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Medicina en la edad barroca, Apuntes de Medicina

se explica claramente las tendencias médicas utilizadas en la edad barroca

Tipo: Apuntes

2020/2021

Subido el 17/08/2021

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L A M E D I C I N A E N L A E D A D B A R R O C A
( S I G L O S X V I I A X I X )
INTRODUCCIÓN
LA EDAD BARROCA sigue al Renacimiento y abarca desde la segunda mitad
del siglo XVII hasta la Revolución Industrial, a fines del siglo XVIII y
principios del XIX. En este lapso se desarrollaron una serie de grandes
sistemas o teorías médicas que se disputaban el lugar prevaleciente que
habían ocupado las ideas galénicas durante cerca de 1 500 años. Varios
sistemas médicos, como la iatroquímica, la iatromecánica, el animismo
y el vitalismo, el solidismo, el brownismo, el mesmerismo y otros más,
dieron origen a distintos conceptos de enfermedad, algunos de los cuales
influyeron en la terapéutica empleada en los pacientes. Varias de estas
teorías siguieron la sugestión de Sydenham, de que la enfermedad
debería estudiarse igual que otros objetos de mundo natural y se
dedicaron a clasificar a los padecimientos en clases, órdenes y géneros,
lo mismo que se hace con plantas y animales.
En esta época también quedó establecida la anatomía patológica como
una ciencia, se avanzó en el diagnóstico clínico con el descubrimiento de
la percusión como un método de exploración física, se generalizó el uso
de la vacuna de Jenner en contra de la viruela y se descubrió el oxígeno.
Las ideas de los filósofos tuvieron gran influencia en el desarrollo de la
medicina, a principios del siglo XVIII en Alemania con Leibniz, Kant,
Fichte, Schelling y Hegel, y a fines de ese mismo siglo en Francia con
los philosophes De Condillac, Helvetius, D'Alembert, Condorcet y
Cabanis.
Finalmente, la Edad Barroca culmina con dos episodios médicos de
inmensa importancia para la evolución ulterior de la medicina, que
fueron: 1) el desarrollo de los grandes hospitales, como los de París,
el Allgemeine Krankenhaus de Viena y el Hospital de la Charité en Berlín,
y 2) los trabajos de la École de Paris y de la "Nueva" Escuela de Viena.
Desde luego, el movimiento social más importante en Europa en el
siglo XVIII fue la Revolución Francesa, que sirvió de marco y de estímulo
para varios de los episodios mencionados, que prepararon, estimularon
y finalmente consiguieron la transformación científica de la medicina.
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L A M E D I C I N A E N L A E D A D B A R R O C A

( S I G L O S X V I I A X I X )

INTRODUCCIÓN

LA EDAD BARROCA sigue al Renacimiento y abarca desde la segunda mitad del siglo XVII hasta la Revolución Industrial, a fines del siglo XVIII y principios del XIX. En este lapso se desarrollaron una serie de grandes sistemas o teorías médicas que se disputaban el lugar prevaleciente que habían ocupado las ideas galénicas durante cerca de 1 500 años. Varios sistemas médicos, como la iatroquímica, la iatromecánica, el animismo y el vitalismo, el solidismo, el brownismo, el mesmerismo y otros más, dieron origen a distintos conceptos de enfermedad, algunos de los cuales influyeron en la terapéutica empleada en los pacientes. Varias de estas teorías siguieron la sugestión de Sydenham, de que la enfermedad debería estudiarse igual que otros objetos de mundo natural y se dedicaron a clasificar a los padecimientos en clases, órdenes y géneros, lo mismo que se hace con plantas y animales.

En esta época también quedó establecida la anatomía patológica como una ciencia, se avanzó en el diagnóstico clínico con el descubrimiento de la percusión como un método de exploración física, se generalizó el uso de la vacuna de Jenner en contra de la viruela y se descubrió el oxígeno. Las ideas de los filósofos tuvieron gran influencia en el desarrollo de la medicina, a principios del siglo XVIII en Alemania con Leibniz, Kant, Fichte, Schelling y Hegel, y a fines de ese mismo siglo en Francia con los philosophes De Condillac, Helvetius, D'Alembert, Condorcet y Cabanis.

Finalmente, la Edad Barroca culmina con dos episodios médicos de inmensa importancia para la evolución ulterior de la medicina, que fueron: 1 ) el desarrollo de los grandes hospitales, como los de París, el Allgemeine Krankenhaus de Viena y el Hospital de la Charité en Berlín, y 2 ) los trabajos de la École de Paris y de la "Nueva" Escuela de Viena. Desde luego, el movimiento social más importante en Europa en el siglo XVIII fue la Revolución Francesa, que sirvió de marco y de estímulo para varios de los episodios mencionados, que prepararon, estimularon y finalmente consiguieron la transformación científica de la medicina.

Figura 18. Johannes Baptista van Helmont (1578-1644).

