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Imagen: Manifestantes caminan con un cartel del artista Shepard Fairey por
https://www.bbvaopenmind.com State Street en la Marcha de las Mujeres organizada en Salt Lake City, Utah.
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Marysia Zalewski es Profesora de Relaciones Internacionales en la Universidad de Cardiff. Su labor de investigación se centra en el feminismo y trabaja en proyectos críticos sobre la violencia sexual machista, el futuro de la violencia sexual, el sexo, la violencia y el terrorismo, y el funcionamiento y la producción de conocimiento de este campo en la política internacional. Publicaciones clave incluyen su libro de 2013, Feminist International Relations: Exquisite Corpse , el ‘Man Question’ books (con Jane Parpart), y diversos artículos con Maria Stern y Anne Sisson Runyan.
para apoyar las agendas teóricas y políticas de la política internacional convencional. Mi afirmación consiste en que esta rama de los estudios feministas tiene un objetivo más trascendental y que, de hecho, es muy similar a aquel en el que la propia disciplina de la política internacional se basó (y en el que ha fracasado, de forma manifiesta), en concreto el de poner freno, en la medida de lo posible, a la atroz e incesante violencia que sigue deteriorando el panorama de la política global contemporánea. Además, la afirmación de los estudios feministas es que tienen un potencial mucho mayor que la disciplina de las relaciones internacionales para desencadenar este tipo de cambio. Empiezo con esta afirmación un tanto provocadora porque el propósito y el trabajo serios del feminismo pueden evaporarse con facilidad. Espero captar la atención del lector en este importante texto desde el principio; los riesgos son demasiado elevados como para no tomarse en serio el trabajo desestabilizador del feminismo.
La disciplina de las relaciones internacionales (RI) está totalmente vinculada a los ritmos del panorama político global. Tras surgir como una disciplina académica en 1919, tras los horrores de la Primera Guerra Mundial, la teorización, los enfoques metodológicos y la atención política de las RI se han centrado desde entonces en aportar conocimientos útiles sobre el ámbito internacional (Brecher y Harvey, 2005). Tradicionalmente, esto ha comportado prestar atención a los aspectos políticos más obvios de los estados, los gobiernos, los políticos y las guerras importantes a escala mundial, con la atención conceptual y empírica girando constantemente en torno a la seguridad, la anarquía y la violencia. Desde el punto de vista de la teoría, durante muchas décadas la disciplina se ha visto dominada por la tríada del realismo, el pluralismo y el estructuralismo, aunque fue el realismo (una forma de Realpolitik ) el que siguió siendo el enfoque teórico abrumadoramente dominante (Smith, 1994). No fue hasta la década de 1980 cuando otros enfoques políticos empezaron a cobrar algo de impulso. Ciertamente, tras la caída del Muro de Berlín y el inicio del período posterior a la Guerra Fría, hubo una cierta explosión de enfoques teóricos en las RI, una lista de ellos incluiría la teoría crítica, el posmodernismo, el postestructuralismo, el feminismo y el constructivismo (Brecher y Harvey, 2005). Esta sobreabundancia de teorías (especialmente en comparación con las seis décadas anteriores) generará abundantes artículos, libros, talleres, conferencias y nuevos programas de enseñanza, sobre todo en Estados Unidos, Canadá, el Reino Unido y Australia. Junto con estos avances teóricos, ya habían empezado las críticas a los puntales filosóficos y epistemológicos de la mayoría —por no decir todas— de las teorías y los enfoques metodológicos convencionales, normalmente enmarcadas en el debate «pospositivista» (Smith, Booth y Zalewski, 1996). Así, la etapa posterior a la Guerra Fría aparece como un momento político e intelectual muy oportuno para aportar un relato de uno de estos nuevos enfoques, en concreto el feminismo. Pese a ello, dado el gran
dominio del realismo a lo largo de más de seis décadas, es importante preguntarse con mayor detenimiento por qué estos cambios globales habrían tenido semejante impacto en el ámbito de la disciplina y la teoría. ¿Qué es lo que cambió exactamente en 1989?
