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Este libro, escrito por violet oaklander, ofrece una guía práctica para la terapia infanto-juvenil, explorando el desarrollo del niño y el proceso terapéutico. Se centra en fortalecer el sentido de sí mismo en niños y adolescentes, abordar la ira, trabajar con adolescentes, la pérdida y el duelo, y el cuidado personal. También incluye capítulos sobre el trabajo con niños pequeños, grupos, el trastorno por déficit atencional hiperactivo y el uso de la música en terapia.
Tipo: Guías, Proyectos, Investigaciones
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III
Me gustaría dedicar este libro a Mollie Filler Solomon y a Joseph Solomon, mis maravillosos padres, quienes me dieron el tipo de niñez que querría para todos los niños del mundo.
V
La vida interior de niños y adolescentes
Terapia infanto-juvenil
**Prólogo Peter Mortola
Traducción Larissa Boroday y Francisco Huneeus**
VI Oaklander /^ El Tesoro Escondido
Me gustaría agradecer especialmente a mi hijo e hija: Mha Atma Khalsa y Sara Oaklander, quienes me estimularon, presionaron e hicieron amorosamente todo lo necesario para cerciorarse de que escribiera este libro. Y también a mi nuera, Martha Oaklander, quien me ayudó de maneras que ni ella sospecha.
VIII Oaklander /^ El Tesoro Escondido
Agradecemos a Ana María Bringas y Michelle Parra por su ayuda en la búsqueda de terminología; a Juan Francisco Jordán por su colaboración en las notas; y a Gestalt Press, que gentilmente nos autorizó para traducir y publicar el trabajo de Peter Mortola.
Los Editores
12 Oaklander /^ El Tesoro Escondido
Gran parte del trabajo de Oaklander puede parecer muy sencillo y juguetón —tanto ella como el niño riéndose a gritos mientras golpean o pinchan un montón de arcilla. Sin embargo, esta etapa de su labor, que ella denomina “tra- bajo del yo”, generalmente conduce a un nivel más profundo de contacto y apo- yo, no sólo entre el terapeuta y el niño, sino también dentro del niño mismo. A partir de este sentido fundacional del yo es que el niño adquiere el “apoyo a sí mismo” que necesitará para enfrentar el trabajo más desafiante de la terapia. las mismas ideas y valores con respecto al rol de la vivencia rigen para su enfoque del entrenamiento de adultos. “Si van a trabajar con niños, deben estar dispuestos a experimentar las mismas cosas que les van a pedir a ellos que hagan”, dice en sus grupos de formación. Tanto así que, por ejemplo, en el segundo día, la Dra. Oaklander dirige a los participantes a la experiencia de primero imaginar y luego dibujar “un lugar muy seguro” en sus vidas. Ense- guida trabaja con un voluntario tal como si fuera un niño en el contexto tera- péutico. Después los alumnos trabajan en parejas, compartiendo luego ideas y sentimientos acerca de sus dibujos. Al tercer y cuarto día de la formación, los participantes realizan experien- cias terapéuticas más prolongadas y profundas, como “trabajar con arcilla” y “los dibujos de la rabia”. Estas vivencias terapéuticas más exigentes mol- dean la forma en que la Dra. Oaklander se dirige a niveles más profundos de dificultad emocional o psicológica. De manera muy adecuada, tanto en el contexto terapéutico con niños como en el contexto formativo con adultos, estas experiencias terapéuticas más desafiantes son introducidas una vez que hay apoyos establecidos —tanto internos como externos— que le permiten al niño o al adulto contener el nivel de trabajo emocional más profundo reflejado en estas experiencias. Ya en la mitad de la segunda semana, los participantes han experimentado con dibujos, arcilla, instrumentos de percusión, títeres y juguetes de bandeja de arena. Todos llegan a vivenciar de primera mano el ser terapeuta, y luego paciente, con estos elementos proyectivos —frecuentemente en presencia de un observador. Antes de que el grupo trabaje en parejas, a menudo les recuerda que “esto es formación y no terapia”, y que el trabajo debe centrarse en ayudar a la persona en el rol de terapeuta a afinar sus destrezas y experiencia. Durante algunas actividades, se les pide a los alumnos que “sean ellos mismos como niños de entre 3 y 16 años” mientras trabajan en parejas o tríos, mejorando no sólo el proceso del participante al actuar como “cliente”, sino también el nivel de realismo de la vivencia del participante al actuar como “terapeuta”.