LA IATROQUÍMICA

El fundador de esta teoría general de la medicina fue Paracelso (véase p. 72) con su interés en ciertos aspectos químicos de la naturaleza, su postulado de las tres sustancias químicas fundamentales (mercurio, azufre y sales) y su insistencia en el uso de sustancias químicas en vez de las infusiones y preparados complejos recomendados por la tradición galénica. Pero Paracelso realmente pertenece a una época anterior al Renacimiento, es todavía un producto de la Edad Media. Más cercano a la Edad Barroca es Johannes Bapista van Helmont (1578-1644), quien nació en Bruselas y estudió matemáticas, filosofía, astrología y astronomía en Lovaina, pero rechazó el grado de maestro por considerarse todavía un estudiante. Después de un periodo con jesuitas y capuchinos, continuó estudiando leyes, botánica y medicina; de esta última se decepcionó cuando no pudo curarse de la sarna, pero al mismo tiempo rechazó la oferta de una jugosa posición religiosa (porque no deseaba vivir y enriquecerse a costa de los pecados de la gente), regaló todas sus propiedades y se hizo médico itinerante, curando en forma gratuita a todos los que se lo solicitaban. En sus viajes conoció los escritos de Paracelso, después de 10 años regresó a Bruselas, se casó con una rica heredera y se retiró a Vilvorde a ejercer la medicina y escribir sus obras. En 1621 se vio envuelto en una controversia sobre el "bálsamo del arma", la idea de que la herida producida por una arma se curaba si el médico, en vez de tratar al paciente, le aplicaba las medicinas al arma responsable de ella. Van Helmont insistió en que el estudio de la naturaleza corresponde a los naturalistas y no a los sacerdotes, defendió a Paracelso y a la magia, y propuso que los efectos milagrosos de las reliquias sagradas se deben a su "acción simpática" y no difieren de la "cura del arma por magneto". Estas ideas eran peligrosas y en 1623 fueron denunciadas por la Facultad de Medicina de Lovaina ante la Santa Inquisición; Van Helmont compareció ante este alto tribunal y fue condenado a tres años de cárcel. Aun después de haber sido liberado, permaneció en arresto domiciliario y con la

del pneuma. Sylvius propone sustituir los cuatro humores clásicos (sangre, flema, bilis amarilla y bilis negra) por otros tres, que son la saliva, el jugo pancreático y la bilis; a este triunvirato humoral agrega la idea colectiva de los espíritus vitales. De importancia primaria son los procesos químicos de fermentación y efervescencia, así como las cualidades de ácido y alcalino; la saliva y el jugo pancreático son ácidos y la bilis alcalina. La saliva participa en la digestión gástrica, mientras la secreción pancreática y la bilis contribuyen a la transformación del quimo en quilo y heces fecales. Para Sylvius la sangre es el componente fundamental del organismo, donde se desarrollan los procesos que resultan en salud y en enfermedad; la sangre contiene a la bilis preformada, que se separa de ella en la vesícula biliar pero vuelven a mezclarse en el hígado, donde junto con el quilo producen una fermentación vital. De acuerdo con Sylvius la salud consiste en la realización normal del proceso de fermentación en el organismo, sin la aparición de sales ácidas o alcalinas; en cambio la enfermedad ocurre cuando uno de estos dos tipos de sales surge y prevalece.

La clasificación de las enfermedades de Sylvius es más compleja, porque también depende del tipo de humor afectado. Por ejemplo, si la bilis es alcalina se producen fiebres elevadas, mientras que si es ácida, causa congestión; los espíritus vitales también pueden alterarse por los excesos de acidez o alcalinidad diluyéndose demasiado, eferveciendo de manera incompleta, o faltando del todo. La terapéutica aplicada por Sylvius era bien sencilla: eliminar el ácido o el álcali en exceso. Lo primero se logra con sustancias alcalinas y lo segundo por medio de ácidos. La efervescencia de la bilis se cura con sustancias catárticas. Sylvius recomendaba diaforéticos, absorbentes y eméticos, mientras que repudiaba las sangrías; uno de sus fármacos favoritos era el opio, que administraba con tal liberalidad que llegó a decirse que sus métodos terapéuticos fueron responsables de tantas muertes como la Guerra de los Treinta Años.

Otro médico iatroquímico del siglo XVII fue Thomas Willis (1622-1675), a quien volveremos a encontrar entre los animistas. Willis se graduó en Oxford y allí inició el ejercicio de su profesión; era miembro del pequeño grupo que se reunía en el Colegio Wadham y que posteriormente se transformó en la Real Sociedad de Londres. Con la Restauración fue nombrado profesor de filosofía natural y en 1664 publicó su Cerebri Anatomie ; en 1666 se mudó a Londres y pronto alcanzó éxito profesional y económico. Willis postuló la existencia de cinco elementos, en lugar de los cuatro galénicos o los tres de Sylvius; éstos eran agua, tierra, sal, azufre y espíritus. Además, adoptó las ideas de Sylvius sobre la fermentación, pero rechazó los ácidos y los álcalis del médico holandés. De hecho, Willis asignó a las fermentaciones todas las actividades corporales y todos los movimientos internos, que aunque se localizan en el estómago y en el bazo, en realidad se deben a los espíritus vitales

generados en el cerebro, que, a su vez corresponde en su mayor parte al mercurio que, según Paracelso, volatiliza los cuerpos.

