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Atención Psicológica a Víctimas de Tortura en el Sistema Interamericano, Tesis de Psicología

acompañamiento psicológicoEste artículo fue elaborado por Pilar Raffo, psicoterapeuta con extensa trayectoria en la atención psicológica a personas afectadas por la violencia política en el Perú, quien ha elaborado affidávit para la Corte Interamericana de Derechos Humanos. Contó con los aportes de Carmen Wurst, Pilar Aguilar, el equipo del Centro de Atención Psicosocial (CAPS) y María Ángela Cánepa. La versión definitiva aquí publicada implicó asimismo los aportes del equipo interdisciplinario

Tipo: Tesis

2019/2020

Subido el 08/09/2020

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Acompañamiento psicológico

y terapia psicológica

Este artículo fue elaborado por Pilar Raffo, psicoterapeuta con extensa trayectoria en la atención psicológica a personas afectadas por la violencia política en el Perú, quien ha elaborado affidávit para la Corte Interamericana de Derechos Humanos. Contó con los aportes de Carmen Wurst, Pilar Aguilar, el equipo del Centro de Atención Psicosocial (CAPS) y María Ángela Cánepa. La versión definitiva aquí publicada implicó asimis- mo los aportes del equipo interdisciplinario del proyecto Atención integral a víctimas de tortura del IIDH, así como de las editoras de la publicación.

48 Instituto Interamericano de Derechos Humanos

Dentro del marco del proyecto mencionado, este artículo se propone precisar lo que se entiende por acompañamiento psicológico y por psicoterapia; en qué se dife- rencian entre sí, qué objetivos persiguen y en qué momentos se produce cada uno de estos apoyos a las víctimas. El primero está destinado a la contención de las emociones y sentimientos de las víctimas durante el proceso tanto del peritaje como de las audiencias. El segundo constituye un tratamiento especializado que la sentencia del tribu- nal puede contemplar como una de las vías de reparación psicológica cuando es so- licitada por las víctimas; la misma puede tener un alcance individual, grupal y co- munitario. Se enfatizarán las diferencias entre estos dos conceptos para permitir la compren- sión de sus especificidades por parte de las personas no familiarizadas con la perspec- tiva psicológica, pues pertenecen a dos ámbitos distintos y persiguen objetivos dife- rentes. El primero le presta apoyo al litigio y es importante en sí mismo, para que las personas afectadas no se vean revictimizadas durante el proceso. Tras la dolorosa ex- periencia de la impunidad durante los años que tardaron en agotarse los recursos in- ternos, las víctimas deben revivir los hechos traumáticos, tanto en las entrevistas efec- tuadas para la realización del peritaje como durante todo el proceso llevado a cabo en la Corte. De ahí la importancia del soporte psicológico del acompañamiento. Sin embargo, esto no debe suscitar la creencia de que el acompañamiento es su- ficiente para satisfacer todos los requerimientos de reparación que albergan las vícti- mas, ya que una vez acabado el litigio se enfrentan al reto de reconstruir sus vidas. En muchos casos será necesario el segundo apoyo, de mayor alcance y profundidad, que debe ser legitimado a partir de las sentencias de reparaciones. En ese sentido, es- te artículo también pretende aportar elementos a los integrantes de los órganos de protección sobre la importancia de incorporar los procesos de psicoterapia y los apo- yos psicosociales como medidas de reparación. No se pretende ofrecer fórmulas o indicaciones técnicas que funcionen como re- cetas estandarizadas para todas las personas, grupos o comunidades. Se busca com- partir algunas enseñanzas y aprendizajes adquiridos a través de la práctica profesio- nal en el peritaje y acompañamiento de víctimas de violaciones de derechos humanos, tanto a nivel nacional como internacional.