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(^2) J. Sams y D. Carson, La Rueda Medicinal: Las Cartas del Círculo Indio de Sanación a través de los Animales , Barcelona, Integral-RBA, 1997.
Prólogo
En total, durante el curso de 2 semanas, los alumnos ocupan más de la mitad de las 55 horas de entrenamiento en ejercicios vivenciales, ya sea practicando ser terapeuta, observando el trabajo de otros o adoptando el rol de cliente. Casi al terminar la segunda semana, la Dra. Oaklander introduce el uso de La Rueda Medicinal^2 , en cuyas cartas cada figura representa diferentes animales autóctonos de Norteamérica. A través de mi investigación he descubierto que sin importar el medio que esté usando en el momento, la Dra. Oaklander siempre utiliza un conjunto de pasos similares en su modalidad de trabajo con niños y adolescentes. Ya sea que estén trabajando con arcilla o con juguetes en la bandeja de arena, generalmente lo primero que le sugiere al niño tiene que ver con el uso de la imaginación. Durante el curso formativo dictado en el verano de 2003, la Dra. Oaklander le hizo una sugerencia parecida a liz, una joven hongkonesa que era orientadora en procesos de duelo en un hospicio. Al ofrecerse como voluntaria para trabajar delante de otros 24 participantes, liz se acerca a la Dra. Oaklander en el centro de la sala y observa detenidamente la baraja de coloridas cartas dispuestas ante ella. “Me gustaría que eligieras tres cartas”, le dice. “Escoge una que represente lo que has sido en el pasado, otra lo que eres ahora y otra lo que te gustaría ser en el futuro”. Al verse obligada a pensar en forma imaginativa y metafórica, liz revisa con detención los naipes, hasta que finalmente elige tres cartas: un puercoes- pín, una ballena y una mariposa. Enseguida las pone en fila sobre la alfom- bra al frente suyo. la acción de involucrarse silenciosamente en los atributos sensoriales de las cartas —su apariencia, textura, atractivo imaginativo— es buen reflejo de un segundo componente constante en el enfoque de trabajo con niños y adolescentes. Se trata de involucrar al niño en la acción física de hacer o representar algo (aunque en el caso de liz, ella simplemente escogió las cartas, no las dibujó). El tercer elemento constante en el enfoque vivencial de Oaklander es el uso de la metáfora y la narrativa. Como se verá en la siguiente transcripción, liz no puede sino hablar metafórica y narrativamente acerca de sus vivencias basada en los tres naipes que ha escogido para representarse a sí misma en diferentes etapas de su vida:
Prólogo 15
mismos. Es difícil imaginar que liz se hubiera descrito en forma tan articu- lada y multidimensional si la actividad no hubiera sido mediada por los ricos aspectos imaginales y sensoriales de las figuras de animales. Esta riqueza de la descripción que hace liz está ligada al uso de la metáfora. la metáfora —del latín, “transportar de una orilla a otra”— parece tener la capacidad de ayudar a niños y adultos a tomar prestados e interpretar objetos distintos de, pero re- lacionados con, el sujeto de interés. En el caso de liz, la “espinudez” del puer- coespín y los aspectos “más libres” de la mariposa parecen haberle ayudado a construir un puente de significado desde las imágenes en las cartas a su propia experiencia personal como individuo en desarrollo durante el tiempo. A diferencia del lenguaje formal, conceptual o abstracto, el lenguaje meta- fórico necesariamente está más cercano al mundo de la imaginación, la emo- ción y la vivencia. De hecho, la metáfora es un tropo lingüístico utilizado para vincular algo que ya conocemos (p.ej., la “espinudez” del puercoespín) con algo que aún es- tamos tratando de entender (p.ej., la vivencia de nosotros mismos como niños). De esa manera, el uso constante que hace la Dra. Oaklander de la metáfora le permite y estimula a quienes trabajan con ella a darle voz a, e identificarse con, partes de ellos que posiblemente de otra manera quedarían ocultas o serían pa- sadas por alto por un tipo de lenguaje más formal que enfatiza la abstracción por sobre la vivencia. Sin embargo, cuando formula la pregunta de si acaso las cosas vistas en las metáforas tienen algún significado en la vida del cliente, se está moviendo hacia un lenguaje más conceptual que en lo descrito por liz resulta obvio, ya que había sido establecido en su descripción de las características que compar- tía con los animales escogidos. Así y todo, en su trabajo en conjunto, la Dra. Oaklander le formula a liz un tipo de pregunta más reflexiva que la devuelve al tiempo presente y hacia una toma de conciencia de sus sentimientos del momento:
V: Claro… ¿y qué sientes al mirar éstas? L: Con sólo mirar todas las cartas, veo cuánto ha cambiado mi vida y cuán diferentes son un puercoespín y una ballena… y espero tener esa libertad, quiero ser esa mariposa… Yo soy muy, pero muy seria. Y pienso que la mariposa no parece tan seria… V: ¿Y eras seria cuando joven?… L: Muy seria… y muy como adulta. Nada parecida a una niña. Mi profesora
16 Oaklander /^ El Tesoro Escondido
de 2º le contó a mi mamá que yo era una de las niñas más intensas que había conocido. Y cómo hacía las cosas… esa necesidad de hacerlas muy bien y muy rápido. Era muy impaciente… mucha presión.
