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Este documento aborda el tema de la contaminación lumínica, una emisión directa o indirecta de luz artificial hacia el cielo que puede tener graves consecuencias para la vida nocturna de los seres vivos. Se exploran las causas, efectos y consecuencias de esta contaminación, incluyendo su impacto en el consumo de energía, el ritmo biológico humano y la seguridad vial. Se ofrecen recomendaciones para reducir la contaminación lumínica y preservar la oscuridad natural.
Tipo: Monografías, Ensayos
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A lo largo de millones de años, los seres vivos de la tierra han ido ajustando sus procesos biológicos de acuerdo con dos ciclos astronómicos fundamentales: la sucesión de las estaciones y la alternancia día-noche. Dado que la percepción de ambos fenómenos es desigual según la latitud, las distintas especies se han acomodado a la singularidad de ambos ciclos en su hábitat. Cualquier perturbación en alguno de ellos originaría distorsiones cuyo alcance desconocemos. El ritmo de vida actual y los avances en materia de iluminación han ocasionado que el ser humano haya optado por modificar la noche en su beneficio, siendo posible mantener una vida social durante horarios nocturnos. Sin embargo, este desarrollo puede tener graves consecuencias si no se hace con cuidado, ya que, durante millones de años la noche ha tenido un papel fundamental en la mayoría de los seres vivos del planeta, hasta el punto de que su ciclo de vida se encuentra fuertemente ligado a la alternancia entre el día y la noche, de modo que la ausencia de alguno de ellos puede tener efectos negativos en sus organismos. Es por ello que en este trabajo se abordara el tema de la contaminación lumínica la cual amenaza de manera significativa la ausencia de la noche, ya que este se trata de la emisión directa o indirecta de luz artificial hacia la atmosfera.
Generalmente, la definición de lo que cabe entender por contaminación lumínica, ya sea desde la perspectiva científica como legal, responde únicamente a la pregunta del “cómo” se origina, obviando cualquier mención inicial a los múltiples ámbitos a los que afecta. Según la definición dada por la Oficina Técnica para la Protección de la Calidad del Cielo del Instituto de Astrofísica de Canarias –OTPCC–, la contaminación lumínica es el brillo o resplandor de luz en el cielo producido por la difusión y reflejo de la luz artificial en los gases y partículas de la atmósfera. Según el concepto ofrecido por la Ley catalana 6/2001, de 31 de mayo, de ordenación ambiental del alumbrado para la protección del medio nocturno, constituye la emisión de flujo luminoso de fuentes artificiales nocturnas en intensidades, direcciones y rangos espectrales innecesarios para la realización de las actividades previstas en la zona en la que se han instalado las luces. Como resultado, la oscuridad de la noche disminuye y desaparece progresivamente la luz de las estrellas y de los demás astros.
Difusión hacia el cielo: Se trata del efecto más conocido, y se debe a la interacción de la luz artificial con las moléculas del aire, las cuales desvían el haz de luz en todas las direcciones. Este efecto se hace más notable en lugares con una mayor polución como son las grandes ciudades, ya que presentan una mayor cantidad de partículas en el aire. El resultado de este fenómeno es un halo luminoso situado sobre las ciudades, el cual es visible a grandes distancias. En el caso de la ciudad de Barcelona, el halo de luz producido por este fenómeno es visible a 300 Km de distancia. Este tipo de contaminación es el principal causante de que muchos niños no hayan visto jamás el cielo estrellado.
Este efecto es especialmente peligroso en el caso de los conductores, ya que esta reducción en la visibilidad puede impedir ver con claridad a peatones u otros vehículos pudiendo ocasionar accidentes de tráfico. Sobreconsumo: El mal uso de la iluminación exterior provoca un gasto de energía innecesario lo que conlleva a un sobreconsumo de la instalación. En la mayoría de las ocasiones este fenómeno es una consecuencia directa del resto de elementos anteriores.
Consecuencias sobre el consumo: La contaminación lumínica repercute directamente sobre el consumo de energía eléctrica. Hay que tener en cuenta que, en una luminaria urbana, si se dibuja una línea vertical desde la bombilla hasta el suelo, sólo se aprovecha plenamente la luz que queda dentro del cono determinado por un ángulo de 70º a partir de la vertical. De los 70º hasta los 90º, es luz que tiende a deslumbrar y de los 90º a los 180º es luz absolutamente perdida. La mayoría de los focos no cuentan con pantallas que recubran totalmente la bombilla, llevan, en cambio, refractores que dispersan la luz en vez de concentrarla y su inclinación no es paralela al nivel del horizonte, en el mejor de los casos, un 22% de la luz producida no se aprovecha plenamente. En el caso de un globo sin pantalla, la cantidad de energía desaprovechada supera el 50% del total que sale al exterior. Si, además, el cerramiento del globo es metacrilato tipo opal, el 50% de la luz producida por la bombilla no puede salir al exterior, con lo que el despilfarro energético se acrecienta, acercándose al 80% del total. La preferencia por las Lámparas de Vapor de Mercurio tiene también efectos importantes sobre el consumo ya que gastan un 70% más que las de Vapor de Sodio de Alta Presión (VSAP) y un 140% más que las de Vapor de Sodio de Baja Presión (VSBP). Además, el rendimiento que tienen disminuye a medida que envejecen: en cinco años desciende a la mitad y en diez a un tercio. El consumo, en cambio, siempre es el mismo.