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Acompañamiento psicológico

Concepto

Acompañar es “estar al lado de”, brindar apoyo humano que reconforta y alivia. Es no dejar a la persona sola con el problema, sino compartir con ella el dolor que su- fre. Esta acción incluye escuchar atentamente, dejar hablar y permitir que el silencio tenga su lugar en aquellos problemas, situaciones y preguntas que, ante el dolor y la tristeza, resultan indecibles. El acompañante se brinda como un semejante que sos- tiene al otro, en el sentido de ofrecer una presencia implicada y comprometida. Por psicológico entendemos que el acompañamiento está dirigido a los proble- mas psíquicos, emocionales y espirituales. En el caso de las víctimas de tortura, este acompañamiento debe ser especializado, tomando muy en cuenta el carácter social de la tortura por represión política. Conviene aclarar que en el presente contexto no se trata del acompañamiento te- rapéutico que suele darse a pacientes que sufren graves perturbaciones individuales y necesitan un tratamiento clínico. Más bien se plantea un tipo específico de presen- cia profesional que acompañe a personas que han padecido la violencia por el abu- so en el ejercicio del poder, cuyos padecimientos provienen esencialmente de la esfe- ra sociopolítica. A este útimo se le denominará “acompañamiento psicológico”, para diferenciarlo del “acompañamiento terapéutico” tradicional. El fin primordial del acompañamiento es, por un lado, la contención y el sosteni- miento, que implica ayudar a la víctima contra la irrupción de los propios impulsos y sentimientos, volviendo su mundo interno más manejable, de manera que pueda re- gular sus reacciones físicas y psíquicas durante sus actuaciones a lo largo del proceso del litigio. Y por otro, el fortalecimiento de la víctima, que supone reafirmar su va- lor y sus derechos como ser humano, de manera que recupere la autoestima y la con- fianza en sus propios recursos. Se tiene que reconocer y aceptar el estado vulnerable en que se encuentran los afectados y adaptarse al ritmo único y original de cada per- sona así como a sus necesidades específicas. Supone también crear un contexto favo- rable para los momentos difíciles que se vayan presentando y posibilitar que se vivan con el menor dolor y daño posible. Al minimizar el dolor provocado por la experien- cia que supone la recreación de los hechos traumáticos, se contribuye a potencializar el proceso en función de la reparación de la persona.

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Antecedentes del acompañamiento psicológico

En la historia reciente de América Latina, la presencia constante de violencia po- lítica^1 ha generado respuestas solidarias ante el sufrimiento de las víctimas y sus fa- miliares, como la creación de grupos de atención frente a los diversos requerimien- tos de apoyo, atención social, médica y psicológica. Al principio, estos grupos fueron instituciones de la Iglesia y ONG de derechos humanos; luego, se fueron integran- do equipos de salud mental que tuvieron que inventar en cada país, formas inédi- tas de encarar los problemas, ya que su formación profesional no había contempla- do esos temas. Una de las formas adoptadas ha sido el acompañamiento psicológico a víctimas de violencia política, al considerar la necesidad que sienten las personas y los grupos de relatar sus experiencias, comunicar sus emociones y sentimientos, buscando un re- conocimiento y una validación social de su particular experiencia de dolor. El acom- pañamiento se ha dado generalmente en las comunidades donde viven las víctimas y en el local de las instituciones. Actualmente, el proyecto citado se plantea el desafío de brindar también este apoyo psicológico en el contexto de los tribunales internacio- nales, con el objetivo primordial de que el proceso sea reparador y no revictimizante para las personas afectadas que ya han sido expuestas al desgaste de la impunidad.

Experiencia de acompañamiento psicológico a nivel nacional

Si bien la modalidad de acompañamiento psicológico en el Sistema Interame- ricano es novedosa, existen experiencias anteriores de atención a víctimas de torturas a nivel nacional. Estas pueden ser utilizadas como referencia por las personas exper- tas, en los contactos iniciales con las víctimas para la elaboración del peritaje Con todo, dichas experiencias deben ser adaptadas a las realidades culturales y sociales; a la demanda de la población, y también a la naturaleza del trauma vivido por las víctimas. Se trata de experiencias colectivas que sirven para compartir el su- frimiento, así como los modos posibles de reconstruir el tejido social dañado por la

(^1) Nos referimos a la represión política ejercida por el Estado, llamada también “terrorismo de Estado” que

intenta destruir a los sujetos que identifica como opositores o desestabilizadores del sistema, como una manera de destruir al colectivo social, así como al conflicto armado interno en el que se enfrentan las fuerzas represoras del Estado con grupos insurgentes, siendo ambos violadores de derechos humanos al ejercer violencia contra la población civil.