Una respuesta consiste en que dos ejemplos claros de fracaso y sorpresa desencadenaron la avalancha de nuevos trabajos en la disciplina de las RI. La sorpresa fue la caída de la Unión Soviética y el deshielo de la Guerra Fría; el fracaso pertenecía a la disciplina de las RI. Tal y como lo expuso Christine Sylvester: «Pocos realistas de cualquier índole habrían sostenido que los estados, por voluntad propia, cesan en sus funciones y desmantelan sus autoridades territoriales; esto es lo que hizo la Unión Soviética» (2002: 7). Para los estudiosos y los practicantes de la Realpolitik , este abandono del poder y de la soberanía fue sorprendente, al tratarse de una disciplina relacionada íntegramente con el análisis político y la formulación de políticas de alto nivel, sobre todo en Estados Unidos, la falta de perspicacia y de poder de predicción de las RI se sintió de forma contundente. La rapidez de los cambios llevó a muchos a desafiar los académicos de la política internacional y a centrar su atención en las limitaciones de las RI (Brown, 1993: 2). Alimentadas aún más por muchas de las percepciones de la «filosofía continental» (que habían sido absorbidas por otras disciplinas como la sociología o la teoría política algunas décadas antes), las críticas epistemológicas a las bases teóricas de las RI experimentaron un incremento exponencial. Así pues, esta confluencia de las debilidades teóricas de las RI y de un orden mundial potencialmente turbulento preparó el camino para una intrusión teórica y empírica por parte de multitud de académicos que marcaron el inicio de la «década desestabilizadora» de 1980 (Sylvester, 2002: 9). El feminismo ocupó entonces el escenario central con conferencias y talleres para la mayor parte del público de las RI en Londres, Boston y Los Ángeles, y se produjo el nacimiento de la sección de Estudios Feministas y de Género de la International Studies Association y del Grupo de Relaciones Internacionales y de Género en la British International Studies Association. Estos acontecimientos sirvieron para colocar a las estudiosas feministas en puestos reconocidos en las instituciones. Proliferaron entonces libros y artículos, 1 y los programas de estudio de las RI de la corriente dominante empezaron a incluir algunos cursos sobre el feminismo de género, por lo menos en el ámbito educativo angloamericano.
Así pues, el período inmediatamente posterior a la Guerra Fría fue testigo de cómo los estudios feministas entraban en un vigoroso clima intelectual en la disciplina de las RI. Uno de los libros pioneros publicados en esa época fue Bananas, Beaches and Bases (1989), de Cynthia Enloe, que sigue siendo hasta la fecha un
«LA DISTINCIÓN ENTRE SEXO Y GÉNERO FUE UNA REVOLUCIÓN EN EL
PENSAMIENTO FEMINISTA.»
de análisis más inspirados en la filosofía y etiquetados como empiristas, postestructurales y deudores de la teoría del punto de vista (Zalewski, 1993). Los feminismos liberales y socialmarxistas estaban, como resulta bastante obvio, alineados con el liberalismo y el socialismo-marxismo desde el punto de vista político. Así, el feminismo liberal se apoyó fuertemente en el liberalismo que prestaba atención a la santidad del «yo» humano y a todos los derechos desarrollados en relación con ese yo, especialmente tras la Declaración de los Derechos Humanos de 1948. Con aparente simplicidad, los académicos feministas querían que se ampliaran los «derechos del hombre» para incluir los «derechos de la mujer». Lo que resultó clave para este tipo de análisis fue la distinción entre sexo y género, que fue en verdad un movimiento revolucionario en los anales del pensamiento feminista, ya que desvinculó el reino supuestamente natural o biológico del «sexo» del ámbito del «género», construido cultural y socialmente.^4 Si tradicionalmente había parecido que las mujeres no pertenecían al campo político o público, o que no tenían los mismos derechos que el hombre dados sus roles reproductivos privados o familiares más naturales (o que en realidad eran «un don de Dios»), el conocimiento relativamente nuevo de que las mujeres también eran «simplemente» humanas significó que podían, y ciertamente debían, ser incluidas desde los puntos de vista empírico y representativo, así como en el análisis teórico. El que las mujeres no estuvieran incluidas de esta forma en relación con el estudio y las prácticas de la política internacional era algo manifiestamente patente. De hecho, la ausencia de las mujeres en la enseñanza de las RI, o en las obras e investigaciones sobre política internacional, era palmaria. Como apuntó J. Ann Tickner sobre la disciplina de las RI en 1992:
¿Por qué hay tan pocas mujeres en mi disciplina? Si enseño sobre este campo tal y como se le define convencionalmente, ¿por qué hay tan pocas lecturas escritas por mujeres que pueda asignar a mis alumnos? ¿Por qué está mi disciplina tan alejada de las experiencias vividas por las mujeres? ¿Por qué las mujeres han brillado solo por su ausencia en los mundos de la diplomacia, el ejército y la elaboración de la política exterior? (1992: 1).