la próxima pregunta es una especie de marca de fábrica de la Dra. Oaklan- der, y la continuación de la construcción del mundo metafórico o narrati- vo que la cliente ha comenzado a crear. Precisamente debido a la naturaleza emocional de la metáfora, liz vivencia en el proceso algunas emociones muy intensas.
V: …Si la mariposa pudiera hablar con la ballena, ¿qué le diría? L: Ojalá que pudieras ser como yo. Soy tan libre y puedo ir a cualquier parte. Puedo hacer cualquier cosa. V: Mmm. ¿Y qué responde la ballena? L: Ahora me gusta aquí. Pero me gustaría tener una vida diferente. Me gusta- ría… ser capaz de volar, de explorar… V: Mmm. ¿Te gustaría decirle otra cosa a cualquiera de ellos? L: ( hace una pausa y luego habla lento ) Pienso que si la ballena hablara con el puercoespín, le diría… “Hiciste lo mejor que pudiste” ( con voz trémula )… V: ( suave ) Estoy segura que así fue… claro… y eso hace salir la emoción… L: ( asiente, con los ojos llenos de lágrimas ). V: ¿Y te gustaría decirle también algo a ella? la ballena ahora eres tú, cualquier otra cosa que quieras decirle a él ( apuntando a la carta con el puercoespín ). L: Veo al puercoespín… con una fuerte caparazón para protegerse el corazón… V: Díselo… ¿qué edad tiene? ( de nuevo apunta a la carta con el puercoespín ). L: 6 años. V: 6 años. Así que dile: “Yo sé que estabas protegiendo…”. L: ( con voz emocionada ) Yo sé que tienes un exterior tan áspero y duro porque estás tratando de protegerte a ti misma. Y aferrándote a ser tan sensible y proteger tu corazón… ( pausa larga )… V: Y tal vez te gustaría decir algo, sabiendo que ahora está contigo… L: Mmm. V: …que está bien dejarlo a un lado de vez en cuando, que tú te asegurarás de que nada le pase… L: ( hablándole desde su yo de 6 años a la tarjeta puercoespín ) Yo te voy a pro- teger, no te pondré en una situación donde no estés segura. Así es que no tienes que tener erizadas tus púas todo el tiempo…
18 Oaklander /^ El Tesoro Escondido
V: ( riéndose entre dientes ) Muy bien, me alegro mucho. L: Pero pensé que hay tantas cartas diferentes ahí adentro que podría haber hecho muchas elecciones… pero… estas me gustan muchísimo. Pienso en los chicos con quienes trabajo… se conectan tan bien con los animales… yo sé que yo lo hago…
Aquí cabe señalar dos cosas: (1) liz pudo experimentar directamente con los materiales terapéuticos y con lo que podría ser el proceso terapéutico desde el punto de vista del niño; (2) liz se contactó con su propia experiencia como niña y cómo se relaciona con el tipo de persona que es hoy. la primera actividad del entrenamiento fue cerrar los ojos e imaginarse como niños de entre 3 y 16 años, y luego dibujar con pastel y crayones una escena que representara la imagen. Durante el último día se le pidió a los par- ticipantes que “sean niños de una edad específica” en una sesión de 45 minutos en que otros dos alumnos hacen de terapeuta y observador. la Dra. Oaklander opina que su recuerdo de sí misma como niña y su vivencia actual de su “yo más joven” le ayudan a guiar su toma de decisiones momento a momento en el delicado trabajo de hacer terapia con niños y adolescentes. Debemos añadir tres aspectos más generales sobre el abordaje de la Dra. Oaklander. En primer lugar, su enfoque es un modelo de una práctica adecua- da desde el punto de vista del desarrollo —construir a partir de las fortalezas de la niñez— antes de ayudar al niño a pasar a la siguiente capacidad de desa- rrollo. Más