Docsity
Docsity

Prepara tus exámenes
Prepara tus exámenes

Prepara tus exámenes y mejora tus resultados gracias a la gran cantidad de recursos disponibles en Docsity


Consigue puntos base para descargar
Consigue puntos base para descargar

Gana puntos ayudando a otros estudiantes o consíguelos activando un Plan Premium


Orientación Universidad
Orientación Universidad

Etica profesional laboral, Guías, Proyectos, Investigaciones de Ética

descripcion de etica y sus conceptos basicos

Tipo: Guías, Proyectos, Investigaciones

2022/2023

Subido el 09/03/2023

cristian-mauricio-manotas-perez
cristian-mauricio-manotas-perez 🇨🇴

4 documentos

1 / 13

Toggle sidebar

Esta página no es visible en la vista previa

¡No te pierdas las partes importantes!

bg1
¿Qué es eso de ética profesional?
Revista Contaduría y Administración, No. 205, abril-junio 2002
CA5
¿Qué es eso de ética profesional?*
Juan Manuel Silva Camarena
Investigador de la División de Investigación de la
Facultad de Contaduría y Administración, UNAM
pf3
pf4
pf5
pf8
pf9
pfa
pfd

Vista previa parcial del texto

¡Descarga Etica profesional laboral y más Guías, Proyectos, Investigaciones en PDF de Ética solo en Docsity!

¿Qué es eso de ética profesional?

C

A

¿Qué es eso de ética profesional?

Juan Manuel Silva Camarena

Investigador de la División de Investigación de la Facultad de Contaduría y Administración, UNAM

¿Qué es eso de ética profesional? C

A

¿Qué es eso de ‘‘ética profesional’’? Todos, tarde o temprano, nos dedicamos a un oficio, un trabajo, un quehacer profesional... Entonces, es importante que podamos entender bien en qué sentido preciso nuestro quehacer puede ser, efectivamente, ético o puede dejar de serlo. Y por la naturaleza de este tipo de trabajo académico^12 , sólo plantearemos algu- nas cuestiones esenciales para promover, con éti- ca profesional, perplejidades e inquietudes que re- sulten fértiles para comprender lo que es la ética profesional. La ética profesional no depende directamente de ciertas normas o códigos “de ética” de distintos gremios profesionales. Ella no trata sencillamente de ponernos en el dilema de cumplir o no determi- nadas reglas morales. Eso sucede naturalmente. Si se es hombre, es necesario elegir entre una cosa y otra (una acción u otra). Vivir es elegir. No hay salida. Estamos condenados a decidir, porque so- mos libres, y somos libres por la insuficiencia de nuestro ser^13 , mencionada por primera vez en El banquete de Platón. El comportamiento moral, y por tanto el de ética profesional, es por esencia libre, consciente y responsable de las consecuen- cias, independientemente de las buenas intencio- nes. Los códigos morales (sean de carácter social, religioso o profesional) sólo orientan, de la mejor manera que pueden hacerlo, nuestras decisiones. Éstas son las que después de haber sido tomadas sufrirán nuestra aprobación y la ajena, o nuestro rechazo y el de los demás. Como es bien sabido, muchos quehaceres tienen sus propios códigos, reglas o normas, explícita o implícitamente expre- sados. Pareciera que fuera suficiente con hacer lo que ellos mandan para estar con la conciencia tranquila. Pero no. No se trata de eso. La conciencia moral nunca está tranquila frente a los conflictos morales que nos ofrece siempre el repertorio de nuestras posibilidades vitales (de nuestras posi- bles opciones o elecciones). La ética, en el sentido profesional, tiene que ver íntimamente con nosotros. ¿Cómo es esto? Ella está directamente vinculada con la calidad moral de nuestro trabajo. Está implicada en el modo de llevar a cabo nuestro quehacer, e implica entrega vocacional, responsabilidad, honestidad intelectual y práctica (relativa a lo que sabemos y lo que hacemos). La ética profesional es fundamental- mente un compromiso con lo que ustedes hacen, con lo que yo hago, con lo que cada ser humano