La ausencia de mujeres en en el panorama de alta política de las guerras, las relaciones entre los estados y el liderazgo político era sin duda obvia. Y la falta de interés en lo que podrían considerarse las actividades y preocupaciones más tradicionales de la mujer se vio seguramente como una omisión adecuada. ¿Qué utilidad podría tener teorizar sobre la maternidad o el trabajo doméstico para el estudio y la práctica de la política global? Quizá las mujeres fueran «a veces» visibles como líderes ocasionales o guerreras míticas, pero se comprendía con toda claridad que la alta política internacional era un «trabajo de hombres», algo que, frecuente y explícitamente, se exponía tal cual (incluso hoy en día). Así, un objetivo fundamental de las feministas inspiradas en el liberalismo fue que se les reconociera a las mujeres el mismo valor que se le concedía al hombre, para que tuvieran las mismas oportunidades políticas y públicas que este y para que, de
forma crucial, el género (ese artificio cultural considerado como el responsable de tantos daños) se desvaneciera gradualmente con el objetivo final de un futuro sin género. Un futuro justo sería uno sin género. En sus estructuras y prácticas sociales, el sexo de alguien no tendría más relevancia que el color de sus ojos o la longitud de los dedos de sus pies (Okin, 1989: 171).
¿Cómo le ha ido al feminismo liberal en la política global? En la actualidad hay muchas mujeres que son líderes políticos, todavía una minoría, aunque quizá decreciente. Gran cantidad de mujeres sirven en los ejércitos de todo el mundo, y las prohibiciones de que luchen en combates cuerpo a cuerpo están desapareciendo casi a diario.^5 El género como concepto ha sido integrado en el pensamiento y la práctica de muchos gobiernos nacionales y organizaciones internacionales. La Organización de las Naciones Unidas es en este sentido un actor clave, en particular desde la revolucionaria resolución 1325 del Consejo de Seguridad promulgada en el año 2000, que fue el primer documento formal y jurídico de dicho consejo que exigía a las partes implicadas en un conflicto que evitaran las violaciones de los derechos de las mujeres, que respaldaran su participación en las negociaciones de paz y en la reconstrucción tras los conflictos, y que protegieran a las mujeres y las niñas de la violencia sexual y la basada en el género.^6 Entre las resoluciones relevantes más recientes tenemos la SCR 2106 y la SCR 2122, ambas de 2013.^7
En varios sentidos, el éxito del feminismo liberal parece claro. Pese a ello, para muchos académicos feministas especializados en las relaciones internacionales, este éxito es dudoso. Resulta que la mayoría de los académicos feministas dan la bienvenida a las prácticas inclusivas en favor de las mujeres, pero el asunto problemático está relacionado con la aceptación tácita de agendas y prácticas políticas y teóricas de índole convencional (a menudo señaladas como predominantes desde el punto de vista masculino). Además, está la aceptación del concepto estándar de «humano», que es, históricamente y por defecto, alguien perteneciente a la élite, blanco y hombre. En consecuencia, los trabajos feministas liberales tienden a respaldar la invisibilidad y el menor valor de la vida, los comportamientos y el trabajo tradicional de las mujeres, por lo que acostumbran a ignorar los desequilibrios, los sesgos y las discriminaciones que esto causa en muchas mujeres de todo el mundo. Y en el orden geopolítico actual, muchos argumentan que el feminismo liberal ha acabado al servicio de las agendas y prácticas neoliberales. Retomaremos esta idea más adelante.