Willis cree que las enfermedades, especialmente las de la sangre, se deben a fermentaciones y efervescencias en que los espíritus vitales desempeñan el papel principal. Por ejemplo, la histeria se debe a la unión de los espíritus con la sangre imperfectamente purificada en el bazo, así como a la falsa fermentación que resulta de ello. Las medidas terapéuticas recomendadas por Willis en su libro Pharmaceutica rationale fueron muy populares en su tiempo, pero Osler se refirió a este volumen diciendo: "Está tan muerto como Willis. Me dan escalofríos al pensar en la constitución que tenían nuestros ancestros, y cómo resistían los asaltos de los boticarios."

Otro iatroquímico del siglo XVII, el holandés Cornelius Bontekoe (1647-

  1. quien fue médico de Brandenburgo y profesor de medicina en Frankfurt, recibió un premio especial de la Compañía, de las Indias Orientales por su promoción del comercio del té, en vista de que para "lavar el lodo pancreático" recetaba a sus enfermos que tomaran 50 tazas de té de una sola vez, o 100 tazas en el curso de un día; otras dos recomendaciones del profesor Botenkoe eran que los pacientes fumaran tabaco en forma constante y usaran opio con generosidad. No es de extrañar que fuera uno de los profesionales más famosos de su tiempo, que tuviera numerosa clientela y un grupo grande de médicos seguidores de su "sistema".

La escuela iatroquímica perdió el prestigio con que contaba en varios países europeos a mediados del siglo XVIII, en parte por el surgimiento de la escuela iatromecánica y del animismo, y en parte porque la influencia de Sydenham y de Boerhaave alejó a los médicos y a los enfermos del demasiado teorizar y concentró su atención en la medicina clínica. La iatroquímica hacía hincapié en los aspectos cualitativos de la medicina y además era incapaz de explicar la especificidad de los fenómenos naturales, mientras que la iatromecánica se prestaba al análisis cuantitativo y proponía mecanismos bien definidos para la mencionada especificidad.

LA IATROMECÁNICA

La iatromecánica es la doctrina que compara al cuerpo humano con una máquina artificial y pretende explicar su funcionamiento sobre bases puramente físicas. En este sistema las partes sólidas del organismo constituyen diferentes maquinarias o conductos inertes que obedecen las leyes de la estática, mientras que los líquidos se rigen por los principios de la hidráulica. Como las leyes que gobiernan el movimiento de las partículas muy pequeñas, indivisibles e iguales que forman la materia (según la teoría corpuscular), se definen cuantitativamente con precisión matemática, la fisiología resulta ser una rama de las matemáticas aplicadas. La iatromecánica se desarrolló a fines del

digestión y hasta comentarios sobre la fiebre, todo manejado con gran capacidad de análisis crítico, profundidad de conceptos y equilibrio de juicio. En esta parte Borelli ya no es un iatromecánico sino un sabio del siglo XVII, cuya meta es alcanzar una comprensión aceptable de los fenómenos que estudia. Naturalmente, sus argumentos corresponden a su época y en muchos sitios, en lugar de datos usa analogías, pero eso no le resta valor a sus trabajos. Por ejemplo, señala que el riñón maneja la excreción de líquidos y controla las sales alcalinas y tartáricas del suero, en vista de que las sales fijas, adheridas tenazmente a las fibras y porosidades de la carne, sólo pueden desalojarse por medio de la humedad. El principio fundamental es que las partículas no fluyen por tubos estrechos en ausencia de líquidos abundantes que los lubriquen. Los líquidos pueden secuestrar sales y mantenerlas ocultas por medio de la agitación intrínseca en la circulación, pero cuando acumulan un exceso de sales se transforman en agentes potenciales de enfermedad. Así cargados, los líquidos pueden irritar membranas y nervios sensibles, o bien sufrir una fermentación crónica que finalmente producirá una corrupción extraña al organismo. El órgano responsable de eliminar todas las sustancias patógenas es el riñón, que lo hace por medio de separaciones puramente mecánicas.

Otro miembro distinguido de la escuela iatromecánica fue Giorgio Baglivi (1668~1706), discípulo de Malpigio, que a la edad de 28 años fue nombrado profesor de anatomía en Roma. Baglivi enseñaba que cuando el organismo se estudia con cuidado uno encuentra:

[...] máquinas trituradoras en los huesos maxilares y los dientes, un

recipiente en los ventrículos, tubos hidráulicos en las venas, arterias

y otros vasos, un pistón en el corazón, un filtro o múltiples orificios

separados en las vísceras, un par de fuelles en los pulmones, el

poder de una palanca en los músculos, poleas en los extremos de

los ojos, y así sucesivamente... Los efectos naturales de un cuerpo

animado no pueden explicarse en forma más clara y con mayor

facilidad que con los principios matemáticos experimentales con

los que se expresaba la naturaleza.

Sin embargo, Baglivi estableció con claridad la diferencia entre la teoría y la práctica de la medicina; mientras se intenta comprender la manera como está construido y funciona el organismo, la teoría iatromecánica debe prevalecer, pero cuando se trata de examinar a un enfermo y prescribir algo para aliviarlo, ninguna teoría sirve de nada. Es necesario echar mano de la experiencia y la observación cuidadosa y al final usar remedios hipocráticos. Baglivi se refiere con admiración a Sydenham, quien sostenía ideas semejantes.