8 C

A

hace. Este compromiso es tan profundo que en él, como dice Aristóteles respecto a las virtudes, “poco o nada” tiene que ver el saber, pues para la moral valen más los actos de justicia, templanza y la responsabilidad, y especialmente la autenticidad^14. Yo mismo puedo ser un buen filósofo de la ética o uno malo; todo depende de que haga bien o mal mi trabajo. Si lo hago mal, procedo inmoralmente. Es decir, sin ética profesional. En otras palabras, he sido incapaz de ponerme, como dijimos, al servicio de los intereses de mi profesión. Pero una falla profesional, es decir, una falla de ética profesional, es algo muy grave, porque en realidad el ethos profesional no permite infidelidades o violaciones: el que las comete no es un profesional en falta; simple y radicalmente ya no lo es más. Un científico que miente, no es un hombre mentiroso, sino alguien que ya no es un científico; un médico que se pone al servicio de la muerte, deja de ser un médico, aunque siga teniendo su título en una de las paredes de su consultorio. Hay algunas ejemplos de la vida cotidiana que nos pueden servir para entendernos mejor. Por ejem- plo, el japonés que ustedes han visto en el cine (o en Japón) que puede pasar una vida entera dedica- do a producir un producto perfecto, como el tallado de una espada o una lente. Lo mismo hace un ebanista, un escritor, un pensador. Cualquiera. Toda su vida la puede “gastar” haciendo bien lo que hace. La ética del trabajo le obliga a desear sólo que quede bien hecho lo que hace. Por otra parte, seguramente conocen la expresión de que ‘‘la función tiene que continuar’’. Con ética profesional, con ética del trabajo en todos los cam- pos, no sólo en el teatro, ‘‘la función tiene que continuar’’. ¿Y qué quiere decir eso? Normalmente cuando hablamos de que la función tiene que seguir adelante, hablamos de que independientemente del estado de ánimo, de lo que nos sucede interna-

Juan Manuel Silva Camarena (que inclusive puede ser algo muy grave), la res- ponsabilidad profesional nos obliga a hacer nuestro trabajo como siempre, de una manera tan bien hecha como la tenemos que hacer en cualquier ocasión, pase lo que pase. Entonces, en pocas palabras, y definiéndola riguro- samente, la expresión ‘‘ética del trabajo’’ significa, dentro de cualquier forma de praxis , un compromi- so ineludible con nosotros mismos de hacer bien las cosas , un compromiso que no se puede dejar de cumplir, porque tiene que ver con un compromi- so con nuestro propio ser, que nos hace más o nos hace menos, nos hace mejores o nos empeora, nos enriquece o nos empobrece en nuestro propia naturaleza. Queda claro. La ética del trabajo es un compromiso ineludible, un principio que no se puede violar, una lealtad que no se puede abandonar, que no se puede defraudar. ¿Y por qué no? Si algún día estoy de muy mal humor, o sufro el dolor del abandono de mi pareja, o el del duelo de la ausencia de un ser querido, o me siento físicamente mal, podría decir: ahora no trabajo, o si lo hago, lo haré como pueda, como sea. Pero la ética del trabajo, con su poder ontológico sobre nuestro propio ser, nos lo impide. No se puede, por razones éticas, hacer mal lo que se hace. Y damos por supuesto que en el mejor de los casos siempre se hace lo que se puede. Pero dentro de “lo que se puede” hay, en todo caso, un espacio de posibilidad para hacer bien lo que se hace. ¿Qué quiere decir eso? Significa que no hay razón para violar ese compromiso, esa lealtad, que es una lealtad con mi propio ser y con el ser del otro, ese prójimo (que pertenece a la mitad de lo que yo quisiera ser y no soy, de lo que me falta para ser) que siempre completa el sentido de mi acción, como destinatario de ella, beneficiario, testigo, juez... mente, de nuestra situación económica, de lo que está sucediendo en el mundo en ese momento (^) 14 Cfr. É tica nicomaquea , ed. cit., lib. II, IV.

praxis , de la acción, de la creación, de la póiesis laboral, que es la construcción de nuestro propio (^15) Cfr. Nuestro trabajo “Ser y quehacer”, ed. cit.