causa de las instalaciones eléctricas con pantallas deficientes. Por último, cabe destacar el problema que suponen los residuos tóxicos, mercurio, estroncio, plomo, etc., generados por la eliminación de lámparas de descarga y fluorescentes, que suelen acabar en los vertederos. Según un estudio de D. Jordi Coves (Universidad Politécnica), en todo el estado español por ejemplo se botan de forma no controlada unos 800 Kg. de mercurio al año, procedente de las lámparas. Las únicas lámparas con residuos inocuos son, precisamente, las de Vapor de Sodio de Baja Presión. Consecuencias sobre el ritmo biológico del hombre: La hormona malatonina es producida por la noche y regula los ritmos circadianos, de vigilia y sueño, que se afectan por la exposición de la luz produciendo trastornos de la personalidad como insomnio, depresión y estrés. Recientes investigaciones, en los Estados Unidos han encontrado una relación directa entre ciclos circadianos anormales y cierto tipo de cáncer de seno. Consecuencias económicas: La energía desaprovechada implica, necesariamente, un gasto de difícil justificación, se paga excesivamente cara porque se malgasta mucha, además, porque con el aumento del consumo se incrementan los costes del tratamiento y almacenaje de residuos radiactivos y, también, los correspondientes a la lucha contra la lluvia ácida y la contaminación de la atmósfera. Igual pasa con aquellos efectos que, en el futuro, se derivarán del efecto invernadero, son incuantificables porque, de no remediarlo, serán catastróficos para los
habitantes del planeta. Las instalaciones eléctricas envejecidas o que tienen un mantenimiento deficiente causan incremento innecesario en el consumo de electricidad que supone un costo suplementario de varios millones de dólares. Consecuencias sobre la seguridad vial y ciudadana: El exceso de iluminación y el deslumbramiento dificultan la visión de los conductores y suponen un aumento de la inseguridad vial. Por tanto, las luminarias que no recubran completamente la bombilla, tengan refractores que deslumbren o los proyectores mal orientados, instalados cerca de las carreteras, representan factores de riesgo que hay que tener en cuenta. Las famosas "rotondas", plenamente iluminadas, que tienden a implantarse como solución más segura en los cruces, parece que no son tan seguras, según indican estudios realizados en Inglaterra: los accidentes son más frecuentes en aquellas vías que tienen un alto nivel de iluminación que en las que están moderadamente iluminadas. También, el uso excesivo de lámparas de Vapor de Mercurio en áreas urbanas no se traduce, como se piensa erróneamente, en incremento de la seguridad ciudadana. Actualmente, un alumbrado público con luminarias bien apantalladas y bombillas de Vapor de Sodio de Baja Presión, es el sistema de iluminación del espacio público más seguro. En un barrio de la ciudad de Nueva York se experimentó un descenso del índice de criminalidad cuando cambiaron las bombillas de Vapor de Mercurio por otras de Vapor de Sodio. Se afirmó que existe la posibilidad de que la luz de las primeras fuera más estresante y potenciara la agresividad que la de las segundas.
Prohibir luces proyectadas al cielo: Los cañones de luz, láseres y otras luces proyectadas al cielo se tratan de un tipo de luz que genera una contaminación lumínica muy elevada. Su uso es completamente prescindible, ya que por lo general tiene una función meramente recreativa. La autoridad local tiene competencia para regular el uso de este tipo de iluminación, por lo que son los Ayuntamientos quienes tiene la capacidad de evitar esta fuente de contaminación lumínica tan extendida en algunos lugares. Apagar las luces cuando no las estemos usando: Parece algo muy sencillo y de sobra sabido por todos. Sin embargo, gracias al uso de bombillas LED (que reducen el consumo y el coste de la energía de forma considerable) mucha gente se ha acostumbrado a dejar las luces encendidas cuando no están alumbrando a nadie. Esto es un error. El uso de bombillas LED es una manera magnífica de reducir el consumo energético, pero no se debe caer en el error de despilfarrar la energía bajo la excusa de que sea barata. Este tipo de acciones conllevan un gasto energético prescindible y, además, genera una contaminación lumínica que, sin ser tan elevada como la de las vías públicas, tiene un impacto considerable cuando se suma a esta.
Dirección y Objetivo: La iluminación debe ser útil y estar bien dirigida. En iluminación exterior las luminarias no deben emitir luz hacia el hemisferio superior, ya que toda luz que escape hacia arriba es innecesaria, derrocha energía y solo contribuye a la contaminación lumínica. La luz debe ser dirigida sólo a donde es necesaria. Las luminarias deben estar apantalladas y dirigir su luz hacia abajo, evitando todo rayo de luz que escapa hacia la horizontal, y solamente iluminando las superficies que son necesarias. Las luces deben dirigirse hacia abajo e iluminar solo las superficies que son necesarias. Las luminarias deben ser instaladas en ángulo recto y dirigir su luz solo hacia abajo.
luminarias LED) contiene un alto contenido de emisiones azules, las que además suprimen la producción de melatonina y tienen impactos negativos en la salud humana. Afortunadamente hoy disponemos de luces LED de tonos cálidos, que combinan la eficiencia energética de estos dispositivos con una iluminación sana y responsable.”
Al realiza este trabajo se puede concluir que es de vital importancia conocer este fenómeno de contaminación lumínica ya que amenaza de gran manera el no percibir la noche, ya que el crecimiento exponencial de nuestra población, así como el inadecuado uso energético a ocasionado que nuestra noche sea vea iluminada por las luces artificiales. También se puede concluir que un acertado conocimiento de este fenómeno y sus consecuencias a futuro, así como una concientización de este fenómeno, ayudara a reducir y evitar que este se expanda y ocasiones daños muchos graves.