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violencia. Estas diferentes modalidades de acompañamiento no son rígidas y pue- den combinarse entre sí.

Cuadro 1. Modalidades de acompañamiento en procesos previos a la audiencia o posteriores a la sentencia

Tipo de intervención Conceptualización Talleres Son espacios de acompañamiento, encuentro y reflexión sobre una realidad compartida. Se pueden realizar cuando en el caso presentado ante la Corte IDH, las violaciones de los derechos humanos han sido perpetradas en di- versas colectividades (campesinos, líderes comunitarios, mujeres) dentro de una comunidad. Las técnicas utilizadas deben aportar elementos propios de cada colectividad. Dinámicas de grupo Son intervenciones de acompañamiento tanto a personas afectadas por la violencia como a sus familiares. Su finalidad es apoyar la elaboración de la experiencia traumática en un contexto grupal que les sirva de soporte emo- cional, facilitando la socialización y promoviendo entre ellos mismos el apo- yo mutuo. La importancia de la contención del grupo, los pocos recursos profesionales y la demanda creciente de afectados que solicitan apoyo, lleva a privilegiar el trabajo grupal sobre el individual. Sesiones de acompaña- miento a las organiza- ciones de afectados

Son espacios para las personas que trabajan con las víctimas, con el objetivo de propiciar el intercambio de estados afectivos y el fortalecimiento institu- cional. Este tipo de intervención se ha considerado de gran importancia pues las organizaciones de derechos humanos y otras similares recogen la proble- mática de las víctimas, sus familiares y la comunidad, y trabajan permanen- temente por sus causas, lo que muchas veces los lleva a una saturación y so- brecarga emocional. Acompañamiento a familias

Son experiencias de acompañamiento psicológico a familias que inician un proceso jurídico. Consiste en preparar a las víctimas y familiares, jurídica y psicológicamente, para asistir a los tribunales internacionales, como la Corte IDH, a presentar su caso. Se trata de contener el desborde emocional que produce enfrentar la verdad jurídica pues desencadena un duelo postergado. Uno de los desafíos de es- ta modalidad es la posibilidad de elaborar los modos de relación que habían surgido como defensa y protección frente al trauma, logrando que las fami- lias integren el dolor y las carencias propiciando así el desarrollo integral de sus miembros 2.

(^2) Equipo de Salud Mental del Comité de Defensa de los Derechos del Pueblo (CODEPU), Chile.

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Acompañamiento en las audiencias públicas del Sistema Interamericano

Al inicio del proyecto “Apoyo psicológico a víctimas de tortura en el Sistema Interamericano”, se planteó una modalidad de acompañamiento psicológico que con- templaba cuatro funciones fundamentales desarrolladas por un mismo profesional:

  • Apoyo a las víctimas
  • Coordinación con el ámbito jurídico
  • Elaboración de informes
  • Sustentación de peritajes

Sin embargo, en el transcurso de la implementación del proyecto, la complejidad y particularidades que presentaba cada caso planteó el reto de flexibilizar esa moda- lidad e idear otras posibles formas de intervención psicológica. De esta manera, se fue desarrollando una serie de modalidades de acompañamiento psicológico que res- pondían básicamente a las necesidades de las víctimas, a la estrategia jurídica y a los requerimientos propios de cada una de las tres etapas a lo largo de las cuales se des- envuelve el proceso. La primera etapa contempla el acompañamiento durante la elaboración del peri- taje, por lo general en el país de origen de las víctimas. La segunda, incluye la prepa- ración y presentación de los testimonios de las víctimas o sus familiares en las audien- cias públicas de la Corte. Y la tercera, por último, constituye el cierre de las audiencias y el seguimiento de la sentencia.