Entre los iatromecánicos más entusiastas debe mencionarse a Archibald Pitcairn (1652-1713), fundador de la escuela de Edimburgo en 1685.

Primero estudió leyes pero después se cambió a medicina en París y se graduó en 1680 en Reims. Regresó a Edimburgo y adquirió gran prestigio como médico y matemático, por lo que fue invitado a ocupar la cátedra de medicina en Leyden. Permaneció ahí sólo un año y tituló su discurso inaugural: "Una oración que demuestra que la medicina está libre de la tiranía de las sectas de los filósofos" y en él atacó fuertemente todos los sistemas médicos, señalando que su búsqueda de las "causas" de los fenómenos son estériles y que lo único que podemos conocer son las relaciones de las cosas entre sí y las leyes y propiedades de sus apariencias. Pitcairn usó como modelo de ciencia la astronomía, que se abstiene de postular esencias, formas sustanciales, partículas invisibles o espíritus sutiles, y en su lugar se limita a analizar los fenómenos observables y expresa sus leyes en forma matemática. Los médicos deberían hacer lo mismo, deberían colectar sus observaciones sobre distintas enfermedades y sus remedios y no prestar atención a las construcciones teóricas de los filósofos.

Un sistema muy cercano al iatromecánico fue el llamado mecánico- dinámico, postulado por Friedrich Hoffmann (1660-1742) en su libro Fundamenta medicinae de 1695. Antes de estudiar medicina en Jena aprendió matemáticas y filosofía; viajó a Holanda e Inglaterra, en donde fue discípulo de Robert Boyle y seis años después de haber regresado a Alemania fue invitado a ser profesor de anatomía, cirugía, física, química y práctica de la medicina en la nueva Universidad de Halle, donde ganó gran fama como maestro y químico. Preparó varios remedios populares, como Liq. anodynus H, Elixir viscerale H, Balsamum vitae H, etc., que le permitieron ganar una pequeña fortuna. Tenía 60 años de edad cuando empezó a escribir su gran obra, Medicina rationalis systematica , que apareció entre 1728 y 1740. El sistema de Hoffmann se basa en la anatomía y en la física, pero en la anatomía de Hoffmann se incluye la fisiología y en la física se estudian los movimientos de los cuerpos; la química es de importancia secundaria. El elemento central es el movimiento:

Aprendemos por medio de observaciones cuidadosas que el

movimiento es la causa de todos los cambios que ocurren en el

organismo y que en el movimiento se encuentra la base de la salud

y de la enfermedad; que las causas mismas de las enfermedades

actúan sobre las partes sólidas y líquidas de nuestros cuerpos

únicamente a través del movimiento; y que los agentes terapéuticos

ejercen sus efectos sólo a través del movimiento. Por lo tanto, para

explicar los fenómenos médicos y la actividad terapéutica, creemos

que debe prestarse especial atención al movimiento y a sus

variaciones.

Según Hoffmann, las máquinas están construidas de tal manera que una pieza defectuosa puede trastornar los movimientos regulares de muchas otras partes. El resumen más condensado de las ideas de Hoffmann lo da él mismo: "La vida y la muerte están condicionadas mecánicamente

y en el bazo; en cambio, el segundo postuló la existencia no de una sino de dos ánimas distintas, la racional (inmortal y específica del hombre) y la material (compartida con los animales), pero que no participan en la enfermedad. El personaje central en la historia del animismo es Georg Ernst Stahl (1639-1734), quien estudio en Jena en los mismos tiempos de Hoffmann. Permaneció allí como privatdozent, después vivió siete años como médico en Weimar, hasta que Hoffmann consiguió que lo nombraran profesor de la segunda cátedra de medicina de la Universidad de Halle. Ahí trabajó durante 22 años, al cabo de los cuales viajó a Berlín como médico de la corte hasta su muerte.

Figura 20. Georg Ernst Stahl (1660-1734).

Stahl rechaza lo relacionado con las ciencias naturales en la medicina; en su concepto, el organismo es totalmente distinto de una máquina y solo puede comprenderse como el producto de un principio inmaterial que le confiere forma, función, armonía y permanencia. El cuerpo humano es completamente pasivo, un autómata manejado por una entidad denominada de distintas maneras anima, natura , principium vitae , Natur, physis , y otros nombres más. Como médico, Stahl había observado la asombrosa capacidad de autorregulación del organismo; como químico se preguntó cómo era posible que una estructura tan compleja y tan destructible como el cuerpo humano mantuviera su integridad frente a tantas agresiones y no se desintegrara como ocurre tan rápidamente después de la muerte. Incapaz de explicar estas dos propiedades del cuerpo humano (autorregulación y conservación) por medio de las teorías médicas en boga en su tiempo, la iatroquímica y la iatromecánica, Stahl inventó una solución Perfecta: el ánima.

