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LA PSICOSEXUALIDAD Y LOS FENÓMENOS DEL AMOR GUÍAS
Tipo: Ejercicios
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Subido el 01/12/2021
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G U I A D E T E X T O S UNIDAD IV (PRIMERA PARTE) LA PSICOSEXUALIDAD Y LOS FENÓMENOS DEL AMOR Bibliografía:
Freud marca que la existencia de necesidades sexuales tanto en el hombre como en el animal es mediante la “ pulsión sexual “, es decir, el hambre pero en el lenguaje no hay sinónimo equivalente a la palabra “ hambre”; la ciencia usa para ello “libido”. La opinión popular tiene representaciones bien precisas acerca de la naturaleza y las propiedades de esta pulsión sexual. Faltaría en la infancia, advendría en la época de la pubertad y en conexión con el proceso de maduración que sobreviene en ella, se exteriorizaría en las manifestaciones de atracción irrefrenable que un sexo ejerce sobre el otro, y su meta sería la unión sexual o, al menos, las acciones que apuntan en esa dirección. Pero podemos discernir en esas indicaciones un reflejo o copia muy infiel de la realidad; y si las miramos más de cerca, las vemos plagadas de errores, imprecisiones y conclusiones apresuradas. Freud introduce dos términos : objeto sexual a la persona de la que parte la atracción sexual, y meta sexual a la acción hacia la cual esfuerza la pulsión. Si hacemos, la experiencia espigada científicamente nos muestra la existencia de numerosas desviaciones respecto de ambos, el objeto sexual y la meta sexual. Es decir, hombres cuyo objeto sexual es otro hombre y mujeres cuyo objeto sexual es otra mujer. A este tipo de personas Freud las llama de sexo contrario o, mejor, invertidas; y al hecho mismo, inversión.
En el curso del trabajo terapéutico tenemos que preocuparnos por la distribución de la libido en el enfermo; pesquisamos aquellas representaciones-objeto a las cuales su libido está ligada, y la liberamos a fin de ponérsela a disposición del yo. Así llegamos a formarnos una imagen muy curiosa de la distribución inicial, primordial, de la libido en el ser humano. Nos vimos precisados a suponer que al comienzo del desarrollo individual toda libido (todo querer alcanzar erótico, toda capacidad de amor) se anuda a la persona piopia; en nuestra terminología: inviste al yo propio. 130 Sólo más tarde acontece, por apuntalamiento en la satisfacción de las grandes necesidades vitales, que la libido desborda desde el yo sobre los objetos exteriores; únicamente entonces estamos en condiciones de discernir las pulsiones libidinosas como tales y distinguirlas de las pulsiones yoicas. La libido puede volver a desasirse de estos objetos y retirarse al interior del yo. Al estado en que el yo retiene junto a sí a la libido lo llamamos narcisismo. Atribuimos entonces al individuo un progreso cuando pasa del narcisismo al amor de objeto. Pero no creemos que la libido íntegra del yo pase nunca a los objetos. Cierto monto de libido permanece siempre junto al yo, cierta medida de narcisismo persiste aun en el más desarrollado amor de objeto El yo es un gran reservorio del que fluye la libido destinada a los objetos y al cjue ella refluye desde los objelos. I,a libido de objeto fue primero libido yoica y puede volver a trasponerse en libido yoica. Para la salud integral de la persona es esencial cjue su libido no pierda su plena movilidad.
El sustituto inapropiado del objeto sexual, el fetichismo. Un aspecto totalmente particular ofrecen los casos en que el objeto sexual normal es sustituido por otro que guarda relación con él, pero es completamente inapropiado para servir a la meta sexual normal. El sustituto del objeto sexual es, en general, una parte del cuerpo muy poco apropiada a un fin sexual (el pie, los cabellos), o un objeto inanimado que mantiene una relación demostrable con la persona sexual, preferiblemente con la sexualidad de esta (prenda de vestir, ropa interior). No sin acierto se ha comparado este sustituto con el fetiche en que el salvaje ve encarnado a su dios. Los casos en que se exige al objeto sexual una condición fetichista para que pueda alcanzarse la meta sexual (determinado color de cabellos, ciertas ropas, aun defectos físicos) constituyen la transición hacia los casos de fetichismo en que se renuncia a una meta sexual normal o perversa.