Tal y como cabría esperarse, los puntales filosóficos y los compromisos políticos de los feminismos socialistas-marxistas^8 están relacionados íntegramente con los análisis del ámbito económico y del sistema de clases. La conjunción del análisis marxista sobre la economía, las clases y el capitalismo con la agitación cotidiana de las vidas vividas, junto con el énfasis del feminismo socialista en la distinción uso/valor y la explotación característicos de las mujeres en el sistema global, ha dado lugar a multitud de estudios profundos acerca de las economías políticas mundiales de género. Las primeras obras incluían el seguimiento efectuado por
feminista está muy íntimamente relacionado con los movimientos revolucionarios, de resistencia política y sociales en muchas sociedades occidentales de las décadas de 1960 y 1970, incluidos los derechos de las mujeres y los movimientos por los derechos civiles y del black power («poder negro»). Un objetivo fundamental de este tipo de trabajo fue situar a las mujeres en el centro de la atención política y analítica y plantear interrogantes que tradicionalmente preocupaban más a las mujeres, ubicándolos en un lugar destacado de las agendas políticas, educativas y culturales. «¿Dónde están las mujeres?»; he aquí una pregunta aparentemente importante, planteada por muchos trabajos feministas radicales, que parece benigna a un cierto nivel, o simplemente una pregunta empírica o temática. Pese a ello, plantea cuestiones epistemológicas profundas sobre las bases y los sistemas de conocimiento remontándose a los supuestos padres del pensamiento moderno, entre ellos Platón y Aristóteles, y a otros más recientes como Jean- Jacques Rousseau, John Stuart Mill e Immanuel Kant, por nombrar solo a algunos. La crítica a los conocimientos fundacionales también es un sello distintivo de los feminismos posmodernos y/o postestructurales. Volveré más adelante a estas ideas. En las tres décadas posteriores al final de la Guerra Fría, se han llevado a cabo muchos estudios feministas y el género se ha convertido en un asunto central para las políticas y el discurso de la Organización de las Naciones Unidas. Parece que las mujeres y el género disponen de un lugar seguro en la teoría y la práctica de la política internacional. Actualmente, en los estudios feministas de las RI, la tipología de cuatro enfoques de la teoría feminista que he presentado está desplegada de forma menos visible, pero formó parte en gran medida del desarrollo de este campo. El trabajo académico posterior representa más bien una amalgama de enfoques, quizá con cierta tendencia a los métodos postestructurales y se hace mucho más trabajo usando la teoría poscolonial y la teoría queer , así como enfoques metodológicos alternativos creativos que incluyen análisis de imágenes, de la cultura popular y de «lo cotidiano». Y ahora es el momento de añadir algún matiz argumental, tomando un pequeño desvío para reflexionar sobre cuatro mujeres de gran relevancia política internacional, dos contemporáneas y dos de la Antigüedad.
Las cuatro mujeres importantes a escala mundial son Aung San Suu Kyi, Malala Yousafzai, Atenea y Medusa. En primer lugar haremos las debidas presentaciones y luego examinaremos algunas razones por las que podemos considerar que es importante reflexionar sobre ellas, como si se tratara de un interludio en este artículo, en lo que constituye un análisis de la política internacional y de la teorización feminista.
Aung San Suu Kyi y Malala Yousafzai son dos mujeres que aparecen con frecuencia en los medios de comunicación sobre la política internacional y que están en el primer plano de la actualidad. Aung San Suu Kyi, conocida coloquialmente como «la señora» o «la dama»,^10 es muy conocida por su larga lucha por la democracia
Atenea, en el centro de la pin- tura, la diosa de la sabiduría y las artes, coronada con un casco y portando un manto donde lleva atada la cabeza de Me- dusa, que cortó Perseo. Atenea es un icono de la feminidad a lo largo de los siglos que se ha proyectado intensamente en el imaginario político y social contemporáneo.