Primera fase del acompañamiento: la elaboración del peritaje^4

El peritaje es la prueba que aporta una persona con conocimientos especializados en el tema para ayudar al juez a valorar la naturaleza de los hechos. El perito puede ser nombrado por el tribunal o solicitado por una de las partes. Tradicionalmente el perito es la voz de la experticia y debe ser neutral, en el sentido de no tener interés di- recto o indirecto en el asunto que se trate. La persona que ha estado a cargo del pe- ritaje psicológico en la Corte Interamericana, es un experto que puede diferenciar

(^4) Se puede ampliar este tema en Perspectiva integral sobre el peritaje y el acompañamento psicológico , inclui-

do en el libro Propuesta psicojurídica en el marco de este proyecto.

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entre las características propias de la estructura de personalidad de la víctima y los efectos provocados por la experiencia traumática. En el marco de este proyecto, sin embargo, se ha planteado que el perito no solo sea un experto que logra determinar las secuelas de la experiencia traumática en los afectados, sino también el especialis- ta que les brinda el necesario acompañamiento psicológico. En esta fase del acompañamiento, se han utilizado diversas estrategias de asigna- ción de especialistas para realizar peritajes y proveer acompañamiento psicológico. Las modalidades utilizadas, hasta la fecha, se resumen en el siguiente cuadro.

Cuadro 2. Modalidades de acompañamiento durante la elaboración del peritaje

Modalidad Funciones Casos que ejemplifican Un solo profesional: perito/acompañante

La persona que realiza el peritaje, también ejerce funciones de acompañamiento. En este caso debe quedar claro que el perito no pone en riesgo la neutralidad de su ex- perticia profesional cuando realiza la eva- luación del daño.

Caso Bulacio Caso Juan Humberto Sánchez

Dos profesionales: un perito y un acompañante

Se elige otro profesional para el acompaña- miento cuando la persona que realiza el pe- ritaje no pertenece al contexto cultural de la víctima o no comparte su lengua materna. También cuando las víctimas han contado con apoyo psicológico previo, la estrategia ha sido continuar con el mismo profesio- nal, en calidad de acompañamiento, duran- te las audiencias.

Caso Hermanas Serrano Caso Centro de Reeducación “Panchito López” Caso Masacre de Mapiripán

Dos profesionales: un perito/acompañante y un asesor

Esta modalidad se ha implementado cuando el perito asignado no forma parte del equi- po-red. Entonces, una persona integrante del equipo, brinda asesoría sobre la metodo- logía del peritaje/acompañamiento.

Caso Wagner dos Santos FEBEM

Un profesional: acompañante

No se da la función del peritaje. Puede presentarse esta modalidad cuando el Estado se allana con suficiente antelación, tanto en el fondo del caso como en las repa- raciones. O bien se evalúa la pertinencia de solo acompañar a las víctimas.

Caso Cuatro Puntos Cardinales vs. Honduras

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La interacción entre la víctima y el equipo interdisciplinario

No por sabido debe dejar de señalarse que la calidad de la interacción entre las personas afectadas y los profesionales que van a realizar el acompañamiento –o la te- rapia después de la sentencia–, es clave para el éxito de la intervención. Por ello se va a analizar a continuación una serie de factores que gravitan de manera decisiva, ya sea para favorecer o entorpecer dicha interacción.

Actitudes que promueven la interacción

En la relación con el acompañado, que por lo general tiene lugar en el marco de la entrevista, se deben tener en cuenta algunos elementos y actitudes que facilitan la interacción:

- Apertura de la entrevista. Es importante que la entrevista sea abierta y no a ba- se de preguntas y respuestas ya que estas tienden a limitar la libertad de expre- sión. Si la persona se siente aceptada y respetada es probable que pueda hablar con confianza de sus sufrimientos. - Actitud mental adecuada. Es aquella que se adopta ante la persona sabiendo de antemano que ha sufrido tortura o malos tratos y teniendo la capacidad de reci- bir las emociones y sentimientos asociados a la situación traumática. El acompa- ñante debe estar dispuesto a compartir el sufrimiento y el horror. - Saber escuchar. Significa prestar atención con todos los sentidos: interés por los mensajes verbales y no verbales como postura, lentitud o rapidez de sus movimien- tos, aspecto, tono de voz, mirada, considerando significativos estos indicios. - Comprender las particularidades de la persona. Es importante aproximarse siem- pre a las personas considerando sus particularidades, lo que permitirá adaptar y adoptar estrategias de acompañamiento individuales para esa persona o grupo en particular. Escuchar el relato y entender cómo los hechos impactan la vida de la víctima y su familia, incluye escuchar la percepción que esta persona tiene del mundo real y cuál es su imaginario cultural. - Respetar el relato de la persona tal cual lo expresa. Muchas veces los afecta- dos por violencia política tienen temporalmente la necesidad de recurrir a fanta- sías por su incapacidad momentánea de tolerar la realidad. Como acompañan- tes, esto se debe respetar; sin embargo, el profesional que elabora el peritaje debe