FORMACIÓN REACTIVA Y SUBLIMACIÓN. Los medios por el cual , se ejecutan estas construcciones tan importantes para la cultura personal y la normalidad posteriores del individuo son probablemente a expensas de las mociones sexuales infantiles mismas, cuyo aflujo no ha cesado, pues, ni siquiera en este período de latencia, pero cuya energía —en su totalidad o en su mayor parte— es desviada del uso sexual y aplicada a otros fines. Puede, asimismo, arriesgarse una conjetura acerca del mecanismo de tal sublimación. Las mociones sexuales de estos años infantiles serían, por una parte, inaplicables, pues las funciones de la reproducción-están diferidas, lo cual constituye el carácter principal del período de latencia; por otra parte, serían en sí perversas, esto es, partirían de zonas erógenas y se sustentarían en pulsiones que dada la dirección del desarrollo del individuo sólo provocarían sensaciones de displacer. Por eso suscitan fuerzas anímicas contrarias (mociones reactivas) que construyen, para la eficaz sofocación de ese displacer, los mencionados diques psíquicos: asco, vergüenza y moral
Por «pulsión» podemos entender al comienzo nada más que la agencia representante {Reprdsentanz} psíquica de una fuente de estímulos intrasomática en continuo fluir; ello a diferencia del «estímulo», que es producido por excitaciones singulares provenientes de fuera. Así, «pulsión» es uno de los conceptos del deslinde de lo anímico respecto de lo corporal. La hipótesis más simple y obvia acerca de la naturaleza de las pulsiones sería esta: en sí no poseen cualidad alguna, sino que han de considerarse sólo como una medida de exigencia de trabajo para la vida anímica. Lo que distingue a las pulsiones unas de otras y las dota de propiedades específicas es su relación con sus fuelles somáticas y con sus metas. La fuente de la pulsión es un proceso excitador en el interior de un órgano, y su meta inmediata consiste en cancelar ese estímulo de órgano. Otra hipótesis provisional en la doctrina de las pulsiones, que no podemos omitir aquí, reza lo siguiente: los órganos del cuerpo brindan excitaciones de dos clases, basadas en diferencias de naturaleza química. A una de estas clases de excitación la designamos como la específicamente sexual, y al órgano afectado, como la «zona erógena» de la pulsión parcial sexual que arranca de él.
El chupeteo se toma como modelo de las exteriorizaciones sexuales infantiles el chupeteo (el mamar con fruición), al que el pediatra húngaro Lindner ha consagrado un notable estudio (1879)." El chupeteo {Ludeln o Lutschen) ,'l{\it aparece ya en el lactante y puede
conservarse hasta la madurez o persistir toda la vida, consiste en un contacto de succión con la boca (los labios), repetido rítmicamente, que no tiene por fin la nutrición. Una parte de los propios labios, la lengua, un lugar de la piel que esté al alcance —aun el dedo gordo del pie—, son tomados como objeto sobre el cual se ejecuta la acción de mamar. Una pulsión de prensión que emerge al mismo tiempo suele manifestarse mediante un simultáneo tironeo rítmico del lóbulo de la oreja y el apoderamiento de una parte de otra persona (casi siempre de su oreja) con el mismo fin. La acción de mamar con fruición cautiva por entero la atención y lleva al adormecimiento o incluso a una reacción motriz en una suerte de orgasmo. No es raro que el mamar con fruición se combine con el frotamiento de ciertos lugares sensibles del cuerpo, el pecho, los genitales externos. Por esta vía, muchos niños pasan del chupeteo a la masturbación Freud considera al chupeteo como una exteriorización sexual, y para estudiar justamente en él los rasgos esenciales de la práctica sexual infantil. La acción del chupeteo busca y se rige por el principio del placer. Pero la necesidad de repetir la satisfacción sexual se divorcia entonces de la necesidad de buscar alimento, un divorcio que se vuelve inevitable cuando aparecen los dientes y la alimentación ya no se cumple más exclusivamente mamando, sino también masticando. El niño no se sirve de un objeto ajeno para mamar; prefiere una parte de su propia piel porque le resulta más cómodo, porque así se independiza del mundo exterior al que no puede aún dominar, y porque de esa manera se procura, por así decir, una segunda zona erógena, si bien de menor valor. El menor valor de este segundo lugar lo llevará más tarde a buscar en otra persona la parte correspondiente, los labios.