10 C

A

llega a ser tan habitual y de todos los días, que en ese caso la vida del hombre lo oculta para poder seguir subsistiendo. Él ya no se da cuenta cabal de lo que le pasa, pero siente en el fondo que quisiera —y la merece— una segunda oportunidad para vivir una vida bien vivida. Cuando hay ética profesional, hay responsabilidad profesional: profesionalismo. No sabemos como decirlo a veces, pero sólo entonces somos trabaja- dores, obreros, profesionistas profesionales. Eso quiere decir, como quedó indicado, que a pesar de que alguien se enfermó, a pesar de que se le cayó su casa, a pesar de que se le vino el mundo encima, a pesar de todos los pesares, alguien queda in- capacitado para utilizar el recurso del pretexto, para decir que no pudo hacer lo que tenía que hacer por tal o cual razón. La responsabilidad es la impo- sibilidad de apelar a un pretexto, por bueno que pudiera ser, para justificar el hecho de que no hicimos lo que vital y profesionalmente teníamos que hacer. La ética del trabajo y la ética profesional son lo único que tiene que ver cabalmente con la calidad del producto de nuestro quehacer. Cuando alguien nos entrega algo que está bien hecho, experimenta la extraordinaria vivencia de haber cumplido. Ya sa- bemos que si lo hicimos mal, vamos contra nosotros mismos. En nuestros cabales, no hay posibilidad de engañarnos a nosotros mismos. La ética profesional nos permite vivir la experiencia del desinterés. Cumplimos por el interés de estar bien con nosotros mismos. Pero en una especie de recompensa bien ganada, ese interés nos da la posibilidad de ser desinteresados con los demás. Si yo hago bien el traje, soy de veras un sastre. Si enseño por vocación, soy de veras un maestro, si investigo por amor a la verdad, soy de veras un filósofo o un científico, si curo por amor a la vida, soy de veras un médico, etcétera, etcétera. Y lo hago bien sin una conexión directa con lo que se me

C

A

no : es preciso aprender que hay cosas que están mal y cosas que están bien. Es necesario advertir que no todo se vale. Es menester estar convenci- dos de que hay cosas que no se hacen^16. Para terminar, es preciso distinguir entre ser profe- sional y ser profesionista o tener una profesión (que en nuestros días casi siempre corresponde a po- seer títulos y grados).La diferencia la establece, como hemos tratado de mostrarlo, distintas formas de compromiso del trabajador. Tener una profesión es mantener un compromiso con un determinado saber teórico y práctico y con los demás. Este compromiso con los demás es manifiestamente de carácter social, y se puede cumplir con el servicio social que ofrece la profesión. En cambio, ser profesional es algo que no sólo tiene que ver con habilidades o conocimientos y estudios realizados, sino también con una peculiar forma de responsa- bilidad: ser profesional en la realización de un trabajo significa que uno es capaz de mantener un compromiso más fuerte y firme con lo que hace , con la manera en que lo hace , que con cualquier otra cosa (relacionada con nuestra propia subjetivi- dad o la de alguien más). En este compromiso toma cuerpo el sentido ético del trabajo. El carácter ético del trabajo es lo que debe quedar en el primer plano de estas aclaraciones. La ética del trabajo, de cualquier forma de trabajo (un quehacer, una tarea, un oficio, el desempeño de una profesión...), con- siste simple y llanamente en hacer bien lo que se hace (independientemente de sueldos y ganan- cias, de premios y recompensas). No está de más insistir: La ética profesional , por supuesto, incluye este sentido ético del trabajo, pero implica un mayor compromiso ético o moral^17 , ya que el profesionista, al adoptar como su profe- sión (o sea, como su forma de vida) un determinado trabajo, adopta libre y conscientemente el ethos de este quehacer, es decir, el fundamento ético que hace posible una específica forma de praxis huma-