La obra principal de Stahl, Theoria medica vera (1708) tiene la estructura de los grandes sistemas escritos en Europa después de la introdución de los tratados árabes: se inicia con definiciones de la medicina y sus subdivisiones, después se refiere a los res naturales (elementos, humores, temperamentos, miembros del cuerpo, facultades, operaciones y espíritus), luego a los res non naturales (aire, comida, bebida, sueño y vigilia, movimiento y descanso, evacuación y

repleción, emociones y pasiones), posteriormente a los res contra naturales (enfermedades, causas, localizaciones, signos, síntomas, consecuencias) que también incluyen la higiene, y finalmente se tratan las distintas terapéuticas, incluyendo dietas, drogas y cirugía.

El ánima imparte vida a la materia muerta, participa en la concepción (tanto del lado paterno como del materno), genera el cuerpo humano como su residencia y lo protege contra la desintegración, que solamente ocurre cuando el ánima lo abandona y se produce la muerte. El ánima actúa en el organismo a través de "movimientos" no siempre visibles y mecánicos sino todo lo contrario, invisibles y "conceptuales", pero de cualquier manera responsables de un tono específico e indispensable para la conservación de la salud. La interferencia con tales movimientos resulta en cambios del tono que se manifiestan como contracciones o relajamientos anormales que constituyen la enfermedad; los cambios de tono se expresan como taquicardia, fiebre, escalofríos, convulsiones, parálisis, etcétera.

Para su terapéutica, Stahl consideraba que el propio organismo era el mejor agente, a través de la vis medicatrix naturae , que era lo mismo que el ánima. Como esta última era la causa de todas las enfermedades, también podía curar todo. Las medidas terapéuticas debían actuar exclusivamente a través del ánima , o mejor aún, de los "movimientos" resultantes de su acción, inhibiéndolos cuando fueran excesivos o estimulándolos cuando fueran débiles o estuvieran ausentes. Stahl estaba a favor de las sangrías, tanto en padecimientos agudos como crónicos; otros medicamentos que recetaba eran purgantes, eméticos, diaforéticos, polvos gástricos, etc. Rechazaba la corteza de chinchona para combatir la fiebre intermitente porque pensaba que ésta era una forma en que el organismo combatía la congestión o plétora ; tampoco aprobaba el opio porque restringía los movimientos , ni las aguas minerales y las preparaciones con hierro porque eran las recetas favoritas de Hoffmann, ni muchos otros medicamentos en boga en su tiempo porque eran inútiles o perniciosos. En general, su terapéutica era mínima y seguía la regla hipocrática de la observación expectativa.

Stahl tuvo muchos seguidores, tanto en Alemania como en el resto de Europa, y especialmente en Francia, en la llamada Escuela de Montpellier , en la que sobresalen tres médicos: Francois Boissier de Sauvages de la Croix (1706-1767), Theophile de Bordeau (1722-1776) y Paul Joseph Barthez (1734-1806). El primero predecesor y maestro y, junto con De Bordean, genuino representante del siglo XVIII. Aunque Barthez sobrevivió hasta principios del siglo XIX, también se identifica como fiel seguidor de Stahl y pertenece en cuerpo y ánima al siglo anterior.

Boissier de Sauvages se graduó de médico en Montpellier en 1726, en donde adquirió la filiación iatromecánica tradicional. Después de estudiar las obras de Stahl, reconoció la existencia de "un principio vital

nombró médico consultante, pero entonces ya sólo le quedaban cuatro años de vida.

El principio vital de Barthez es simplemente "la causa de los fenómenos de la vida en el cuerpo humano". Aunque su verdadera naturaleza se desconoce, el principio vital está dotado de movimientos y sensibilidad; además, es distinto de la mente, se encuentra distribuido en todas partes del organismo y no puede funcionar de manera aislada en ninguna de ellas, ya que rápidamente se generaliza por medio de simpatías o afinidades existentes entre los distintos órganos. La enfermedad se debe a alguna alteración del principio vital; por ejemplo, los padecimientos nerviosos son un debilitamiento de sus poderes, mientras que las fiebres pútridas son fermentaciones que tienden a la corrupción; otro ejemplo serían las enfermedades malignas, en las que el principio vital está muy disminuido o ausente.

La terapéutica recomendada por Barthez se basa en las "indicaciones " que el médico recibe de la enfermedad; por ejemplo, si el paciente tiene náusea hay que darle un emético, si cólicos un purgante, si fiebre, un antipirético, etc. Esta forma de tratamiento puramente sintomático refleja en gran parte la esterilidad del vitalismo para generar nuevas ideas sobre el manejo de distintas enfermedades, en vista de que éstas se deben a trastornos en una esfera (el principio vital ) inaccesible a cualquier forma de manipulación externa.

Otro vitalista famoso de fines del siglo XVIII fue Marie Francois Xavier Bichat (1771-1802), médico francés que volverá a ser mencionado en relación con el desarrollo de la anatomía patológica (véase p. 138). Bichat nació en Thoisette-en Bas y estudió en Lyon y en París, en esta última ciudad bajo la protección de Desault, el famoso cirujano. Como murió antes de los 31 años de edad, sólo pudo trabajar unos cuatro años, pero lo hizo con tal intensidad y originalidad que en 1800 publicó dos libros, Traité des membranes y Recherches physiologiques sur la vie et la mort, mientras que otros dos, Anatomie génerale y los primeros tomos de su Anatomie descriptive aparecieron en forma póstuma. Un año antes de su muerte, Bichat escribió:

"El caos era la materia sin propiedades; para crear el Universo, Dios lo dotó de gravedad, elasticidad, afinidad, etc.... y a una parte le dio sensibilidad y contractilidad."