La meta sexual de la pulsión infantil consiste en producir la satisfacción mediante la estimulación apropiada de la zona erógena que, de un modo u otro, se ha escogido. Para que se cree una necesidad de repetirla, esta satisfacción tiene que haberse vivenciado antes; y es lícito pensar que la naturaleza habrá tomado seguras medidas para que esa vivencia no quede librada al azar. Ya tomamos conocimiento de la organización previa que cumple este fin respecto de la zona de los labios: el enlace simultáneo de este sector del cuerpo con la nutrición. Todavía habremos de hallar otros dispositivos similares como fuentes de la sexualidad. En cuanto estado, la necesidad de repetir la satisfacción se trasluce por dos cosas: un peculiar sentimiento de tensión, que posee más bien el carácter del displacer, y una sensación de estímulo o de picazón condicionada centralmente y proyectada a la zona erógena periférica. Por eso la meta sexual puede formularse también así: procuraría sustituir la sensación de estímulo proyectada sobre la zona erógena, por aquel estímulo externo que la cancela al provocar la sensación de la satisfacción. Este estímulo externo consistirá la mayoría de las veces en una manipulación análoga al mamar UNIDAD IV (Segunda Parte) LA PSICOSEXUALIDAD Y LOS FENÓMENOS DEL AMOR Bibliografía: - NOTA: Las referencias bibliográficas corresponden a la Obra Completa de Amorrortu editores, -AE-, Bs. As., 1976
en una que es propia del yo y una endosada a los objetos es la insoslayable prolongación de un primer supuesto que dividió pulsiones sexuales y pulsiones yoicas. El análisis de las neurosis de trasferencia puras (histeria y neurosis obsesiva), y todo lo que sé es que los intentos de dar razón de estos fenómenos por otros medios han fracasado radicalmente.
La relación que guarda el narcisismo con el autoerostismo, que fue descrito por Freud como un estado temprano de la libido, es que es un supuesto necesario que no esté presente desde el comienzo en el individuo una unidad comparable al yo; el yo tiene que ser desarrollado. Ahora bien, las pulsiones autoeróticas son iniciales, primordiales; por tanto, algo tiene que agregarse al autoerotismo, una nueva acción psíquica, para que el narcisismo se constituya.
- Bibliografía: Freud, S. Una Dificultad del Psicoanálisis (1917). A.E. XVII, 131, Amorrortu Editores, Buenos Aires, 1976
Atribuimos entonces al individuo un progreso cuando pasa del narcisismo al amor de objeto. Pero no creemos que la libido íntegra del yo pase nunca a los objetos. Cierto monto de libido permanece siempre junto al yo, cierta medida de narcisismo persiste aun en el más desarrollado amor de objeto. El yo es un gran reservorio del que fluye la libido destinada a los objetos y al que ella refluye desde los objetos. La libido de objeto fue primero libido yoica y puede volver a trasponerse en libido yoica. Para la salud integral de la persona es esencial que su libido no pierda su plena movilidad. Al fin de ilustrar estas constelaciones,Freud pide imaginar una ameba cuya sustancia gelatinosa envía sendópodos, unas prolongaciones por las que se extiende la sustancia viva pero que en cualquier momento pueden ser replegadas de suerte de restablecer la forma de la porción de protoplasma. Lo que Freud ha intentado describir mediante estas indicaciones es la teoría de la libido referida a las neurosis, sobre la cual se fundan todas nuestras concepciones acerca de la esencia de esos estados patológicos y nuestro proceder terapéutico frente a ellos. Desde luego, consideramos válidas las premisas de la teoría de la libido también para la conducta normal. Hablamos del narcisismo del niño pequeño, y adscribimos al narcisismo hiperintenso del hombre primitivo el hecho de que creyera en la omnipotencia de sus pensamientos y por eso pretendiera influir sobre los eventos del mundo exterior mediante la técnica de la magia.