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evaluar si es necesario confrontar al acompañado con la realidad, para ayudarlo a enfrentar lo que ha sucedido.

- Ponerse en el lugar del otro. Es importante acercarse al sentir del otro. Generalmente se habla de empatía, que es “ponerse en los zapatos de la otra per- sona”, comprender y sentir con y como el otro. - Manejar el silencio. A la mayoría de las personas les resulta difícil soportar el si- lencio, más aún a las personas víctimas de violencia. El silencio puede comunicar una variedad de sentimientos: hostilidad, deseo de ser aceptado, comprendido, de ser entendido sin palabras, de formar una sola persona con el otro, o suscitar in- terés o preocupación. En los casos en que las personas han sufrido tortura, el si- lencio es generalmente sentido como agresión, puesto que son personas que han estado en situación de aislamiento y tratadas más como objetos que sujetos; de ahí que el silencio pueda revivir la vivencia traumática.

Expectativas de los profesionales del equipo interdisciplinario

Igualmente, a la hora de interactuar con la víctima, los profesionales del equipo interdisciplinario tendrían que guiarse, entre otros, por los siguientes lineamientos:

- Responder con realismo a las múltiples demandas de la víctima. El equipo de pro- fesionales deberá atender las numerosas demandas que por lo general, la víctima de tortura que lleva su caso al Sistema Interamericano suele plantear a su entorno. En el caso de la persona profesional y especializada, encargada del acompañamiento, deberá facilitar un espacio adecuado para que la víctima hable de sus necesidades. Su papel será contener esas demandas y explicarle cuáles son las posibilidades reales del sistema de satisfacerlas, a fin de no crear expectativas que al no ser cubiertas, ge- nerarían mayor frustración. Tendrá que saber reconocer qué es lo que puede ofrecer y cuál es la parte del trabajo que le toca realizar dentro del equipo. De esta manera, el acompañante ayudará a que la persona encargada del caso desde el punto de vis- ta jurídico, no tenga que lidiar con las demandas de la víctima y pueda concentrar- se mejor en el litigio. El acompañamiento psicológico contribuye así a la estrategia jurídica y busca fortalecer el proceso en su totalidad. - El trabajo psicológico profesional debe estar más allá de las buenas intenciones. El acompañante sabe que su labor va mucho más allá de “dar palmadas en la espalda”, algo que cualquier persona solidaria y con buenas intenciones podría realizar. Que debe abrir a la víctima la posibilidad de “descargar” sus emociones. Esto tiene con-

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ese punto, se incrementa el estado de tensión y la ansiedad se intensifica; las personas pueden aparecer más perturbadas o más a la defensiva. La responsabilidad del pro- fesional que las acoge en ese momento es grande, por esa razón debe reunir la expe- riencia y los requisitos necesarios, entre los cuales se encuentran algunas capacidades como las mencionadas a continuación:

  • Compromiso para ofrecer una presencia estable que fortalezca el vínculo. Lo esencial es que el acompañante tenga buena voluntad para tratar de comprender los sentimientos de los afectados, esté dispuesto a escucharlos y los respete como una personalidad única.
  • Conocer y tener claridad respecto al contexto sociopolítico en el que los afecta- dos han estado implicados.
  • Realizar el acompañamiento desde la realidad cultural de la víctima, por lo que debe ser capaz de dejar a un lado sus propios códigos culturales.
  • Sostener a las personas involucradas sin etiquetar la situación de patológica ni juzgar a la víctima en ningún aspecto de su vida.
  • Ubicar al acompañado como el centro de su historia individual; hacerlo prota- gonista y darle un sentido a las experiencias traumáticas.
  • Poder mirar a las personas afectadas en su justa dimensión: sufrieron una expe- riencia traumática y, aunque desde la dinámica procesal se denominen víctimas, son protagonistas de un proceso que busca el reconocimiento del carácter ilícito de las violaciones que enfrentaron y también las reparaciones integrales que les corresponden.
  • Tener herramientas para asumir el riesgo de identificarse con las víctimas y las implicaciones de esta identificación. Mantener la neutralidad profesional, espe- cialmente si el aompañante tiene que rendir un informe o peritaje.
  • Servir de contención, ayudando a la persona a manejar los diversos sentimientos – ira, impotencia, culpa, depresión, angustia y dolor– a través del cuidado solícito y de la tolerancia. La capacidad de contener el sufrimiento ajeno –base de los acom-

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pañamientos y terapias– es lo que le permitirá al acompañado recobrar su capaci- dad de comprensión, elaborando e integrando la situación, a fin de regular y nor- malizar las reacciones físicas y psíquicas y los modos de defensa inadecuados.

  • El acompañante debe ser capaz de no sentirse abrumado con los sentimientos pe- nosos y aterradores de la víctima, para que la función de contención, es decir de poder acoger las angustias, pueda regular su ansiedad volviendo su mundo inter- no más manejable y estable. Sin negar el terror, se trata de redimensionarlo, dan- do herramientas para pensar, clarificar y diferenciar, y dar un nombre a los sen- timientos confusos. Es trasmutar la angustia insoportable en algo más definido y determinado, para no verla en forma tan peligrosa.
  • Manejar la culpa de la víctima. Los hechos traumáticos hacen que las personas frecuentemente experimenten sentimientos de rabia, confusión o culpa. A ve- ces no toleran los propios sentimientos, ya que generan mucho dolor, y tienden a trasladarlos al acompañante o terapeuta. La culpa es un sentimiento asociado a pensamientos y emociones autorecriminatorios que tienen que ver con el hecho de sentirse responsable de lo que ha pasado. Muchas veces esta culpa es induci- da por la familia y/o la comunidad.
  • Además de comprender los síntomas físicos como expresión del sufrimiento en el cuerpo, debe ser capaz de abordarlos inmediatamente. Para ello, sería altamente recomendable la presencia de un médico y del acompañante en el recinto de la audiencia. El acompañante, además de sentido común, debe tener un sentido de la oportunidad, ya que a veces se requieren decisiones rápidas y precisas ante si- tuaciones inesperadas.
  • Deberá tener la capacidad de tolerar las dudas y la desesperación con respecto a un interminable proceso jurídico que exige grandes dosis de paciencia y tole- rancia. Por otro lado, es muy importante poder reconocer –a pesar de sus difi- cultades inmediatas– que el acompañado también puede asumir actitudes y res- ponsabilidades “adultas”, haciendo una alianza con sus aspectos más maduros y ayudándolo a integrarlos con sus aspectos más débiles.
  • Es necesario que los acompañantes, al igual que los terapeutas, puedan con- tar con la supervisión de colegas con mayor experiencia que los protejan de la

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  • Apoyar a los abogados representantes del caso en el manejo de situaciones sensi- bles, derivadas del proceso testimonial en la audiencia.
  • Favorecer espacios grupales o individuales, previos y posteriores a la audiencia, para la expresión de sentimientos y apoyo mutuo.

Estrategia del acompañamiento durante las audiencias

La intervención está orientada a tres momentos de la audiencia, cada uno con ob- jetivos de intervención definidos:

Cuadro 3. Estrategia del acompañamiento a las víctimas

Antes de la audiencia Durante la audiencia^5 Después de la audiencia

  • Brindar un espacio privado donde la víctima o sus familiares pueda expresar los sentimientos: temores, vergüenza, rabia, indignación, tris- teza, desesperanza, dudas y expec- tativas que la proximidad de la au- diencia generan.
  • Permitir al testimoniante que se ubi- que mentalmente en la situación de la audiencia pública, esto es, que pueda anticipar lo que ocurrirá, tra- bajando las llamadas “escenas temi- das”, haciendo un ensayo de la au- diencia.
  • Trabajar con la persona la situación y el formato de la audiencia, de tal manera que le permita tomar deci- siones respecto a su presentación. - Acompañar emocionalmente al de- clarante, prestando atención a cual- quier situación de ansiedad, temor o nerviosismo, favoreciendo su ver- balización para que pueda entrar al testimonio en mejores condiciones de poder transmitirlo. También se pueden retomar temas de sesiones previas y asociar con la situación ac- tual. - Recordarle la ubicación física que tendrá el o la acompañante. - Facilitar la focalización del discur- so a las personas que tienen dificul- tades para hacerlo. - Apoyar al declarante a través del contacto físico en los momentos donde se percibe mayor fragilidad afectiva. - Acompañar a la persona mientras se retira del local. - Brindar aprobación frente a la de- claración; enfatizar el coraje para se- guir en la lucha y mantener la con- fianza en la justicia internacional. - Dar sostén emocional a través de la palabra y el contacto físico. - Ofrecer al declarante una escucha que le permita transmitir los senti- mientos que le suscitó la experiencia de ofrecer testimonio en la audien- cia pública. - Ayudar a la contención del estado emocional luego de la declaración. - Ofrecerle un espacio, mediante en- trevistas planificadas de seguimien- to, posteriores a la audiencia públi- ca, para “digerir” lo ocurrido.

(^5) No debe confundirse el momento de “la audiencia” con el momento de “la declaración”. Las personas que

actúan como testigos en un caso se encuentra aisladas entre sí. Es durante ese momento de aislamiento donde es posible que puedan tener un cierto grado de acompañamiento.

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Temores de las víctimas

El hecho de que las víctimas tengan que enfrentar a los comisionados de la Corte y a los representantes del Estado agresor, instituciones a las que confieren reconoci- miento y poder, genera en ellas fuertes sentimientos de ansiedad. A la hora de reali- zar el acompañamiento, tanto los psicólogos como los demás miembros del equipo interdisciplinario pueden encontrarse con algunos de los temores más comunes de las víctimas:

- El miedo al interrogatorio. Las víctimas tienen miedo a quebrarse, descontro- larse o paralizarse en los interrogatorios a los que se verán expuestas en la Corte. Temen no poder hacer un relato preciso en el tiempo concedido. Con frecuen- cia los familiares temen por el equilibrio emocional de alguno de sus miembros que sienten especialmente vulnerable. No hay que olvidar que son personas trau- matizadas con vacíos en la memoria que afectan su capacidad narrativa y que les impiden dar sentido a lo vivido. El olvidarse, quedarse en silencio, no tener pa- labras, son síntoma del trauma; en situaciones extremas de ruptura y confusión no se encuentran las palabras para expresar y representar lo sucedido, es por ello que en los relatos suelen faltar recuerdos y palabras, y solo aparecen huellas do- lorosas y silencios. - El miedo al dolor y el deseo de protegerse. Lo traumático provoca un caos tan- to externo como interno, así como confusiones y alteraciones en la temporalidad de otros procesos psíquicos; la memoria no puede recuperar, transmitir o comu- nicar lo vivido. Otras personas, aunque relatan parte de los horribles sucesos que sufrieron, lo hacen con distancia, sin emociones, como si su subjetividad hubie- ra sido asesinada (Van Alphen, 1999). En otros relatos se pueden percibir repe- ticiones ritualizadas del sufrimiento y quien escucha puede llegar a sentir extra- ñamiento y distancia. Como plantea Jelin (2001): “El sufrimiento traumático puede privar a la víctima del recurso del lenguaje, de su comunicación y esto pue- de impedir el testimonio o permitir hacerlo sin subjetividad”. Vale recordar que la violencia organizada tiene como objetivo controlar y someter a través del mie- do, por lo que el silencio aparece como efecto y triunfo de la violencia sufrida. El miedo nos mueve a asumir actitudes contradictorias, paralizaciones y desvin- culaciones; muchas veces las indecisiones, temores y dudas de víctimas y testigos sobre si declarar o no, tienen que ver con el acercamiento a determinados asun- tos de los que temen hablar en público. Otras veces estas indecisiones se resuel-