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El yo personal, resumen resaltado., Apuntes de Humanidades

Materia Humanismo integral de la UCSG

Tipo: Apuntes

2020/2021

Subido el 09/08/2021

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frank-vargas-4 🇪🇨

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HUMANISMO INTEGRAL 1
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  • HUMANISMO INTEGRAL
HUMANISMO INTEGRAL 1 7.EL YO PERSONAL Cuando llamamos al portal de nuestra casa y una voz familiar pregunta ¿quién es? probablemente habremos respondido muchas veces simplemente: yo. En cierto sentido, esta respuesta es totalmente superflua. Todos somos un yo. Pero, desde otra perspectiva, es la respuesta más correcta y radical a una voz conocida y familiar porque con ella hago referencia a lo más profundo de mi ser, a mi raíz ontológica y a mi identidad personal. Tocamos aquí el núcleo central y último de la persona, la realidad a la que llamamos «yo». Hemos visto que somos cuerpo, libertad, inteligencia, pero con ninguno de esos aspectos nos hemos podido identificar completamente porque en ninguno de ellos late lo más esencial de la fundamento, que realmente nos identificamos, es el que 1. La conc nncia y el inconsciente a) Un breve recorrido histórico El camino que nos lleva hasta el yo es la conciencia entendida como subjetividad. Y el hecho de que la filosofía no haya captado este aspecto con la necesaria profundidad hasta épocas recientes ha tenido como consecuencia que tampoco se haya ocupado del yo en cuanto tal[1]. La filosofía clásica y, particularmente, la medieval se ocuparon de la conciencia fundamentalmente desde el punto de vista de la acción y de su moralidad. Para que una acción tuviera calificación moral era necesaria la advertencia por parte del sujeto y la reflexión se enfocó principalmente desde esta perspecti advertencia de la acción, como darse cuenta de que estoy actuando y de que esa acción es voluntaria. La escolástica estaba centrada en el objeto y, por eso mismo, le resultó generalmente muy dificil ser consciente del sujeto y de su interioridad. : la conciencia como La reflexión sistemática sobre la conciencia en cuanto tal es obra propiamente de la modernidad y se puede considerar a Descartes como su iniciador(2]. El cogio, «pienso, luego existo», se sitúa ya en la perspectiva propia de la conciencia, es decir, en el interior del sujeto. «Yo, sujeto. pienso», es la afirmación implicita en la tesis cartesiana que consagraba a la conciencia como primera categoría filosófica. El descubrimiento 126 cartesiano tuvo una repercusión trascendental y llenó un hueco que la filosofía precedente no había sabido colmar. Sin embargo, pronto se vio frustrado y desbordado por su falta de anclaje ontológico. La conciencia de Descartes pendía en el aire, no estaba radicada en el ser y, por eso, con el paso de los siglos y los desarrollos y elaboraciones de diversos pensadores (Kant y Hegel principalmente) acabó convirtiéndose ella misma en el ser, en el absoluto. La conciencia pasó de ser una propiedad de la persona, a ser conciencia pura en el racionalismo y, posteriormente, en Hegel, autoconciencia absoluta, el sujeto por excelencia en la evolución de lo real[3] Esta posición, sin embargo, comenzó a debilitarse a partir del siglo xix. La reivindicación del individuo por parte de Kierkegaard inició la crisis del sistema hegeliano y los descubrimientos científicos sobre diversas estructuras inconscientes, obligaron a una revisión drástica y a la baja de la noción de conciencia. Darwin postuló que existían mecanismos no controlados que determinaban algo tan esencial como la evolución de las especies y. consecuentemente, del hombre. Y Freud mostró a su vez, oponiéndose en esto frontalmente al racionalismo, cómo dentro del hombre existían estructuras inconscientes que el yo solo controlaba de manera deficiente o nula y que, sin embargo, influían de modo relevante en su personalidad. Por último, otros investigadores mostraron cómo la sociedad también intervenía de manera consistente, pero a través de mecanismos oscuros, en la formación de la identidad de la persona. En resumen, la modemidad descubrió la conciencia y la subjetividad aunque, al no encadenarla a la persona, abrió la vía para el idealismo. A su vez, el siglo XIX puso de manifiesto la existencia del inconsciente, hecho humillante para el idealismo y el racionalismo, y con ello estableció las bases de la postura vigente sobre la persona: el hombre no es un ser autotransparente frente a su propia inteligencia, sino un sujeto camal, pulsional y oscuro, con una conciencia de sí solo parcial[4]. b) Las dimensiones de la conciencia[3] b.1) La conciencia como ser consciente de El sentido más evidente y más directo de conciencia es el de ser consciente. Cuando actúo, por ejemplo, soy consciente de que estoy actuando; no realizo una acción de modo irreflexivo y oscuro sino que, al ponerla en acto, de un modo misterioso me doy cuenta de que estoy poniendo esa acción, de que está surgiendo de mi interior y de que está allí existiendo. En cierto sentido, como dice Wojtyla, esta dimensión de la conciencia es como poner los objetos (las acciones, las experiencias, las vivencias) en la luz: la conciencia los ilumina y puedo verlos y decir: están ahí, están sucediendo y yo soy consciente de ello, Es importante advertir, de todos modos, que la conciencia entendida de este modo mí es intencional ni es cognoscitiva. Es decir, en sentido estricto, la conciencia no conoce el