Define al narcisismo como un estadio intermedio entre el autoerostismo y el amor de objeto. Es decir, es una etapa fundamental que debe atravesar el niño para poder diferenciarse del objeto y para poder amar al objeto.Tiene pues, un lugar fundamental en el desarrollo sexual del niño. Sería “ el comportamiento libidinoso del egoísmo inherente a la pulsión de autoconservación “ necesario en todo ser humano. Una concepción de un estadio de varios meses que precede la relación de objeto. El narcisismo implica, por tanto, una necesidad de libido sexual que inviste al yo. El yo es usado para sí mismo como un objeto libidinal Freud distinguió dos tipos de narcisismo: ● Primario: primordial, se origina después del autoerotismo, el niño catectiza toda su líbido sobre sí mismo. El psiquismo debe salir de él, debe renunciar a él para poder investir pero tiene una necesidad, un deseo de volver aunque no de manera directa porque supondría la muerte psíquica. ● Secundario: Viene de retirar la investidura del objeto, desinvestirlo, y llevar la libido al yo, una vuelta sobre el yo de la libido. designa estados tales como el narcisismo esquizofrénetico, pero también constituye una estructura permanente del sujeto.
El narcisismo es un estadio intermedio entre el autoerotismo y el amor de objeto. Es decir, es una etapa fundamental que debe atravesar el niño para poder diferenciarse del objeto y para poder amar al objeto. Tiene pues, un lugar fundamental en el desarrollo sexual del niño FACULTAD DE PSICOLOGÍA Y RELACIONES HUMANAS CÁTEDRA: Psicoanálisis I TITULAR: Mg. Silvia B. ZANELLI Mail: silvizanelli@hotmail.com AÑO: 2020 G U I A D E E S T U D I O DE C A S O S UNIDAD IV LA PSICOSEXUALIDAD Y LOS FENÓMENOS DEL AMOR Bibliografía:
Freud orientó en su plan de tratamiento e intervino en una charla con el menor pero el tratamiento mismo fue llevado por su padre , siendo este capaz de conseguir del niño tales confesiones; imposible de sustituir el conocimiento de causa en virtud del cual el padre supo interpretar las exteriorizaciones de su hijo de 5 años. Según Freud hay que compilar observaciones sobre esa vida sexual de los niños que las más de las veces se pasa hábilmente por alto o se desmiente adrede.