Estas dos propiedades, sensibilidad y contractilidad, ocurren en las dos formas genéricas de vida que distingue Bichat, la orgánica y la animal. En su libro Recherches physiologiques sur la vie et la mort, la primera parte está dedicada a una discusión de las diferencias entre las vidas orgánica y animal y la forma como se manifiestan las dos propiedades vitales mencionadas, mientras que en su Anatomie génerale , Bichat distingue entre los diferentes tejidos no sólo por sus propiedades físicas después de muertos sino también por la variable distribución

cuantitativa de las dos propiedades vitales que poseen durante la vida. Bichat pensaba que era mediante el estudio de las alteraciones en las propiedades vitales de tejidos específicos que deberían entenderse la enfermedad y los mecanismos de acción de las drogas, y que las alteraciones anatómicas observadas en las autopsias de los pacientes estudiados en la clínica deberían correlacionarse no con los síntomas sino con los cambios en las propiedades vitales de los tejidos afectados.

Bichat deseaba hacer con la fisiología y la medicina lo que Newton con la física. Newton (según Bichat) explicó todo lo que ocurre en el mundo con base en unas cuantas propiedades de la materia viva. La fisiología, para hacerlo, debería adoptar un nuevo lenguaje al describir las propiedades de la materia viva, diferente al de la física y la química; encontrar sus propios principios, distintos de los que regulan las ciencias del mundo inerte e independientes de éste. El vitalismo de Bichat ya no guarda más que un parentesco muy remoto con el animismo de Stahl; se parece más a ciertas posturas antirreduccionistas contemporáneas, cuyo argumento central es la irreducibilidad de la vida a las leyes de la física y de la química.

IRRITABILIDAD, SOLIDISMO, BROWNISMO Y MESMERISMO

Durante la Edad Barroca surgieron otras muchas "escuelas" o teorías médicas que pretendían sustituir a la teoría humoral de Galeno. Una usó el concepto de irritabilidad, introducido por Francis Glisson (1597-1677), para denominar una "percepción natural no acompañada por sensación alguna" y para explicar que "después de la muerte las fibras se contraen al ponerlas en contacto con licores ácidos o picantes". Glisson basó su explicación del vaciamiento de la vesícula biliar a través del cístico en la irritabilidad de la pared vesicular, que se contrae como respuesta a la distensión producida por la acumulación de bilis; tal conjetura aparece en su libro Anatomia hepatis , publicado en 1654. Pero fue Albrecht von Haller (1708-1777) quien desarrolló de manera más extensa el concepto de irritabilidad y la apoyó con numerosos datos experimentales (según él, sólo para identificar las partes del cuerpo que poseen irritabilidad realizó 567 experimentos). Haller buscaba una alternativa razonable a las teorías biomédicas, ante el conflicto entre iatroquímicos, iatro- físicos, animistas y otras "escuelas" más. También Hoffmann (véase p. 120 ) usó a la irritabilidad como parte de su teoría del movimiento como expresión central de las propiedades y de la energía de la materia, que percibimos como contracción y expansión. La vida es movimiento, especialmente del corazón y de la sangre; la muerte es la ausencia de movimiento. Existe un fluido nervioso que conserva normales las acciones del cuerpo; este fluido lo secreta el cerebro y se distribuye en el organismo a través de los nervios y las arterias. Su función es regular el tono de los tejidos, que se basa en su irritabilidad; cuando hay un exceso de este fluido se produce un espasmo, mientras que su deficiencia resulta en atonía. Ejemplos de enfermedades espásticas son las inflamaciones localizadas, hemorrágicas, catarros y neuralgias; en

era sencilla y muy seleccionada: para disminuir el espasmo aconsejaba purgantes y eméticos, baños calientes y opio; para eliminar la atonía y fortalecer el corazón usaba baños fríos y tónicos como el vino y la quinina, y como medidas generales recomendaba dietas y diuréticos. Su tratamiento para la gota (que él mismo sufría) era eliminar todos los licores de malta y los vinos fuertes, prohibición absoluta del tabaco, uso moderado (una vez al día) de alimentos animales y abstención de toda verdura que produjera flatulencia, como la berenjena o el betabel. Para complementar esta dieta rigurosa recomendaba ejercicio moderado al aire libre, estímulo diario de la piel de la espalda con un cepillo suave, y en general un estilo de vida sencillo y sin excesos de ningún tipo. Cullen se oponía al uso frecuente de las flebotomías y sus tratamientos iban con frecuencia en contra de sus propias teorías, lo que seguramente explica su gran éxito como médico.