na. El saber científico o filosófico, por ejemplo, requieren del principio vocacional^18 que exige una actitud desinteresada (amorosa^19 ) por la verdad. Este principio representa el ethos de esta profe- sión. El médico no puede ser médico sin fundar sus conocimientos en el amor incondicional e insobor- nable por la vida humana. Esta forma de amor por el otro constituye el ethos de la medicina. El cientí- fico renuncia por siempre a la falsedad y a la mentira; mientras que al médico le repugna todo lo que está relacionado con la muerte o la destrucción de lo humano. Estas formas de compromiso ético, de ética profesional , no las consigue y las sostiene un título o unos grados académicos, sino una forma de ser, una decisión de ética profesional, la adop- ción de un ethos , que no puede abandonarse sin dejar de ser lo que se era^20. Esto mismo vale para cualquier profesión que, como tal, encuentra su razón de ser última en un ethos vocacional, que naturalmente exige una ética profesional: una res- ponsabilidad moral^21 inherente al ser y el hacer, o sea, a lo que se es y a lo que se hace. Moreno, el director anticorrupción capturado por supuesto soborno El abogado capturado por caso de soborno a exgobernador Lyons Muskus llevaba 9 meses en Fiscalía. Hace tan solo nueve meses Luis Gustavo Moreno Rivera había sido nombrado por el Fiscal Néstor Humberto Martínez como el nuevo Director Nacional Anticorrupción de la Fiscalía. Precisamente su principal función en ese cargo era investigar los casos de corrupción que implicaban a funcionarios públicos. Uno de sus últimos casos fue el que tiene presos a cuatro altos funcionarios vinculados a la gobernación de Alan Jara en el Meta por el caso de Llanopetrol. Moreno fue capturado este martes en medio de una investigación que inició el órgano acusador por estar supuestamente implicado en un s oborno para favorecer al exgobernador de Córdoba Alejandro Lyons Muskus en el proceso que se sigue en su contra por irregularidades en la contratación de ese departamento.

encierro, en medio de todas las

críticas, señalamientos y acusaciones,

quiero pedirle perdón a mi mamá, a

mi esposa y a mi amada hija, lo

lamento muchísimo, me siento

profundamente triste y avergonzado.

Como abogado estudié varios

posgrados, fui profesor de distintas

universidades, escribí algunas obras,

y a muchos estudiantes, trabajadores,

asesores, colegas, fiscales, jueces e

importantes y destacados líderes de

la opinión, miré a los ojos convencido

de mis tesis jurídicas debatiéndolas

en el ámbito académico y judicial.

Litigué en varios e importantes casos

y paralelamente le presenté mis

investigaciones, tesis jurídicas y

escritos al país. Algunas fueron

criticadas, otras acogidas por la

comunidad académica y los

colombianos en general;

desenmascaré carteles y puse en

evidencia sensibles problemáticas de

la realidad jurídica en Colombia.

Acepté el cargo como Director

Anticorrupción de la Fiscalía General

de la Nación, convencido de mi

responsabilidad, y por eso durante

ocho meses combatimos la

delincuencia organizada, alcanzando

más de 47 aciertos; en poco tiempo

logramos poner contra la pared y tras

las rejas a distintas estructuras y

organizaciones delincuenciales,

entregamos importantes positivos a la

justicia, y adelantamos

investigaciones que hoy preocupan a

muchos; todo esto de la mano del

importante trabajo del grupo de

fiscales e investigadores a mi cargo, a

quienes extiendo petición de perdón.