Las primeras comunicaciones sobre Hans datan del tiempo en que aún no había cumplido tres años. A través de diversos dichos y preguntas, exteriorizaba ya entonces un interés particularmente vivo por la parte de su cuerpo que tenía la costumbre de designar como «hace-pipí» {«Wiwimacher»}. A la misma edad lo llevan por primera vez a un establo y ve ordeñar a una vaca: «¡Mira, del hace-pipí sale leche!». Ya estas primeras observaciones despierta la expectativa de que mucho, si no lo más, de cuanto el pequeño Hans nos muestra ha de ser típico del desarrollo sexual del niño. En una ocasión Freud consignó que no hay que espantarse demasiado si en una mujer se encuentra la representación de mamar del miembro masculino. Esta chocante moción tiene un origen muy inocente, pues se deriva del mamar del pecho materno, para lo cual la teta de la vaca —una mama por su naturaleza, pero un pene por su forma y situación— asume una mediación conveniente. Su interés por el hace-pipí no es, sin embargo, meramente teórico,ese interés lo estimula también a tocarse el miembro. A la edad de 3 ½ años , su madre lo encuentra con la mano en el pene. Ella lo amenaza: «Si haces eso, llamaré al doctor A., que te corte el hace-pipí. Y entonces, ¿con qué harías pipí?». Hans: «Con la cola {Popo}-». El responde todavía sin conciencia de culpa, pero es la ocasión en que adquiere el «complejo de castración» Más o menos a la misma edad (3 ½, años), exclama, alegremente excitado, ante la jaula del león en Schonbrunn:" «¡He visto el hace-pipí del león!». Los animales deben buena parte de la significación que poseen en el mito y en el cuento tradicional a la franqueza con que muestran sus genitales y sus funciones sexuales ante la criatura dominada por el apetito de saber. La curiosidad sexual de nuestro Hans no admite ninguna duda; pero ella lo convierte en investigador, le permite unos correctos
locomotora largan agua. «¡Mira, la locomotora hace pipí! ¿Y dónde tiene el hace-pipí?». Al rato agrega, reflexivo: «Un perro y un caballo tienen un hace-pipí; una mesa y un sillón, no». Así ha conquistado un signo esencial para distinguir entre un ser vivo y una cosa inanimada. Apetito de saber y curiosidad sexual parecen ser inseparables entre sí. La curiosidad de Hans se extiende muy en particular a sus padres.
El gran acontecimiento en la vida de Hans fue el nacimiento de su hermana Hanna, que se produjo cuando él tenía exactamente 3 ½ años. Su comportamiento en esa ocasión fue anotado enseguida por su padre: A las 5 de la mañana, cuando empezó el trabajo de parto, la cama de Hans fue llevada a la habitación contigua; ahí despierta a las 7, y escucha el gemir de la parturienta,
bañan a su hermana de tres meses, y dice, conmiserativo: «Tiene un hace-pipí muy, pero muy chico». Le dan, para que juegue, una muñeca, que él desviste. La mira cuidadosamente, y dice: «Pero sí tiene un hace-pipí muy chiquito». Hace una comparación entre su pene y el falo de otros animales o personas, en la cual tienen que tener un falo como el de él.un rasgo autoerótico Hanz hace un descubrimiento la diferencia entre lo vivo y lo inanimado
Se comenta sobre sus vínculos de amor, de los que se desprende una “ elección de objetos” y notabilísima movilidad y una propensión polígama. A la edad de 3 ¾ años, Hans al conocer a las hijas de 10 años de un colega de su padre, Hans se les sienta al lado, y ellas lo miran de forma despreciativa, él las mira lleno de veneración, lo que no les causa impresión alguna; Hans se refiere cuando habla de la siguiente manera : “ ¿Dónde están mis niñitas? “. A los 4 años, le dice y abraza a un primo mayor que él que lo quiere mucho. Es el primer rasgo de homosexualidad con que se puede observar en el niño, pero no el último. Freud marca que el pequeño niño está dechado de todas las perversidades. Después de mudarse a una nueva casa, Hanz a la edad de 4 años, descubrió una niña de 7 a 8 años, la cual Hans la observa para admirarla, no se lo puede retener ni disuadir y permanece durante horas en su puesto de observación. Si la niña no se muestra en la ventana a la hora habitual. Hans se inquieta y empieza a preguntar : “ ¿Dónde está la niña?”