Cullen tuvo muchos seguidores, pero ninguno más pintoresco que John Brown (1735-1788), quien redujo la irritabilidad y el solidismo o patología neural al absurdo y lo bautizó como brownismo. El principio central del brownismo es la excitabilidad, presente en todo el organismo pero concentrada en el sistema neuromuscular. La excitabilidad de Brown amalgama los conceptos de irritabilidad y sensibilidad de Glisson, Haller y Cullen; sin embargo, para Brown la vida sólo existe cuando las influencias externas actúan sobre la excitabilidad y generan una respuesta congruente con ellas. La vida no es un fenómeno independiente o espontáneo, sino más bien la reacción continua del organismo a estímulos externos. La salud es el equilibrio momentáneo entre el nivel de estimulación externa y la magnitud de la reacción generada en estructuras excitables; la relación entre estos dos elementos primordiales es puramente cuantitativa.

Cuando los agentes externos se tornan deficientes o excesivos producen cambios paralelos en la excitación, mientras que la magnitud de la excitabilidad se modifica de manera inversa, con lo que se trastorna el equilibrio normal. Hay entonces una desviación del estado de salud, a lo que se conoce como estado de predisposición a la enfermedad, un importante paso intermedio en el canimo a la enfermedad, que cuando el médico lo reconoce le permite iniciar de inmediato medidas para restablecer el equilibrio. Según Brown hay dos estados diferentes de predisposición: estenia , producido por estimulación excesiva, y astenia , resultado de estímulos deficientes. Brown rechaza el concepto de enfermedades específicas que pueden distinguirse por sus causas diferentes, sus localizaciones anatómicas precisas y sus manifestaciones clínicas frecuentes. Para él sólo existe una enfermedad general que adopta distintas formas, lo que explica la aparición de diferentes síntomas ("falaces y perniciosos para el arte") y que con frecuencia conducen a errores capitales. Sólo hay una excepción: el carácter del pulso arterial. Tampoco los hallazgos anatómicos derivados de las autopsias constituyen información útil sobre la enfermedad general, sino

que sólo reflejan sus efectos fortuitos y su capacidad para mostrar distintas formas. En vista de lo anterior, los esfuerzos tradicionales de los médicos para diagnosticar clínicamente a sus enfermos son completamente inútiles, la historia clínica es innecesaria y lo único que debe recogerse es el inventario de los estímulos externos que ha recibido el paciente. Con esa información y con la toma del pulso decide si hay exceso o deficiencia de estímulo y su orden de magnitud. Además, de acuerdo con la teoría browniana sólo existe una forma de tratamiento médico: la administración de estimulantes. La terapéutica en enfermedades esténicas consiste en reducir la excitación excesiva por medio de medidas debilitantes como dieta vegetariana, abstinencia de alcohol, catárticos suaves, sudoración y eméticos ocasionales; la sangría sólo se indica en los casos más graves y siempre con moderación. En cambio, en los padecimientos asténicos (que son los más frecuentes) la estimulación debe aumentarse hasta alcanzar otra vez los niveles normales, lo que requiere dieta abundante en sopas y carnes fuertemente condimentadas, uso generoso de vinos, licores y drogas como alcanfor, éter y sobre todo opio. Las dosis recomendadas por Brown eran tan elevadas que "se ha dicho del sistema browninano de terapéutica que sacrificó más seres humanos que la Revolución Francesa y las guerras napoleónicas combinadas...

Entre los seguidores de Brown debe mencionarse al doctor Benjamin Rush (1745-1813), médico, político, educador y filósofo estadunidense, titulado en Edimburgo, en 1768. Aunque sus conceptos médicos eran brownianos, sus remedios favoritos eran la sangría y el calomel, empleados vigorosamente.

Durante la epidemia de fiebre amarilla que asoló Filadelfia en 1793, Rush estableció un tratamiento que se iniciaba con una purga de 10 granos de calomel y 10 granos de jalapa, seguida por una sangría de 10- 12 onzas; las dos medidas debían repetirse hasta que el paciente se recuperara... o falleciera. Verdadero monumento a la resistencia humana es un enfermo al que Rush sangró 22 veces en 10 días y que sobrevivió, ¡a pesar de haber perdido 176 onzas de sangre (650. mililitros) al mismo tiempo que padecía fiebre amarilla! Otro browniano fue Giovanni Rason (1762-1837), de Milán, quien estableció su teoría del stimolo y contrastimolo , estados muy semejantes a la estenia y astenia de Brown pero diagnosticables sólo por la respuesta a las medidas terapéuticas, de las que la sangría era la más recomendada: cuando el paciente mejora después de ella, el stimolo está presente y se puede continuar con el tratamiento, pero cuando no mejora (la sangría no debe repetirse más de dos veces) entonces el diagnóstico es de contrastimolo.

