carros; cómo precipitó las aguas del Mar Rojo sobre ellos, cuando venían tras vosotros, y Jehová los destruyó hasta hoy;
y lo que ha hecho con vosotros en el desierto, hasta que habéis llegado a este lugar; y lo que hizo con Datán y Abiram, hijos de Eliab hijo de Rubén; cómo abrió su boca la tierra, y los tragó con sus familias, sus tiendas, y todo su ganado, en medio de todo Israel. Mas vuestros ojos han visto todas las grandes obras que Jehová ha hecho (Deuteronomio 11:1-7). “Dios disciplinó a Egipto y a Israel, pero nota la diferencia: La disciplina de Dios para Egipto resultó en su destrucción; su disciplina para Israel resultó en su instrucción. Dios castigó ciertos individuos de Israel para eliminar la maldad de Israel. Dios también castigó a todo el pueblo, pero a través de esa disciplina les enseñó a confiar y obedecer. Dios les dio los diez mandamientos para «disciplinarlos», para conformar sus vidas según su voluntad (Deuteronomio 4:36). Él los probó en el desierto, proveyendo para ellos como sólo él podía hacerlo, para que confiaran en él (Deuteronomio 8:1-4). ¿La lección?: «Reconoce asimismo en tu corazón, que como castiga el hombre a su hijo, así Jehová tu Dios te castiga» (Deuteronomio 8:5). Dios disciplina a su pueblo para que aprenda a no dependen de sí mismo y así irse tras otros dioses, sino a buscar todo y encontrar todo en él”. (Wayne, 1974) El pacto mosaico: la disciplina para evitar la destrucción Dios dirigió a su pueblo hacia la tierra prometida, eliminó a sus enemigos, y los estableció allí. En el pacto que Dios hizo con Israel a través de Moisés en el monte Sinaí, él los hizo no sólo un pueblo sino una nación (Éxodo 19:5-6). Él les dio una ley cuyo propósito era no sólo asegurar su obediencia sino gobernar su sociedad. Bajo el pacto mosaico, Dios hizo que Israel fuera responsable de su ley, y autorizó al gobierno humano de Israel para que pusiera sanciones por el incumplimiento del pacto. Los falsos profetas fueron muertos (Deuteronomio 13:1-5), así como los idólatras (Deuteronomio 13:6-18; 17:2-7). El objetivo de Dios al autorizar a su pueblo a eliminar a los idólatras era «borrar la maldad [o «persona mala»] del medio». Dios
El profeta Jeremías describe el castigo del exilio como una disciplina. Este castigo es retributivo, sí, pero también tiene como objetivo la restauración: Tú, pues, siervo mío Jacob, no temas, dice Jehová, ni te atemorices, Israel; porque he aquí que yo soy el que te salvo de lejos a ti y a tu descendencia de la tierra de cautividad; y Jacob volverá, descansará y vivirá tranquilo, y no habrá quien le espante. Porque yo estoy contigo para salvarte, dice Jehová, y destruiré a todas las naciones entre las cuales te esparcí; pero a ti no te destruiré, sino que te castigaré con justicia; de ninguna manera te dejaré sin castigo (Jeremías 30:10-11; 46:28). El exilio de Israel y Judá es un castigo, justo y medido (Oseas 7:12; 10;10). Pero su objetivo no es la destrucción sino la restauración. Dios destruirá a las naciones que recibieron a su pueblo disperso, pero su propio pueblo aún tiene esta esperanza: «estoy contigo para salvarte». De la misma manera en que Dios abatió al faraón, redimiendo y castigando a su pueblo, aquí Dios promete destrucción para las naciones, pero liberación a través de la disciplina de su pueblo. Efraín clama en el exilio: «Me azotaste, y fui castigado como novillo indómito; conviérteme, y seré convertido, porque tú eres Jehová mi Dios» (Jeremías 31:18). Y Dios responderá esa oración. Dios promete la destrucción total y final de las naciones que lo ignoran. Sin embargo, Dios disciplina a su pueblo con la destrucción del exilio para restaurarlos de nuevo hacia una relación con él, en arrepentimiento y santidad. ¿Pero cómo?
Los modos o tipos de disciplina eclesiástica varían desde leves a severos. Los siguientes son bíblicos:
1. La amonestación: privada o pública (Ro.15:14; Col. 3:16; 1Ts. 5:14; 2Ts. 3:4,15; Tit.3:10,11). El Diccionario de la Real Academia Española define "amonestar" como "advertir, prevenir, reprender". La Escritura misma es un tipo de amonestación (1Co.10:11). Los cristianos deben amonestarse y animarse mutuamente; por ejemplo, a hacer obras buenas y a asistir a las reuniones de la Iglesia (He.10:24,25). 2. Reprender, exhortar, persuadir, convencer (Mt.18:15; Ef.5:11; 1 Ti. 5:20; 2Ti. 4:2; Tit.1:9,13; 2:15). La palabra griega elencho, que se utiliza en los pasajes que acabamos de citar, es una palabra rica que significa "…reprender a otros con tan eficaz esgrima de los brazos victoriosos de la verdad que lo lleve, si no siempre a una confesión, sí al menos a una convicción de su pecado…" (R.C. Trench, Synonyms of the New Testament –Sinónimos del Nuevo Testamento–, pág.12). Esta palabra se utiliza también con respecto a la obra del Espíritu Santo en Juan 16:8, y se encuentra en los labios del Cristo entronizado en Apocalipsis 3:19, donde dice: "Yo reprendo y disciplino a todos lo que amo; sé, pues, celoso y arrepiéntete." Así, la reprensión apropiada es un acto de amor. La guía apropiada en tales materias es la Palabra de Dios, de la que se nos dice que es "útil… para reprender" (2Ti.3:16). Es importante que todos los cristianos practiquen el amor a la amonestación y la reprensión en sus relaciones mutuas. A muchos cristianos se les ha impedido caer más en errores o desmanes graves por la reprensión cortés de un hermano en Cristo. Si los cristianos aplicaran conscientemente la amonestación y la reprensión, habría me-nos necesidad de la excomunión.