. Cuando aparece, se siente feliz y ya no aparta la mirada del departamento frontero, donde está la niña. La vehemencia con que emerge ese «amor a distancia» halla su explicación en que Hans no tiene camaradas ni compañeritas de juego. Para su desarrollo normal, el niño requiere, es evidente, trato asiduo con otros niños. Ese trato le es dado a Hans cuando poco después (4 ½ años ) en la residencia de verano en Gmunden. En la casa, sus compañeros de juego son los hijos del propietario: Franzl (cerca de 12 años), Fritzl (8 años), Olga (7 años), Berta (5 años) y, además, los vecinitos Anna (10 años) .Su preferido es Fritzl, a quien a menudo abraza y le asegura su amor. Una vez le preguntan: «¿Cuál de las nenitas te gusta más?». Y él responde: «Fritzl». Al mismo tiempo es muy agresivo, varonil, conquistador, hacia las niñas, las abraza y besuquea, cosa que a Berta en particular parece agradarle. Cierta vez que Berta sale de la habitación, él se le cuelga del cuello y le dice en el más tierno de los tonos: «Berta, eres amorosa», lo cual por lo demás no le impide besar también a las otras y asegurarles su amor. También le gusta Mariedl, de unos 14 años, igualmente hija del propietario, que juega con él; una noche, cuando lo llevan a acostarse, dice: «Que Mariedl duerma conmigo». Y a la respuesta «No puede ser», torna a decir: «Entonces que duerma con mami o con papi». Se le replica: «Tampoco puede ser; Mariedl tiene que dormir en casa de sus padres», y se desarrolla el siguiente diálogo: Hans: «Entonces bajo a dormir con Mariedl». Mamá: «¿Quieres realmente separarte de mami para dormir abajo?».
Hans: «No, mañana temprano volveré a subir para tomar el desayuno y quedarme por acá». Mamá: «Si realmente quieres alejarte de papi y mami, toma tu casaca y tu pantalón y ¡adiós!» Hans toma realmente su ropa y se dirige hacia la escalera para irse a dormir con Mariedl; desde luego, es retenido. Tras el deseo «Que Mariedl duerma en casa» se esconde, naturalmente este otro: «Que Mariedl» (con quien tanto le gusta estar) «sea integrada en nuestra comunidad hogareña». Pero, sin duda, como el padre y la madre, si bien no con demasiada frecuencia, suelen tener a Hans en su cama, a raíz de este yacer juntos se han despertado en él sentimientos eróticos, y el deseo de dormir junto con Mariedl tiene también su sentido erótico. Yacer en la cama junto al padre y la madre es para Hans, como para todos los niños, una fuente de mociones eróticas. Para Freud Hans,se comportó ante el desafío de la madre como un auténtico varón, a pesar de sus veleidades homosexuales.
Hans, 4 ¼ años. Una mañana, como todos los días, Hans es bañado por su mamá y, tras el baño, secado y entalcado. Cuando la mamá le entalca el pene, y por cierto con cuidado para no tocarlo, Hans dice: «¿Por qué no pasas el dedo ahí?». Mamá: «Porque es una porquería». Hans: «¿Qué es? ¿Una porquería? ¿Y por qué?». Mamá: «Porque es indecente». Hans (riendo): «¡Pero gusta!» Es un intento de seducción de parte de Hans. Un sueño en el que Hans tuvo por la misma época contrasta de manera muy llamativa con el descaro que ha mostrado hacia su madre. Es su primer sueño que se ha vuelto irreconocible por desfiguración. Pero la perspicacia del padre consiguió solucionarlo. Hans, 4 ¼ años. Sueño Hans cuenta: «Escucha, hoy a la noche he pensado: "Uno dice: '¿Quién quiere venir conmigo?'. Entonces alguien dice: 'Yo'. Entonces tiene que hacerlo hacer pipi". Este es un sueño que obedece a la regla que Freud ha dado en la Interpretación de los sueños: dichos que aparecen en el sueño provienen de dichos escuchados o proferidos por uno mismo el día anterior.
Hanz ha desarrollado una perturbación nerviosa.Sin duda ha sido una hiperexcitación sexual por ternura de la madre, pero el padre no sabe indicar el excitador de la perturbación. El miedo de que un caballo lo muerda por la calle parece entramado de alguna manera con el hecho de que le asusta un pene grande. En su momento él reparó ya en el pene grande del caballo, y entonces sacó la conclusión de que la mamá, puesto que es tan grande, por fuerza ha de tener un hace-pipí como el de un caballo.