en Birmania. Es una mujer presentada habitualmente en los medios occidentales como una figura enigmática e incluso romántica, descrita por un comentarista como «fragante». Se le concedió el Premio Nobel de la Paz en 1991. Más recientemente, ha aparecido en las noticias por, supuestamente, hacer la vista gorda ante lo que se ha descrito como la limpieza étnica de la comunidad minoritaria musulmana de los rohinyás en Birmania. En una carta abierta al Consejo de Seguridad de la ONU, más de una docena de galardonados con el Premio Nobel han criticado a Aung San Suu Kyi por las «sangrientas medidas militares contra el pueblo minoritario de los rohinyá», y han advertido de una tragedia que alcanza el nivel de una limpieza étnica y de crímenes contra la humanidad.^11 La joven pakistaní Malala Yousafzai era muy activa y franca (incluso escribía en blogs) con respecto al derecho de las niñas a recibir educación. Fue tiroteada por los talibanes en 2012, con quince años de edad, cuando iba al colegio, por sus opiniones y su activismo. Malala (conocida mundialmente por su nombre de pila, sobre todo tras la publicación de su biografía en 2013) se trasladó a Inglaterra para recibir tratamiento médico, y se recuperó lo suficiente de sus heridas como para comenzar a ir al instituto en Birmingham. Siguió diciendo lo que pensaba sobre el derecho de las niñas a recibir educación, y en 2014 Malala se convirtió en la persona más joven en ser galardonada con un Premio Nobel de la Paz. 12 En 2017 fue nombrada embajadora por la paz de la Organización de las Naciones Unidas, y obtuvo una plaza para estudiar una carrera en la Universidad de Oxford. También fue uno de los premios Nobel que firmó la carta abierta dirigida al Consejo de Seguridad de la ONU para reprender a Aung San Suu Kyi. Son dos mujeres importantes en la escena política internacional actual. ¿Cómo nos ayudan sus historias y sus vidas a comprender mejor el trabajo y la importancia de los estudios feministas sobre las relaciones internacionales?
La joven Malala Yousafzai presenta su libro I am Malala, en el Instrituto Francés de Nueva York, en agosto de 2014.
en particular porque encaja muy bien en el ámbito colonialista que Gaytri Spivak (1985) explicó de forma tan poderosa y sucinta: «Hombres blancos salvando a mujeres morenas de hombres morenos». Al mismo tiempo que la historia de Malala respalda las políticas masculinas de protección, tradicionales y encorsetadas, también se le ha dado el aire de un relato feminista neoliberal de éxito, de un triunfo femenino individual sobre las fuerzas oscuras del tradicionalismo relacionado con el género. Es significativa la figura de una mujer extraordinaria surgiendo intrépidamente de entre una masa de mujeres «corrientes» (y piénsese en la forma en que los medios representan a las mujeres de la región del «Gran Oriente Medio»), y requerida con tanto entusiasmo por poderosas instituciones políticas occidentales. Y es sorprendente que las figuras icónicas de la feminidad, Atenea y Medusa, sigan atrayendo la imaginación popular y filosófica actual. Que una de las formas más impactantes de representar la «batalla» entre Donald Trump y Hillary Clinton en la época de la campaña presidencial estadounidense y las elecciones de 2016- (pese a su intención humorística) hiciera uso de la reencarnación brutal e hiperrelacionada con el género de la narrativa convencional y antigua de Perseo, Atenea y Medusa, revela mucho sobre cómo funcionan los sistemas de conocimientos actuales.
Hombres de mi edad dictan esta guerra. El señor Dawson en Dunkerque^14
¿Qué sale a la superficie mediatizada de los paisajes políticos globales actuales? ¿Qué bombardea a diario a nuestra visión y nuestra mente? Algo que a todas luces ha cambiado de forma radical desde el final de la Guerra Fría es la amplia difusión del uso de internet y de las redes sociales. Un ejemplo actual de relevancia a escala mundial es el hábito del presidente estadounidense, Donald Trump, de usar Twitter. Mientras estoy escribiendo, las probabilidades de una guerra nuclear con (o causada por) Corea del Norte están ocupando el escenario central de Twitter. Otros focos de atención en mis fuentes de noticias diarias incluyen los sufrimientos de los musulmanes rohinyá en Birmania y el Brexit, por supuesto, sobre todo desde la atalaya privilegiada de alguien que vive en el Reino Unido. ¿Y culturalmente? Una de las últimas grandes películas es Dunkerque (estrenada, quizá casualmente, en medio de una cierta agitación en torno a las negociaciones del Brexit). Es un filme lleno de hombres, sin apenas hombres de color, y tal vez con una o dos mujeres (es difícil atisbarlas). ¿Importa esto? ¿Es la rigurosa «masculinidad blanca» de una película popular algo a lo que deberíamos prestar atención como especialistas en las RI cuando nos enfrentamos a la amenaza del presidente de Estados Unidos de aniquilar a otro país, tal y como hizo en su primer discurso en la Organización de las Naciones Unidas en septiembre de 2017? ¿O a un mundo en el que el presidente ruso y el líder norcoreano muestran, incesantemente, niveles variables de lo que podría llamarse «masculinidades irritantes»? ¿Y qué decir del montón de huracanes que están provocando el caos en el golfo de México o el Caribe? Las preguntas sobre el cambio climático y la degradación medioambiental ocupan, con toda seguridad, un lugar preferente en nuestras agendas políticas internacionales, si bien intermitentemente, aunque es, por supuesto, la gente más pobre la que más sufre; en eso no hay cambios. Hoy la principal diferencia es que las celebridades acuden al rescate de formas mucho más visibles y de autopromoción de lo que nunca había sido posible antes de las redes sociales.