El mesmerismo fue introducido por Franz Anton Mesmer (1734-1815) a fines del siglo XVIII, pero en realidad pertenece más bien a épocas anteriores, por su carácter mágico y su ausencia casi completa de relación con los diferentes movimientos de su tiempo, de búsqueda

modo que las plantas y en 1731 - 1734 publicó un pequeño libro titulado Nouvelles classes de maladies , que entre otros méritos tuvo el de estimular el interés de Carl von Linneo (1707-1778) en el mismo tema. Sauvages continuó trabajando en la clasificación de las enfermedades y en 1768 publicó su obra magna Nosologia methodica sistens morborurn classes juxta Sydenhami mentem et botanicorum ordinem en tres volúmenes y con la enumeración de 2 400 clases diferentes de enfermedades. Siguiendo un criterio aristotélico, Sauvages clasifica las enfermedades en géneros, especies, clases y órdenes; la clasificación pretende basarse en los síntomas, pero a veces se usa también la localización anatómica o la etiología. Se distinguen 10 grupos generales de enfermedades con 44 órdenes y 315 géneros; en cambio, en la siguiente división en especies las enfermedades se multiplican hasta alcanzar las 2 400 ya mencionadas. En realidad, la Nosología de Sauvages dista mucho de la idea de Sydenham, de dar una descripción adecuada y completa de cada enfermedad; más bien se trata de una enumeración de síntomas que se repiten en el texto cada vez que ocurren en distintas circunstancias. En niguna parte aparece la historia natural de la enfermedad como el elemento fundamental para distinguirlas a unas de otras.

También Linneo publicó su propia clasificación de las enfermedades en 1768 con el título de Genera morbosa , en la que distingue 11 grupos diferentes que pueden reunirse en dos: los tres primeros incluyen padecimientos febriles y así se denominan, mientras que los ocho restantes fueron conocidos como temperati , porque Linneo concebía a la fiebre como una enfermedad de pulso rápido y el término significa en proporción o medida mesurada; por lo tanto, los morbi temperati eran los padecimientos no febriles.

Otro intento de clasificar las enfermedades fue realizado por Cullen, el médico escocés ya mencionado (véase p. 130). En 1769 publicó su Apparatus ad nosologian methodicum , cuya segunda edición apareció en 1793 y en inglés como Synopsis and Nosology , Being an Arrangement and Definition of Diseases. Cullen no era, como Sauvages y Linneo, botánico además de médico, sino solamente un clínico con intereses eminentemente prácticos, que señala: "[...] la historia de la enfermedad [...] dista mucho de ser completa y exacta; y yo sostengo que es el ejercicio de la nosología el que directamente sirve para señalar las dudas, para iniciar preguntas y para dirigir nuestras observaciones ulteriores."

Cullen intentó simplificar los esfuerzos de sus predecesores y en vez de 11 clases de enfermedades propuso solamente cuatro: las pirexias, las neurosis, las caquexias y las locales. Cada una de estas clases correspondía respectivamente a alteraciones en las funciores vitales, animales, naturales y... otras. Esta última clase de enfermedades, las locales, que contenía 60 del total de 151 géneros de la clasificación, servía como cajón de sastre para muchas enfermedades mal definidas

que ni siquiera fueron descritas en su texto de medicina de 1786. La clase de las pirexias se dividía en cinco órdenes: fiebres, inflamaciones localizadas, exantemas, fluxiones y hemorragias. La clase de las neurosis contenía cuatro órdenes más o menos relacionados con trastornos nerviosos diversos, así como un quinto llamado espasmos, donde clasificó palpitaciones, asma, cólicos, histeria y diabetes.

En el umbral del siglo XIX, en 1798, Phillipe Pinel (1755-1826) publicó su obra Nosographie philosophique en tres tomos, que vio muchas ediciones y traducciones ulteriores y que ya revela un cambio en la tendencia puramente nosológica de sus predecesores. Pinel estudió teología y después viajó a Toulouse, donde se graduó de médico en

  1. Los cuatro años siguientes los pasó en Montpellier estudiando por su cuenta los clásicos, ciencia y medicina. Aunque se encontraba en la capital del vitalismo, su interés en las matemáticas lo inclinaba más hacia la iatromecánica, pero su postura pronto evolucionó hacia una visión más antropológica. Su interés se fijó en la enfermedad, y especialmente en la salud. Posteriormente viajó a París y continuó sus estudios, primero con Desault en la Charité y depués en el Hôtel Dieu. Desde 1784 se contaba entre los visitantes al salón de madame Helvétius en Auteil, en donde se reunían varios de los discípulos de De Condillac, así corno Condorcet y Benjamin Franklin, quien trató de atraer a Pinel a los Estados Unidos. Cuando apareció su Nosographie Pinel ya tenía tres años como profesor de patología médica en la Escuela de la Salud de París y como médico del hospital de la Salpetrière , en donde permanecería 30 años más. La nosografía filosófica de Pinel corresponde más a una serie de descripciones de diferentes enfermedades que a una clasificación rígida; de hecho, Pinel sólo considera 5 clases, 8 géneros y menos de 200 especies en total. Leyendo sus páginas uno se convence de que ya no es un nosólogo clásico, un clasficador de enfermedades, sino que ha adoptado tal tendencia por convencimiento. En ediciones ulteriores de su obra las clasificaciones se relegan cada vez más y las descripciones reciben mayor atención, hasta que en la quinta edición (1813) la clasificación ha sido deplazada a un apéndice. De todos modos, la transición entre la última edición de la Nosographie de Pinel y un texto contemporáneo de medicina es mucho más fácil de hacer que a partir de las obras mencionadas de Sauvages, Linneo, Cullen y otros más.