Señor, no está excluida de la asistencia al ministerio de la Palabra predicada y enseñada, pues aún los no creyentes son bienvenidos a las asambleas públicas (1Co.14:23–25). Que esta forma de disciplina es desagradable y lamentable (1Co.5:2) nadie lo dudaría. No obstante, esta práctica conlleva asociada en el Nuevo Testamento la propia sanción directa de Cristo (Mt.18:18,19). Pablo reclama esta sanción cuando escribe en lo que concierne a la situación de Corintio que el hombre ha de ser entregado a Satanás (es decir, puesto de nuevo en el mundo, que es la heredad de Satanás), "en el nombre de nuestro Señor Jesús" y "con el poder de nuestro Señor Jesús" (1Co. 5:4). Difícilmente podría haber afirmado más clara y decisivamente que nuestro Señor Jesús mismo es la autoridad detrás de una verdadera excomunión. No ha de pensarse que la excomunión sea irrevocable, pues la persona que se arrepiente de su pecado y busca la purificación y el perdón de Dios ha de ser bienvenida de nuevo en la comunión de la Iglesia (2Co.2:6–8). Desde luego, es la responsabilidad de pueblo de Dios continuar orando por cualquier persona así removida de la congregación que Dios la lleve al arrepentimiento. Por otra parte, tanto en cuanto permanezcan impenitentes, continúan excomulgadas. Reconocemos, por supuesto, que en estos tiempos el transgresor buscará frecuentemente otra iglesia a la que asistir a fin de evitar arrepentirse y someterse a la iglesia que lo amó lo suficiente como para disciplinarlo. En tales casos, el transgresor y la otra iglesia son responsables ante Dios. La iglesia que disciplina, si ha cumplido bien su deber, será vindicada por el Señor a su debido tiempo. (Cf. La objeción 8, pág. 14.) DISCIPLINA ADVENTISTA El proceso de disciplinar miembros y líderes en general es tomado en serio por la Iglesia Adventista del Séptimo Día desde sus comienzos. Como concepto esencial, la organización toma
como referencia textos citados por Jesús. En el evangelio según Mateo, en el capítulo 18, específicamente los versículos del 15 al 20, dentro de la comunidad cristiana, Cristo explica la forma como deberían ser tratadas las personas que se equivocan. En el compilado titulado Consejos para la iglesia, una de las pioneras adventistas, la escritora Elena de White, afirma que “a la iglesia ha sido conferido el poder de actuar en lugar de Cristo. Es instrumento de Dios para la conservación del orden y la disciplina entre su pueblo. En ella ha delegado el Señor el poder para arreglar todas las cuestiones relativas a su prosperidad, pureza y orden”. El Manual de la Iglesia contiene las pautas oficiales de la Iglesia Adventista del Séptimo Día a nivel mundial que orientan la vida de la iglesia local. El capítulo 7 trata en detalle el tema de la disciplina eclesiástica. La disciplina eclesiástica sirve básicamente para dos cosas: mantener la pureza, integridad y fervor espiritual de la iglesia como cuerpo de Cristo, y ayudar al miembro que cometió un pecado grave en su proceso de restauración espiritual. La disciplina debe ser aplicada con amor, respeto e imparcialidad, con el objetivo de redimir al miembro involucrado. (Nazo, 2016) PROPUESTA Las instrucciones de la Biblia con respecto a la disciplina de la iglesia implican la necesidad de ser miembro de la iglesia. La iglesia y su pastor son responsables del bienestar espiritual de cierto grupo de personas (miembros de la iglesia local), no de todos en la ciudad. En el contexto de la disciplina de la iglesia, Pablo pregunta: "Porque ¿qué razón tendría yo para juzgar a los que están fuera? ¿No juzgáis vosotros a los que están dentro?" (1 Corintios 5:12). El candidato a la disciplina de la iglesia tiene que estar "dentro" de la iglesia y ser responsable ante ella. Él profesa fe en Cristo, pero continúa en pecado innegable.
Todos hemos sido testigos del comportamiento de un niño a quien se le ha permitido hacer todo lo que le plazca, sin ninguna o poca disciplina consistente. ¡No es algo agradable! Tampoco lo es esta clase de amor paterno, que condena al niño a un terrible futuro. Tal comportamiento, impedirá al niño establecer relaciones significativas y comportarse adecuadamente en cualquier clase de situación, ya sea socialmente o en una ocupación. (¿Qué dice la Biblia acerca de la disciplina en la iglesia / excomunión?, 2019) De la misma manera, la disciplina ejercida en la iglesia, aunque no es ni deseable ni fácil, no sólo es necesaria, sino también amorosa. Más aún, es ordenada por Dios. Bibliografía (Jamieson, 2019: , (Jamieson, 2019),
Claverie, 2016: , (Claverie, 2016), Repaso de la lección, 2016: , (Repaso de la lección, 2016), (White, 2008: , (White, 2008), Jamieson, 2019: , (Jamieson, 2019), Disciplina, 2019: , (Disciplina, 2019), Wayne, 1974: , (Wayne, 1974), Pilper, 1983: , (Pilper, 1983), HARRIS, 2021: , (HARRIS, 2021), Nazo, 2016: , (Nazo, 2016), (¿Qué dice la Biblia acerca de la disciplina en la iglesia / excomunión?, 2019: , (¿Qué dice la Biblia acerca de la disciplina en la iglesia / excomunión?, 2019),