Existe un cierto grado de obsesión con la idea de los cambios dramáticos en nuestros panoramas políticos, que a menudo se da por sentado que son aquellos a los que prestar también especial atención; el final de la Guerra Fría, por ejemplo. Pero podemos centrarnos por un momento en la película Dunkerque , un gran drama del pasado, por supuesto, pero que en su forma de cultura popular no parece tener, a bote pronto, gran importancia en el contexto de las preocupaciones de este texto. Mi hija se pregunta por qué hay tan pocas mujeres en ella; ¿no se podría haber dado a una mujer el papel en el timón de la pequeña barca situada en el centro del relato de la película? ¿O no se podría haber colado, pasando desapercibida, una hija adolescente, en lugar de un hijo, en la barca, de modo que pudiera unirse
estudio y de la práctica de la política internacional requiere de un trabajo mucho más riguroso y eficaz tanto en la teoría como en la práctica. Ha habido algunos cambios notables en el panorama político global desde 1989, pero un vistazo rápido confirmará, como mucho, una ligera merma en la violencia global o quizá, un incremento. Por supuesto, los estudios feministas no pueden resolver todas estas violencias, pero el amplio corpus de conocimiento generado desde 1989, un conocimiento que surge de cuestiones procedentes del trabajo y las actividades sumergidas de más de la mitad de la población del mundo, recibe una atención mucho más seria y prolongada.
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1 Existen en la actualidad abundantes obras. Véanse <https://genderandsecurity.org/projects-resources/ syllabus-collection>, para obtener ejemplos de programas de enseñanza actuales, y el International Feminist Journal of Politics , http://www.tandfonline.com/loi/rfjp20. Véanse también Shepherd (2014); Gentry, Shepherd y Sjoberg (2018 [en prensa]); Zalewski (2013); Bleiker, ed. (2018 [en prensa]); Steans (2013). 2 Ahora en su 4.ª edición (2014). 3 Hubo textos anteriores, en especial Women and War (1987), de Jean Bethke Elshtain, aunque fue Bananas el que alcanzó un papel central y captó la atención en esa época. 4 La relación jerárquica tradicional y persistente entre la masculinidad y la feminidad es clave para los análisis de género. Al margen de cuánto variaron, culturalmente y a lo largo del tiempo, las expectativas en torno a estas características y comportamientos, su carácter rebelde y jerárquico permaneció constante. Se ha llevado a cabo muchos estudios sobre las masculinidades en este campo (por ejemplo, Parpart y Zalewski, 2008). 5 http://www.bbc.co.uk/news/uk-36746917. 6 http://www.un.org/womenwatch/osagi/wps/. 7 http://www.un.org/press/en/2013/sc11149.doc.htm; <http://www.un.org/en/peacekeeping/issues/women/ wps.shtml>. 8 Si más «socialista» o «marxista» o «sistema dual» fue objeto de mucho debate; véase Hartmann. 9 <http://www.huffingtonpost.com/shenila-khojamoolji/ girls-of-the-global-south_b_11353958.html>. 10 Quizá relacionado con la película homónima sobre Aung San Suu Kyi (2011). 11 <https://www.theguardian.com/world/2016/dec/30/ nobel-laureates-aung-san-suu-kyi-ethnic-cleansing- rohingya>. 12 http://www.bbc.co.uk/news/world-asia-23241937. 13 <http://www.ecu.ac.uk/equality-charters/athena- swan/>. 14 El señor Dawson, interpretado por Mark Rylance (que es el hombre sentado al timón de la pequeña barca de «rescate»), hace este comentario en respuesta al joven piloto que ha sacado del mar y que ha sugerido que él (Dawson) es demasiado viejo para estar haciendo eso (embarcarse en una misión de rescate). 15 <http://timesofindia.indiatimes.com/india/how-nolan- forgot-the-desis-at-dunkirk/articleshow/59717595. cms?from=mdr>.