Dentro de la constitución sexual del pequeño Hans, la zona genital es, entre las zonas erógenas, la teñida desde el principio con el placer más intenso. Además de esta, se atestigua en él sólo el placer excrementicio, anudado a los orificios de descarga de la orina y las heces. Si en su última fantasía de dicha, con la cual queda superada su condición de enfermo, tiene unos hijos a quienes lleva al inodoro, los hace hacer pipí y les limpia el trasero (en suma, «hace con ellos todo lo que se hace con los hijos» , parece irrefutable suponer que durante su propia crianza estos mismos desempeños fueron para él una fuente de la sensación de placer. A este placer de zonas erógenas lo adquirió con asistencia de la persona que lo cuidaba, la madre, y eso conduce ya a la elección de objeto; pero sigue siendo posible que en épocas todavía anteriores tuviera el hábito de procurarse ese placer por vía autoerótica, que se incluyera entre aquellos niños que gustan de retener las excreciones hasta que su deposición pueda depararles un estímulo voluptuoso. Estas fuentes de placer no poseen en él, como estan frecuente en otros niños, una acentuación llamativa. Adquirió pronto los hábitos de liinpieza; ni el mojar la cama ni la incontinencia cotidiana desempeñaron papel alguno en sus primeros años; nada se le observó de la inclinación a jugar con los excrementos, tan odiosa para el adulto y que suele reaflorar al término de los procesos psíquicos de involución. En el curso de su fobia es inequívoca la represión de estos dos componentes del quehacer sexual, bien marcados en Hans. Le da vergüenza orinar delante de otros, se acusa de pasarse el dedo por el hace-pipí, se empeña en resignar también el onanismo, y le produce asco el «Lumpf» , el «pipí» y todo cuanto los recuerde. En la fantasía de cuidar a los hijos vuelve a revocar esta última represión. Una constitución sexual como la de nuestro pequeño Hans no parece contener la predisposición al desarrollo de perversiones o su negativo( Freud llama a circunscribir aquí a la histeria) La constitución innata de los histéricos —en los perversos esto se comprende casi de suyo— se singulariza por el relegamiento de la zona genital frente a otras zonas erógenas. Una «aberración» particular debe ser excluida expresamente de esta regla. En quienes después serán homosexuales hallamos la misma preponderancia infantil de la zona genital, en especial del pene. Más aún: esta elevada estimación por el miembro masculino se convierte en destino para ellos. Escogen a la mujer como objeto sexual en su infancia mientras presuponen en ella la existencia de esta parte del cuerpo que reputan indispensable; cuando se convencen de que la mujer los ha engañado en este punto, ella se les vuelve inaceptable como objeto sexual. No pueden prescindir del pene en la persona destinada a estimularlos para el comercio sexual, y en el mejor de los casos fijan su libido en la «mujer con pene».