específicamente, ella inicia su trabajo comprometiéndolos primero en las destrezas más tempranas del desarrollo infantil (imaginación, sensación, metáfora y narrativa) antes de estimularlos a usar los aspectos más desarrolla- dos y conceptuales del lenguaje hablado, para ayudarles a encontrarle sentido a sus experiencias. le ayuda al niño a lograr apoyo y confianza dentro de las capacidades propias de su etapa y experiencia antes de ofrecerle tareas o acti- vidades más desafiantes. En segundo lugar, aunque no parezca muy obvio a primera vista, la Dra. Oaklander también practica los principios de adecuación al desarrollo con los adultos en su entrenamiento de dos semanas. Werner^4 ha descrito cómo al aprender una destreza nueva, los adultos atraviesan un período de impre- siones asociadas a sentimientos y sensaciones corporales, antes de llegar a un nivel de competencia en su nueva área de destreza. Con demasiada frecuencia olvidamos que los adultos pasamos por ese proceso, focalizándonos más bien sólo en los aspectos cognitivos y abstractos del aprendizaje en los contextos
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de educación de adultos. la Dra. Oaklander incorpora (palabra que significa literalmente “hacia adentro del cuerpo”) niveles de vivencia en su formación que facilitan el aprendizaje adulto y les permite integrar lo que han aprendido dentro de sus “yo enteros”: sus cuerpos, sentidos, emociones y pensamientos. Y en tercer lugar, creo que vale la pena reformular mi pregunta original: ¿qué hay en la formación que ofrece la Dra. Oaklander que resulta tan atrac- tivo para tantos individuos y de todas partes del mundo? la respuesta la he obtenido de muchísimos participantes: el enfoque de la Dra. Oaklander, tanto de la formación como de la terapia, refleja y se basa en aspectos universalmen- te compartidos del desarrollo infantil y de las vivencias básicas de la niñez. Instrumentos musicales, dibujos, arcilla, títeres, arena y figuras, imágenes de animales, todos estos modos fundamentales y arcaicos de la expresión huma- na son utilizados por los niños de casi todas las culturas. Además, como ya dije, la Dra. Oaklander otorga a la imaginación, la sensación, la metáfora y la narrativa un rol central en su formación de adultos y su terapia con niños y adolescentes. Sabemos, por estudios transculturales y de desarrollo, que cada uno de estos atributos humanos fundacionales y definitorios están entre las fortalezas de desarrollo más temprano de los niños, a lo largo del tiempo y del espacio alrededor del mundo^5. En conclusión, pienso que es fundamental reconocer que en más de treinta años y en tres capacidades importantes —terapeuta clínica, autora y formado- ra de adultos—, la Dra. Oaklander ha servido como un valioso puente entre los mundos de la teoría de la terapia gestalt, la teoría del desarrollo infantil, la terapia infantil y la formación de adultos. En cada una de estas capacidades profesionales ha sostenido el estandarte de algo que, siendo central, también es compartido por las diversas disciplinas mencionadas: lo que vale es la ex- periencia.
(^4) H. Werner, “The Concept of Development from a Comparative and Organismic Point of View”, en D.B. Harris (Ed.), The Concept of Development , Minneapolis, MN, University of
5 Minnesota Press, 1957. D.E. Brown, Human Universals , New York, McGraw-Hill, 1991; M. Cole y S. Cole, The Development of Children , New York, American Books, 1989 (2a^ ediciónj).
Prólogo