La llegada de esta hermana le aparejó muchas cosas que desde entonces no lo dejaron tranquilo. En primer lugar, un poco de privación; al comienzo, una separación temporaria de la madre, y luego, una disminución duradera de sus cuidados y atención, que tuvo que acostumbrarse a compartir con la hermana. En segundo lugar, una reanimación de sus vivencias placenteras en la crianza, provocada por todo lo que veía hacer a su madre con la hermanita. De ambos influjos resultó un acrecentamiento de su necesidad erótica, que empezó a sufrir una falta de satisfacción. De la pérdida que la hermana le había acarreado se resarció mediante la fantasía de que él mismo tenía nenes, y mientras en Gmunden (en su segunda estadía) pudo jugar realmente con estos nenes, su ternura halló una derivación suficiente. Pero con el regreso a Viena quedó de nuevo solo, sujetó todas sus demandas a la madre y sufrió una nueva privación, pues a la edad de 4 ½ años fue desterrado del dormitorio de los padres. Su excitabilidad erótica acrecentada se exteriorizó entonces en fantasías que conjuraban, en su soledad, a sus compañeritos del verano, y en satisfacciones autoeróticas por estimulación masturbatoria del genital. En tercer lugar, empero, el nacimiento de la hermana le aportó la incitación para un trabajo de pensamiento que por una parte no se podía llevar hasta una solución, y por la otra lo enredaba en conflictos de sentimiento. Se le planteó el gran enigma; saber de dónde vienen los hijos, quizás el primer problema cuya solución reclama las fuerzas intelectuales del niño,y del cual, es probable, el enigma de la Esfinge de Tebas sólo refleja una desfiguración. Hans rechaza el esclarecimiento ofrecido, a saber, que la cigüeña trajo a Hanna. Es que él lo había observado: meses antes del nacimiento de la pequeña, la madre tenía un gran vientre; luego se metió en cama, gimió durante el nacimiento y se levantó delgada. Infirió, pues, que Hanna había estado en el vientre de la madre y después salió como un «Lumpf». Por anudamiento con sus tempranas sensaciones de placer a raíz de la deposición de las heces, pudo representarse placentero ese parto, y entonces, con una doble motivación, pudo desear tener hijos él mismo a fin de parirlos con placer y luego (con un placer de retribución, por así decir) cuidarlos.
El padre por fuerza tenía algo que ver con el nacimiento de la pequeña Hanna, pues aseveraba que Hanna y Hans, eran sus hijos. Pero no era él quien los había traído al mundo, sino la mamá. Ese padre le estorbaba estar junto a la madre. Presente el padre, Hans no podía dormir con la madre, y cuando esta quería tomar a Hans en la cama, el padre gritaba. Hans había experimentado qué bien le iba cuando el padre se ausentaba, y el deseo de eliminarlo estaba muy justificado. Ahora esa hostilidad recibió un refuerzo. El padre le había contado la mentira sobre la cigüeña, y así le imposibilitó pedirle esclarecimiento en estas materias. No sólo le impedía estar en la cama junto a la madre, sino que además le escatimaba el saber que él ansiaba. En ambos aspectos lo perjudicaba, evidentemente, en su propio beneficio. El hecho de que se viera forzado a odiar como competidor a este mismo padre a quien había amado desde siempre y seguía amando, ese padre que era para él un modelo, su primer compañero de juegos y, al mismo tiempo, su cuidador desde los años tempranos, dio por resultado el primer conflicto de sentimientos, insoluble al comienzo. Dado el modo en que se había desarrollado la naturaleza de Hans, era fuerza que el amor prevaleciera provisionalmente y sofocara al odio, pero sin poderlo cancelar, puesto que el amor a la madre lo alimentaba de continuo.
Así se vivencia un conflicto psíquico: unas opiniones por las que sienten predilección pulsional no son “correctas” para los grandes, y entran en oposición con otras sustentadas por la autoridad de los grandes que no les son gratas. De este conflicto psíquico se puede desenvolver una escisión psíquica: una de las opiniones deviene dominante, consciente (la del “bueno”, que también lleva a la suspensión del reflexionar), la otra deviene inconsciente (se sofoca, es la que el trabajo de investigación del niño da como válida pero no debe tener vigencia). De esta manera queda constituido el complejo nuclear de la neurosis. Todas las teorías sexuales infantiles tienen un fragmento de verdad dado por la pulsión sexual ya en movimiento dentro del organismo infantil. No tienen un orden evolutivo, no es posible construirse una sexualidad sino es sobre la vía de las preguntas que el niño se hace, no vienen de manera espontánea ni por el libre albedrío psicológico, sino por las pulsiones que los gobiernan, las Teorías Sexuales son dictadas por su actividad pulsional. Soporte: la no existencia de la diferencia de los sexos, el niño no sabe que papá y mamá son de sexos opuestos y diferentes.
vagina, psicológicamente tiene falo), por lo que el cuerpo de la sexualidad se construye sobre el cuerpo biológico. Esta diferencia de los sexos no es una cuestión biológica, sino que es un proceso psíquico.